@elprofebati
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¿Cómo mantener ocupados este próximo
curso al alumnado de la ESO que no curse Religión Católica y, a la vez,
cumplir con lo que se indica en la nueva Ley Educativa? Esta es una de las dudas que trae el nuevo curso escolar. Será
a partir de septiembre cuando comenzarán a implantarse algunas medidas
incluidas en la Ley Orgánica de Modificación de la LOE, es decir, en la LOMLOE.
Una de ellas, y que afecta de lleno a Melilla y más concretamente al
alumnado de algunos cursos de Secundaria, consiste en que la materia de
Religión Católica no tendrá lo que se denomina una ‘asignatura espejo’.
Hasta ahora, los escolares podían elegir en la ESO o cursar Religión Católica o cursar su alternativa, denominada Valores Éticos.
Ambas materias tenían en nuestra ciudad una carga lectiva de una sesión
a la semana (en otras comunidades, como por ejemplo en Madrid, se
llegan a impartir dos horas semanales) y eran totalmente evaluables a
cualquier efecto: es decir, había que aprobarlas como el resto por
ejemplo a efectos de ser tenidas en cuenta para pasar de un curso a
otro. Sin embargo, en el curso 2022-2023, la LOMLOE se implanta en los
cursos impares; si hablamos de los institutos, en primero y tercero de
la ESO y en primer curso de Bachillerato. Los estudiantes que
así lo deseen pueden seguir recibiendo clases de Religión Católica como
hasta ahora. Pero los que no, tendrán una hora que en la nueva ley se
denomina Atención Educativa. Poco más se aclara sobre qué se puede hacer
y qué no en este tiempo.. Si nos fijamos en otras Comunidades
Autónomas, y bajo ese título de Atención Educativa donde parece que todo
cabe, cual cajón de sastre, se ha planteado aprovechar esa hora para
hacer deporte libre, para llevar a cabo acciones ambientales, para
trabajar valores transversales como la sostenibilidad o la igualdad o
simplemente para que los escolares estudien de forma autónoma. Porque lo
que la Ley deja claro es que no se puede avanzar en ninguna materia,
incluir nuevos contenidos de la asignatura que sea o repasar contenidos
de otras disciplinas. Pero tienen que recibir atención educativa y, por
supuesto, los escolares siempre estarán bajo supervisión docente.
Autoestima y autonomía
El
Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, por el que se establece la
ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria
Obligatoria, en su disposición adicional primera. Enseñanzas de religión, indica textualmente:
“Los centros docentes dispondrán las medidas organizativas para que los
alumnos y alumnas cuyos padres, madres, tutores o tutoras no hayan
optado por que cursen enseñanzas de religión reciban la debida atención
educativa. Esta atención se planificará y programará por los centros de
modo que se dirijan al desarrollo de los elementos transversales de las
competencias a través de la realización de proyectos significativos y
relevantes y de la resolución colaborativa de problemas, reforzando la
autoestima, la autonomía, la reflexión y la responsabilidad. En todo
caso, las actividades propuestas irán dirigidas a reforzar los aspectos
más transversales del currículo, favoreciendo la interdisciplinariedad y
la conexión entre los diferentes saberes”. Para continuar indicando que
“las actividades a las que se refiere este apartado en ningún caso
comportarán el aprendizaje de contenidos curriculares asociados al
conocimiento del hecho religioso ni a cualquier materia de la etapa”.
A primera o a última hora
También se habló en su día entre la comunidad educativa de que una
posible solución pasaría por hacer coincidir las clases de Religión con
una primera o una última hora del horario. Así se podría llegar a
plantear a la Administración que los alumnos que no la cursen puedan ese
día entrar una hora más tarde o salir una hora antes. Sin
embargo, esta idea, de contar con el visto bueno correspondiente, podría
llevarse a cabo quizás en el primer curso de Bachillerato, pero resulta
inviable en los institutos de nuestra ciudad, que en su mayoría cuentan
en la ESO con un gran número de líneas (clases por nivel). Aunque se
quisiera, los números no salen. Los horarios no cuadran. Lo único que
está claro es que quienes no vayan a clase de Religión Católica en la
ESO permanecerán en el centro educativo pero faltará por concretar
haciendo exactamente qué.
Religión sin evaluar
En
este mismo documento también se recuerda que las administraciones
educativas garantizarán al inicio de curso que los progenitores o los
alumnos, en el caso de que sean ya mayores de edad, puedan manifestar su
voluntad de recibir o no enseñanzas de religión. “La
evaluación de las enseñanzas de la religión católica se realizará en los
mismos términos y con los mismos efectos que las otras materias de la
etapa”, se resalta, para señalar a continuación que la asignatura de
Religión ya no será evaluable: “Con el fin de garantizar el principio de
igualdad y la libre concurrencia, las calificaciones que se hubieran
obtenido en la evaluación de las enseñanzas de religión no se computarán
en las convocatorias en las que deban entrar en concurrencia los
expedientes académicos, ni cuando hubiera que acudir a estos a efectos
de admisión de alumnos y alumnas, para realizar una selección entre los
solicitantes”. Por lo tanto, estos alumnos irán a clase de Religión
católica y serán evaluados pero esa nota no se reflejará en su
expediente, ya que el resto de sus compañeros de clase no tendrán
calificación alguna de ese espacio de tiempo.
Este lunes, 15 de agosto, la Iglesia celebra la solemnidad litúrgica de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos. Venerado y profesado este misterio de la fe cristiana por el pueblo fiel durante siglos, en 1950 el Papa Pío XII lo proclamó como dogma de fe.
La fiesta de la Asunción significa que la Virgen María, al término de su peregrinación terrena y en
virtud de su contribución a la historia de la salvación como Madre del
Redentor, fue liberada por la gracia de Dios de la corrupción del
sepulcro y elevada en cuerpo y alma a los cielos, donde está y actúa como mediadora entre Dios y los hombres.
La historia de la solemnidad litúrgica
La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en
el siglo IV se celebraba la fiesta de El Recuerdo de María, que
conmemoraba la entrada al cielo de la Virgen María y donde se hacía
referencia a su Asunción. Esta fiesta en el siglo VI fue
llamada la Dormición de María, donde se celebraba la muerte,
resurrección y asunción de María. En el siglo VII el nombre pasó de
«Dormición» a «Asunción». Los relatos apócrifos sobre la asunción de
María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. Siendo el más difundido y posiblemente uno de los más antiguos en el oriente bizantino el Libro de San Juan Evangelista.
Sin
embargo, la doctrina de la Asunción de María no fue desarrollada sino
hasta el siglo XII donde aparece el tratado Ad Interrogata, atribuido a San Agustín, el cual aceptaba la asunción corporal de María. Santo Tomás de Aquino y otros grandes teólogos se declararon en su favor.
En
1849 llegaron las primeras peticiones a la Santa Sede de parte de los
obispos para que la Asunción se declarara como doctrina de fe; estas
peticiones aumentaron conforme pasaron los años. Cuando el Papa Pío XII
consultó al episcopado en 1946 por medio de la carta Deiparae Virginis
Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime.
El dogma de fe y las palabras de los papas
“La
Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, terminado el curso de
su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial”, así dice la constitución apostólica “Munificentissimus Deus”,
con la que el Papa Pío XII proclamó este dogma de fe en 1950 y cuya
fiesta se celebra como solemnidad cada 15 de agosto. Años después, San Juan Pablo II, al hablar de este dogma de la Asunción en 1997 explicó que “en efecto, mientras
para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al
fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por
singular privilegio".
En este sentido, tal como lo afirmó Benedicto XVI en 2011, "María,
el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica
con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Asimismo, el Papa Francisco señaló en 2013 que “esto no significa que esté lejos, que se separe de nosotros; María, por el contrario, nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal”.
Las fiestas en España y en Iberoamérica
Según
establece la liturgia eclesiástica la Asunción de María representa el
consuelo para el pueblo y la esperanza de una vida más allá de la
terrenal. Según la tradición y teología de la Iglesia Católica,
la Asunción es la celebración de cuando el cuerpo y alma de la Virgen
María fueron glorificados y llevados al Cielo al término de su vida
terrena. No debe ser confundido con la Ascensión, la cual se refiere a Jesucristo.
Se dice que la resurrección de los cuerpos se dará al final de los
tiempos, pero en el caso de la Virgen María este hecho fue anticipado
por un singular privilegio.
La respuesta a por qué es importante
para los católicos esta fiesta, la encontramos en el Catecismo de la
Iglesia Católica, que dice en el numeral 966: “La Asunción de la
Santísima Virgen constituye una participación singular en la
Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los
demás cristianos”.
Por todo ello y desde siglos, en torno al día de la Asunción – el 15 de agosto -, hay
fiesta en honor de la Virgen Santísima bajo distintos títulos y
advocaciones y en consideración de este misterio de su Asunción gloriosa. Así es la fiesta de la Virgen de los Reyes de Sevilla, de la Virgen del Sagrario en Toledo, de la Virgen de Prado en Ciudad Real, de la Virgen de la Paloma en Madrid, de la Virgen de Begoña en Bilbao.
La Asunción es también la fiesta principal de Málaga, Elche – con su
célebre y mítico “Misteri” -, San Sebastián, Brihuega, Cogolludo, Jaca,
Chinchón, Jumilla…
Además la Virgen María Asunta es
patrona de diversas poblaciones en Iberoamérica, en particular dentro de
España, México, Guatemala, Nicaragua y Paraguay. Asunción, la capital de Paraguay, debe su nombre a ella, quien es su patrona.
El Boletín Oficial de Aragón ha publicado este viernes el nuevo currículum de Bachillerato, que contará con cuatro modalidades, Artes, Ciencias y Tecnología, General (novedad para este próximo curso) y Humanidades y Ciencias Sociales.
Según la modalidad, las optativas que se presentan será Anatomía
aplicada, Informática, Cultura y Patrimonio de Aragón, Educación para la
Ciudadanía, Oratoria, Unión Europea, Sociedad, Medioambiente, Psicología, Educación Física y Lenguas propias de Aragón, entre otras. En Bachillerato se mantiene, que había sido muy demandada, la tutoría. Y en primero, el alumno podrá cursar Religión, que no contará en la evaluación final.
En cuanto al horario, el primer curso comprenderá de 29 periodos
lectivos semanales salvo quien curse religión, que tendrá 31, por lo que
alumno que no la curse no tendrá asignatura alternativa; y en segundo,
30 periodos semanales.
En cuanto a la evaluación será continua y diferenciada. Habrá
una evaluación inicial, tres sesiones parciales (una por trimestre), una
final de evaluación y una extraordinaria. En la final, el equipo docente valorará la evolución de las materias y si no aprueba tendrá lugar una extraordinaria. El pase de curso lo decidirá el equipo docente y podrán promocionar si han superado todas las materias o suspendido dos como máximo, en las que también tendrán que matricularse en segundo y si no las superara entonces podrá matricularse solo en esas.
Para obtener el título, se deberá aprobar todas las
materias de los dos cursos y excepcionalmente con un suspenso si el
equipo docente considera que ha logrado objetivos, ha asistido a clase, se ha presentado a las pruebas y la media aritmética de las asignaturas es 5 como mínimo.
La
enseñanza de la religión cristiana, la historia de las religiones y la
filosofía en general es algo intrínsecamente bueno, por no decir
esencial para la persona
Como
gusta decir al presidente del Gobierno últimamente –es su latiguillo de
verano– la ley está para cumplirse. Efectivamente así es, y además para
el fin para el que fueron creadas las mismas, y no para hacer un uso
torticero, desviado o interesado de ellas.
Dentro
de las normas obligatorias se encuentran también los pactos y convenios
internacionales, a los que la propia Constitución española otorga
rango, un papel muy relevante para la interpretación de los derechos
fundamentales. Entre los múltiples pactos internacionales firmados por
el Reino de España se encuentra los acuerdos con la Santa Sede de 1979, y
entre ellos el de enseñanza y asuntos culturales que entre otras cosas
exige que la asignatura de Religión sea de oferta obligatoria, aunque de
elección voluntaria, en todos los niveles y especialidades de las
enseñanzas preuniversitarias, y que además, para aquellos que las
escojan, la asignatura sea calificada y evaluada como las de mayor
importancia (disciplinas fundamentales dice el convenio), es decir que
compute para todas las medias oficiales de cara al acceso a la
universidad por ejemplo.
Pues bien, está
obligación legal que se impone a todos los poderes públicos españoles
viene siendo objeto de innumerables incumplimientos desde hace muchos
años, y corre el serio peligro de que en los próximos meses de ser
definitivamente noqueada o gravemente capitidisminuida.
El
primer incumplimiento tiene que ver con el hecho de que se haya
excluido total y absolutamente de este ámbito a las enseñanzas de
formación profesional; no se qué razón pueda existir para que los
estudiantes de electricidad, peluquería, automoción, sistemas
informáticos en red, o matricería y moldes, no tengan derecho a optar
por una formación tan vital como es la religiosa; pero lo cierto es que
de esto no tiene la culpa sólo el actual Gobierno, sino también es
atribuible a todos los que le antecedieron, de todos los signos
políticos. Lo acuerdos Iglesia-Estado a los que nos acabamos de referir
expresamente incluyen los estudios de formación profesional dentro de su
ámbito. La Ley está para cumplirla.
El
segundo incumplimiento tiene que ver con el hecho de que, de facto, en
algunas CCAA, entre las que destacan País Vasco y Cataluña, se lleve
años sin ofrecer la asignatura de Religión en la escuela pública, sin
que la alta inspección del Estado en materia educativa haya hecho nada
por remediar este grave incumplimiento legal, algo parecido a lo que
sucede con la enseñanza de un número mínimo de asignaturas en idioma
español. Pero también es cierto que esto lleva años sucediendo. La Ley
está para cumplirla.
Podríamos hablar
también de la reducción de horas a la mínima expresión de la asignatura
de Religión, pero eso es largo de explicar y además en este campo la
jurisprudencia ha sido contradictoria.
Interesa
ahora analizar cómo está quedando la situación con el desarrollo
normativo posterior a la llamada ley Celaá, la que, como se sabe,
modificó a finales de 2020 la Ley Orgánica de Educación.
La
Ley Celaá se limita a decir que enseñanza de la religión católica se
ajustará a lo establecido en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos
Culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado español, declaración
que hace extensiva al resto de las confesiones con las que el estado ha
firmado acuerdos semejantes. Bonita declaración que como veremos a
continuación tiene poco que ver con el desarrollo normativo posterior.
Los
distintos decretos estatales que han regulado recientemente las
llamadas enseñanzas mínimas de primaria, ESO y Bachillerato, han
regulado la oferta de la asignatura de religión de tal medida que se va a
dificultar enormemente la elección de esta materia por parte de las
familias.
De momento le resta valor haciendo
que la misma no compute a los efectos de la obtención de las medias
oficiales, y después elimina la llamada asignatura espejo, es decir la
asignatura que debería ofrecerse junto a la de religión para que así las
familias puedan hacer una elección sencilla y clara. En el pasado esta
asignatura fue ética, y bien podría ser filosofía, historia o cultura de
las religiones, que es precisamente la posibilidad que prevé la Ley
Orgánica de Educación después la reforma Celaá. Pero desgraciadamente
está no ha sido la opción elegida por los citados reglamentos de
desarrollado, que han optado por una solución harto compleja que va a
permitir a las CCAA hacer de su capa un sayo. Haced la ley que yo haré
lo reglamentos decía el Conde Romanones. La Ley está para cumplirla.
Pues
bien, la alternativa que prevén estos reglamentos de enseñanzas mínimas
a la asignatura de Religión esta descrita de un modo muy ambiguo y
alambicado; para los alumnos que no opten por la asignatura de religión,
los centros escolares deben prever medidas de atención educativa, que
tengan por objeto el desarrollo de los elementos transversales de las
competencias a través de la realización de proyectos significativos y
relevantes y de la resolución colaborativa de problemas, reforzando la
autoestima, la autonomía, la reflexión y la responsabilidad, y que vayan
a dirigidas a reforzar los aspectos más transversales del currículo,
favoreciendo la interdisciplinariedad y la conexión entre los diferentes
saberes. Medidas, proyectos, transversalidad…; términos muy abstractos
que van a ser objeto de desarrollo muy diverso por las CCAA que son las
que deben desarrollar los decretos de enseñanzas mínimas. Todo con
muchas comillas porque los decretos de enseñanzas mínimas son de todo
menos mínimos, y regulan todos los aspectos educativos con enorme
exhaustividad.
Los avances de la legislación
autonómica que van llegando, y a los que habrá que estar muy atentos,
no pintan nada bien en los que se refiere al ejercicio de este derecho
fundamental de las familias de optar por la asignatura de religión; o
bien se limitan a reproducir el mismo texto estatal, dejando para
posteriores circulares o resoluciones administrativas el como se
concreta ese proyecto «transversal» que deberá ser la alternativa a la
religión, o incluso avanzan que la religión será una asignatura
adicional, extra, que no tendrá espejo, que sólo cursarán los que la
pidan, quedando los demás libres para ir al patio –o al móvil–, o irse a
casa; y ello además de no computar para las medidas oficiales. La Ley
está para cumplirla.
La escuela privada y
quizás en alguna medida la concertada, puedan ir solucionado el problema
convirtiendo en asignatura alternativa los proyectos transversales,
pero el ejercicio del derecho a optar por la asignatura de Religión cada
vez es más difícil en la escuela pública, y el sector privado no puede
dar la espalda a esta realidad, tratando de paliar su problemática
particular únicamente.
Finalmente, una
palabra por el momento para resaltar que la enseñanza de la religión
cristina, la historia de las religiones, y la filosofía en general es
algo intrínsecamente bueno, por no decir esencial para la persona; la
finitud de la vida del hombre es un misterio y esta verdad es una
realidad inevitable; los hombres desde siempre han dedicado gran parte
de su pensamiento a intentar encontrar explicación lógica a lo
inescrutable; privar a los estudiantes de esta serie de reflexiones es
sin lugar a duda limitarles gravemente. La Iglesia fundada por Dios
encarnada en Cristo, está ligada de modo inseparable de la vida de las
sociedades occidentales, ha sido uno de los fundamentos de su desarrollo
cultural y social; prescindir de ello, como si fuera una asignatura
más, sin ni siquiera capacidad de elección, o haciendo la misma muy
complicada, supone también privar a los jóvenes de armas poderosas para
formarse y crecer como personas sabias y de bien.
Y
por último, la religión no puede ser objeto de adoctrinamiento, y el
que lo intente se equivoca gravemente, y los resultados serán los
distintos a los deseados, ya que una cosa es conocer las respuestas que
dan las religiones, y en concreto la cristiana católica, al misterio de
vida del hombre, y otra muy distinta el despertar del sentimiento
religioso, que, como el enamoramiento, por ser tan personal, no puede
ser de ninguna manera objeto de coerción, o brota del corazón o nunca
surgirá por mas doctrina, teología y dogmática que se aprenda; las
vías para una pastoral de encuentro con Jesús, nada tienen que ver con
la enseñanza de la asignatura de Religión, en todo caso correrán
paralelas.
Fernando Lostao Crespoes abogado, doctor en Derecho y director de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria
Tras la conquista de Canaán, los israelitas sufrieron ataques de los pueblos vecinos, por lo que volvieron a dirigirse a Dios. De nuevo, Dios escuchó su voz, como lo hizo en Egipto, y llamó a algunos hombres y mujeres para que asumieran la defensa de las tribus unidas: eran los jueces.
La Biblia menciona a doce jueces. Según fue pasando el tiempo, las tribus israelitas se dieron cuenta que necesitaban un sistema mejor para defenderse. Observaron que los pueblos vecinos más fuertes tenían al frente un rey, y consideraron que ellos también necesitaban uno. Así que se lo pidieron a Dios.
Dios les advirtió que un rey poderoso podría oprimirles y exigirles riquezas, tierras y obediencia. Pero el pueblo quería un rey que uniera a las tribus, y el profeta Samuel recibió el encargo de buscar un nuevo rey para Israel. Saúl fue el primer rey de Israel.
El 80% de nuestro cerebro está
diseñado para asimilar y procesar imágenes, ¿por qué no aprovecharlo
para fomentar el aprendizaje de nuestro alumnado?
Algunos autores consideran al Visual Thinking como una metodología.
Sin embargo, es una técnica o una herramienta que sirve para organizar y
representar pensamientos por medio de dibujos.
Podemos definir al Visual Thinking (VT) o «pensamiento visual» como
una herramienta que consiste en volcar y manipular ideas a través de
dibujos simples y fácilmente reconocibles, creando conexiones entre sí
por medio de mapas mentales. El objetivo es entender mejor las
ideas, identificar problemas, descubrir soluciones, simular procesos y
también generar nuevas ideas.
Accede y descarga la ficha descriptiva donde encontrarás un resumen y breve descripción de lo que es,
sus objetivos y principales características, así como los pasos para su
aplicación, además de enlaces para ampliar conocimientos y ejemplos de
esta metodología empleada en el aula.
Katja Benrath, 2019, Alemania. Doblada al
castellano
A sus once años, Rocca lleva una vida un tanto peculiar: mientras su padre,
astronauta, está pendiente de ella desde el espacio exterior, vive sola con su
ardilla. En el colegio, no tiene miedo a enfrentarse a los matones de la clase y
no le cuesta hacerse amiga de Casper, un sin techo al que trata de ayudar. Con
su desbordante optimismo, Rocca demuestra que incluso una niña puede cambiar el
mundo.
Título original: Rocca verändert die Welt Género:
comedia Idioma original: alemán Duración: 97 min Edad recomendada:
+8
El padre de Deborah Yakubu habla por primera vez del asesinato de su hija, que fue apedreada y quemada por sus compañeros musulmanes de universidad en Nigeria por un supuesto mensaje "blasfemo". El Parlamento Europeo se negó a condenar este crimen, por la oposición de la izquierda y gracias a la abstención, entre otros, de Ciudadanos.
"Tienen 34 abogados voluntarios y ni siquiera están arrepentidos.
¿Qué queréis que haga?", lamenta el padre de la joven, que asistió en
directo al sacrificio de su hija, impotente ante un estado fallido. Es
un reportaje de Leone Grotti en Tempi.
***
"Papá, me quieren matar".
El padre de Deborah podría esperarse de todo, excepto escuchar estas
palabras cuando a las 9 de la mañana del 12 de mayo, un día que debería
haber sido como cualquier otro, contestó a la llamada telefónica de su
hija.
"Pero ¿quién quiere matarte? ¿Por qué?", respondió apresuradamente, con la voz ya llena de angustia.
"Porque soy cristiana. Me acusan de cometer un acto de blasfemia".
Nadie en Occidente se preocuparía seriamente por tal acusación. Pero
Nigeria no es ni Europa ni Estados Unidos, especialmente el norte del
país, habitado mayoritariamente por musulmanes, y sobre todo Sokoto,
capital del estado norteño nigeriano del mismo nombre, sede de lo que
fue un importante califato a finales del siglo XIX y donde todavía se
aplica la sharía, a pesar de que la Constitución del país declara
explícitamente que Nigeria es un estado laico. Una acusación de blasfemia en el norte islámico de Nigeria, al igual que en Pakistán o Afganistán, equivale a menudo a una sentencia de muerte.
El atroz asesinato de Deborah Yakubu, que fue apedreada y luego quemada por sus compañeros de economía doméstica en el Colegio Universitario Shehu Shagari de Sokoto, horrorizó al mundo entero. La historia de esta joven de 22 años revela un aspecto casi desconocido de la persecución de los cristianos en Nigeria.
El país más poblado y rico de África, dividido casi perfectamente por
la mitad entre cristianos y musulmanes (cada grupo tiene unos 100
millones de creyentes), es noticia cuando Boko Haram lleva a cabo un
atentado suicida, cuando el Estado islámico -aquí llamado Iswap-
orquesta un secuestro masivo, cuando bandas de musulmanes fulani asaltan
pueblos cristianos en el Middle Belt, arrasándolos.
Cuando una de las muchas masacres motivadas por el odio religioso y la sed de poder es tan atroz que no puede ser ignorada.
Pero en Nigeria, sobre todo en el norte, hay una persecución cotidiana menos llamativa, una discriminación rastrera
que empuja a los cristianos a vivir casi en la clandestinidad, a cuidar
cada palabra, como si no tuvieran derechos civiles como todos los
demás.
El mensaje incriminatorio
Esta fue la persecución que llevó a Deborah a una muerte espantosa,
inhumana y "satánica", como la han definido muchos en Nigeria. Sin
embargo, muy poca gente sabe exactamente lo que ocurrió realmente aquel
12 de mayo, cuando un trivial altercado en WhatsApp llevó a un grupo de veinteañeros a apedrear y prender fuego a una compañera de clase.
Los escasos relatos periodísticos carecen de detalles porque los que
estaban allí esa mañana tienen todo el interés en permanecer ocultos y en silencio.
Uno de los pocos que lo vio todo con sus propios ojos es el padre de
Deborah, que ha accedido a rememorar aquel día por primera vez en Tempi,
con la condición de que, por razones de seguridad, no se publique su
nombre, ni su foto, ni la de su numerosa familia, de la que prefiere no
decir nada.
Deborah era una brillante estudiante en el Shehu Shigari College of Education de Sokoto (Nigeria).
Cuando llamó a su padre por teléfono, Deborah ya estaba en una celda de seguridad, donde los guardias de la universidad solían encerrar a los ladronzuelos que se encontraban merodeando por el campus.
La habían llevado allí para protegerla y arrebatarla de las manos de
sus verdugos, que se habían reunido a primera hora de la mañana para tenderle una emboscada y matarla.
"Esa semana hubo varios exámenes", cuenta su padre. "Deborah y
sus compañeros habían abierto un grupo en WhatsApp en el que hablaban
de los cursos, los exámenes y el material necesario para realizarlos".
El día antes del asesinato, una compañera le había preguntado cómo
había conseguido sacar tan buenas notas en el último semestre, y ella le
había contestado por mensaje con la naturalidad y sencillez propias de
una mujer joven, pero ya dotada de una fe madura. "Todo gracias a Jesús".
"El 99% de sus compañeros eran musulmanes y se sintieron ofendidos por esa respuesta, así que le dijeron que retirara esas palabras y se disculpara",
explica su padre. Pero Deborah se negó, diciendo que no había hecho
nada malo, "que creer en Jesús no es un delito en Nigeria y que no tenía
intención de pedir perdón".
El padre de Deborah nunca pudo recuperar el teléfono de su hija y,
por tanto, ni siquiera el contenido exacto del chat. Por supuesto,
llovieron los insultos, las proclamas religiosas y las amenazas de muerte,
hasta el punto de que Deborah se vio impulsada a enviar un mensaje de
voz en el dialecto hausa que, traducido, suena así: "Buen Dios, no nos
pasará nada. El propósito por el que se creó este grupo es enviar
ejemplos de exámenes pasados, no divulgar información innecesaria. Y
además, ¿quién es el profeta Mahoma?".
La lentitud de la seguridad
El mensaje, subraya el padre, "no contiene ninguna expresión
blasfema, pero es un audio extraño y creo, aunque no tengo pruebas, que
fue cortado o manipulado. Solo por citar a Mahoma empezaron a
acusarla de blasfemia, aunque creo que la base de las acusaciones eran
los celos de sus compañeros porque era cristiana y una magnífica estudiante".
En la mañana del 12 de mayo no había lugar para razonar o tratar de entender por qué alguien quería matar a su Deborah. El padre de Deborah reconstruyó después los mensajes de voz, las medias frases y las envidias.
Tras recibir la fatídica llamada, con el corazón en vilo, se dirigió
directamente a la universidad y solo cuando llegó se dio cuenta de la gravedad de la situación:
los guardias de seguridad de la universidad estaban desplegados para
proteger la garita. Dentro, su hija estaba esperando, quizás rezando. En
el exterior, una multitud de musulmanes gritaba sin cesar con las caras
contraídas: "¡Allahu Akbar! ¡Allahu Akbar! (¡Alá es grande!)".
"La situación era muy tensa, supe inmediatamente que, si no hacíamos
nada, esa gente entraría o quemaría la garita. Desgraciadamente, las autoridades del colegio aún no habían llamado a la policía,
así que tuve que ir a la comisaría". Al principio los agentes no se
creyeron las palabras del padre o les hicieron poco caso, porque solo
enviaron a tres policías al colegio y, además, sin uniforme. Cuando
vieron la multitud con sus propios ojos y oyeron los gritos con sus
propios oídos, los policías se convencieron de que se necesitaban refuerzos y además bien armados.
La intervención policial, que el padre de Deborah estaba convencido
de que sería decisiva, no resultó concluyente. El acceso a la garita de
vigilancia estaba vedado, ya que las autoridades universitarias se
habían llevado la llave de la puerta, y era imposible pasar por las
ventanas, ya que estaban cerradas con fuertes rejas. Mientras algunos
agentes salían a buscar desesperadamente la llave, "la multitud crecía y no paraba de gritar: '¡Allahu Akbar! ¡Matémosla! Quememos la garita'".
Exaltación frente a los smartphones
Habían pasado ya dos horas desde el comienzo del calvario de Deborah y
el padre seguía convencido de que lograría salvar a su hija, a pesar de
todo. Efectivamente, dos camiones de la policía habían llegado a la universidad y los agentes habían empezado a lanzar gases lacrimógenos a la multitud para intentar dispersarla.
Cuando finalmente, a mediodía, se encontró la llave de la garita de vigilancia a mediodía, había un centenar de agentes defendiendo a la joven cristiana, 70 de ellos armados con AK-47. El padre estaba seguro de que era un número suficiente para enfrentarse a los doscientos musulmanes que, sin embargo, por rabia y furia ideológica, no iban armados más que con piedras, garrotes y palos.
Sin embargo, "la policía nunca disparó un tiro, ni siquiera al aire.
Lanzaron gases lacrimógenos, claro, pero tuve la clara impresión de que,
si hubieran querido de verdad, podrían haber salvado a Deborah. Tuvieron cuatro horas para sacarla de allí, pero no lo hicieron".
La situación se precipitó entonces de forma rápida e inesperada: la multitud rompió el cordón policial, prendió fuego a la garita, sacó a Deborah a rastras y comenzó a golpearla salvajemente con piedras y palos, sin piedad, porque los blasfemos, según la sharía, no la merecen. Tras apedrearla, arrojaron neumáticos sobre su cuerpo y la quemaron.
Los más entusiastas de la multitud, convencidos de que estaban captando un momento glorioso, lo filmaron todo con sus smartphones, y uno de los asesinos, presa de una euforia diabólica, mostró triunfalmente a la cámara la caja de cerillas con la que había prendido fuego al cuerpo de la joven cristiana.
Antes de que comenzara la ejecución sumaria, mientras la sacaban de
la garita a la fuerza, arrancándole la ropa, Deborah solo tuvo tiempo de
preguntar a sus verdugos: "'¿Qué esperáis ganar matándome?'. Esas fueron sus últimas palabras", cuenta su padre.
Una vez terminado el sangriento ritual, por fin satisfechos, la multitud se dispersó y la policía, junto con las autoridades del colegio, recogieron el cuerpo carbonizado de Deborah.
"La llevaron al hospital, mientras yo los seguía, y luego se fueron dejándome allí solo", continuó el padre.
"Querían incinerar su cuerpo y yo no sabía qué hacer. Me pasé todo el
día siguiente consiguiendo permisos para llevar a mi Deborah a casa y
darle un entierro adecuado en mi pueblo. El sábado por fin lo conseguí, pero no fue fácil: la ciudad estaba revuelta".
Solidaridad con los asesinos
Por extraño que parezca, no fue la minoría cristiana que vive en
Sokoto la que salió a la calle por miles, protestando, coreando
consignas y saqueando edificios, sino la comunidad islámica, furiosa porque la policía se había atrevido a detener a dos de los muchos asesinos que habían apedreado y quemado a Deborah: sus compañeros de clase Bilyaminu Aliyu y Aminu Hukunchi.
Cientos de musulmanes protestaron violentamente en las calles de
Sokoto tras la detención de dos de los responsables del asesinato de
Deborah.
Según el padre de la cristiana, "15 ó 20 personas la mataron
físicamente" de una multitud de doscientos. Esto significa que unos 18
criminales siguen en libertad por un asesinato que suscitó la condena
unánime de todas las autoridades gubernamentales y religiosas de
Nigeria. Sin embargo, la comunidad musulmana de Sokoto no está
satisfecha, ya que considera esas detenciones una afrenta porque, según
ellos, los dos jóvenes no habían hecho más que defender "el honor del profeta Mahoma" de los insultos de una blasfema.
Por eso asaltaron la catedral de la Sagrada Familia, destruyendo las vidrieras de la iglesia.
Por eso devastaron la iglesia católica de San Kevin, quemándola parcialmente, y destrozaron las ventanas del complejo hospitalario que la diócesis estaba construyendo cerca.
La furia de los manifestantes cayó también sobre un edificio de la Iglesia evangélica
Ecwa, las tiendas de muchos cristianos y un autobús, que fue
incendiado. Miles de personas marcharon entonces hacia el palacio del
sultán, Muhammad Sa'ad Abubakar, para exigir la liberación de los detenidos, al grito de "¡Allahu Akbar!".
Mientras el gobernador de Sokoto imponía el toque de queda en la
ciudad y el padre de Deborah intentaba volver a casa con los restos de
su hija, dos de los presuntos asesinos comparecieron ante el tribunal,
asistidos por un grupo de nada menos que 34 abogados que se ofrecieron a defenderlos. Ambos acusados se declararon inocentes y pidieron la libertad bajo fianza.
Los jueces aún no han decidido si los ponen en libertad, pero al
padre de Deborah no le importa el juicio: no asistió a la primera vista y
no le importan las siguientes. Es más, ni siquiera quiere presentar cargos: "¿Qué puedo hacer? Tienen más de 30 abogados. Se han declarado inocentes, ni siquiera lamentan haber matado a mi hija. ¿Cómo puedo esperar obtener justicia de un tribunal humano en estas condiciones? Solo Dios puede hacer justicia".
Se siente impotente, la misma sensación que tuvo aquella mañana del
12 de mayo, cuando la turba irrumpió en la garita para matar a su
Deborah sin que la policía moviera un dedo para detenerlos. "Todavía
tengo a la gente que la mató delante de mis ojos. Me siento triste, pero
no quiero vengarme. No puedo hacer nada, pero sé que Dios existe y rezo
para que se ocupe de todo. No lo entiendo, solo Él tiene todas las respuestas. Mi Deborah no hizo nada malo, pero la mataron. Lo dejo todo en manos de Dios. Él se ocupará de todo".
Estoy convencido de que a ser religioso, creyente, practicante, no se
aprende en la escuela. El sentido trascendente de la vida y la formación
religiosa en su sentido más pleno, o se transmiten en el seno del
propio hogar, con los oportunos apoyos exteriores, o difícilmente se
trasmiten en ninguna otra institución (dejando aparte, claro está, el
directo influjo de la gracia divina, que «sopla cuando quiere»). No es
ésta la cuestión que está en juego, consiguientemente, cuando se
defiende sin vacilar -como es mi caso- la conveniencia de enseñar
religión en las escuelas públicas.
Sé muy bien que en determinados países no se hace (Francia y los Estados
Unidos, por poner sólo un par de ejemplos ilustres), pero sí en muchos
otros, la mayoría, en Europa y fuera de ella, y en situaciones muy
distintas de confesionalidad de la población (católica, protestante,
ortodoxa o no cristiana).
Enseñar religión en las escuelas es básico para que todos los niños y
adolescentes sepan, independientemente de las ideas religiosas de sus
padres, que la religiosidad es una dimensión sustancial de la persona
humana, gracias a la cual se han producido a lo largo de la historia
hechos sociales y culturales de importancia capital para el desarrollo
de la humanidad misma.
Sin el sentido religioso, difícilmente podrían explicarse todas esas
cosas que se intentan «explicar» en las escuelas: la literatura, el
arte, la historia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
hasta la ciencia e incluso la matemática. No enseñar religión es
-respetando profundamente a quienes sustentan esa idea- una postura
artificial, como la de esos padres empeñados en mantener que, en casa,
determinados temas «no se tocan», aunque estén en la cabeza y en la
lengua de todos.
Muy al contrario, cada vez se hace más perentoria la necesidad de
afrontar en la escuela pública una adecuada enseñanza de la religión.
Otra cosa distinta es el qué y el cómo. Parece lógico respetar en
cualquier caso el criterio de los padres, salvo que ese criterio sea el
de impedir que aprenda religión no sólo el respectivo hijo (a lo que
tienen pleno derecho), sino cualquier otro hijo de vecino.
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