Estoy convencido de que a ser religioso, creyente, practicante, no se
aprende en la escuela. El sentido trascendente de la vida y la formación
religiosa en su sentido más pleno, o se transmiten en el seno del
propio hogar, con los oportunos apoyos exteriores, o difícilmente se
trasmiten en ninguna otra institución (dejando aparte, claro está, el
directo influjo de la gracia divina, que «sopla cuando quiere»). No es
ésta la cuestión que está en juego, consiguientemente, cuando se
defiende sin vacilar -como es mi caso- la conveniencia de enseñar
religión en las escuelas públicas.
Sé muy bien que en determinados países no se hace (Francia y los Estados
Unidos, por poner sólo un par de ejemplos ilustres), pero sí en muchos
otros, la mayoría, en Europa y fuera de ella, y en situaciones muy
distintas de confesionalidad de la población (católica, protestante,
ortodoxa o no cristiana).
Enseñar religión en las escuelas es básico para que todos los niños y
adolescentes sepan, independientemente de las ideas religiosas de sus
padres, que la religiosidad es una dimensión sustancial de la persona
humana, gracias a la cual se han producido a lo largo de la historia
hechos sociales y culturales de importancia capital para el desarrollo
de la humanidad misma.
Sin el sentido religioso, difícilmente podrían explicarse todas esas
cosas que se intentan «explicar» en las escuelas: la literatura, el
arte, la historia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
hasta la ciencia e incluso la matemática. No enseñar religión es
-respetando profundamente a quienes sustentan esa idea- una postura
artificial, como la de esos padres empeñados en mantener que, en casa,
determinados temas «no se tocan», aunque estén en la cabeza y en la
lengua de todos.
Muy al contrario, cada vez se hace más perentoria la necesidad de
afrontar en la escuela pública una adecuada enseñanza de la religión.
Otra cosa distinta es el qué y el cómo. Parece lógico respetar en
cualquier caso el criterio de los padres, salvo que ese criterio sea el
de impedir que aprenda religión no sólo el respectivo hijo (a lo que
tienen pleno derecho), sino cualquier otro hijo de vecino.
fuente: interrogantes.net
Así es,no obligamos a nadie,es un derecho de los padres que quieran que sus hijos conozcan y reflexionen en esta parte del ser humano,que pueda formarse y así tener una educación integral la persona.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo; la Religión está en la literatura, la música, el arte…Negar la enseñanza de la Religión en la escuela pública, es pretender una educación sesgada.
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