
1. Una Iglesia que apuesta por la centralidad de la persona en la educación
Este foro ha tenido el marco eclesial de nuestro tiempo. En todos los
procesos educativos, el compromiso de la Iglesia ha sido grande y ha
asumido la propuesta de la centralidad de la persona, como se formula en
los mensajes del Papa Francisco a propósito del Pacto Educativo Global, y en sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti. La aportación del cardenal Angelo Bagnasco,
presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, puso de
manifiesto «este compromiso de la Iglesia con la educación, al servicio
del bien común, y su esencial apuesta por la humanización». Por eso, la
Comisión concluye que «este marco eclesial de nuestro tiempo debe
constituir una fuente de inspiración para la actualización del nuevo
currículo de Religión católica».
2. El Espacio Europeo de Educación y la creciente preocupación por la humanización
Durante las intervenciones en el Foro se han abordado iniciativas
educativas de PISA y la OCDE, de Naciones Unidas y la Agenda 2030, y de
la UNESCO; se han analizado las competencias clave para el aprendizaje
permanente que se proponen para todo ciudadano de la Unión Europea,
actualizadas en 2018, y el Espacio Europeo de Educación previsto para
2025. Ante lo expuesto, la Comisión indica que «el nuevo currículo de
Religión católica deberá plantearse en diálogo con estos desafíos
globales identificando sinergias y oportunidades».
3. La LOMLOE: un nuevo marco pedagógico para los currículos de todas las áreas y materias
El Foro ha incluido las novedades pedagógicas del marco curricular de
la LOMLOE. En la primera sesión, el Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana,
indicaba «algunos elementos de la nueva arquitectura curricular que
deberán definirse con mayor detalle en los próximos decretos de
enseñanzas mínimas para cada una de las etapas educativas». Es evidente
que el nuevo currículo de Religión deberá «plantearse en línea con el
marco pedagógico de la LOMLOE, es decir, en clave de competencias y en
referencia a sus descriptores en los perfiles de salida que fijarán las
Administraciones educativas».
4. La Teología como fuente epistemológica del currículo de Religión católica
Este proceso de revisión del currículo ayuda a volver a «la Teología
como discurso académico sobre la fe, capaz de inspirar la selección de
aquellos contenidos esenciales para la reflexión sobre el mensaje
cristiano». Conocer esto contribuirá al diálogo de la fe con las
culturas que es propio de los procesos educativos. Por esta razón, tanto
los contenidos esenciales de la Revelación, como el conocimiento de
Dios Padre, la centralidad de Jesucristo, la antropología cristiana, la
comunidad eclesial y su historia, o los principios y valores del
pensamiento social cristiano, serán completamente necesarios en el nuevo
currículo.
5. El diálogo fe-cultura como actitud fundante de la enseñanza de la religión
La fe cristiana se vive en una sociedad concreta y en unos
acontecimientos concretos. Como nada de lo humano nos es ajeno, la
Comisión quiere «abrir puertas y ventanas a todo lo que preocupa en
nuestros contextos, locales y globales». Así, el nuevo currículo deberá
capacitar a la persona para el diálogo intercultural e interreligioso
imprescindible en las sociedades plurales y democráticas. Además, tendrá
que comprometerse «con el legado cultural y todo su patrimonio
artístico y social, visibilizando sus raíces cristianas; y será
necesario acoger con plena responsabilidad la promoción de la dignidad
personal y los derechos humanos de todos y todas, el cuidado del planeta
y la construcción de la “casa común”, la denuncia de la injusticia y la
propuesta de la inclusión, la formación de la ciudadanía global y el
fortalecimiento de las libertades fundamentales y la democracia».
6. Un currículo de Religión católica en línea con las finalidades propias de la escuela
El nuevo currículo «deberá diseñar sus intenciones educativas en
línea con las finalidades propias de la escuela, la formación integral,
el diálogo y la comprensión crítica de la cultura, el conocimiento de
las sociedades y la participación responsable en su construcción social;
habremos de tener en cuenta también los desafíos globales del paradigma
tecnocrático que la escuela tendrá que afrontar». Para ello, tendrá en
el centro la formación personal y social, cuidando el desarrollo
emocional y el proyecto vital; y deberá acompañar el despertar
espiritual y la búsqueda de respuestas a las cuestiones del sentido.
7. Un currículo de Religión católica con un enfoque competencial
En coherencia con la estructura curricular que la LOMLOE establecerá,
el nuevo currículo de Religión «deberá definir sus competencias
específicas en cada una de las etapas educativas vinculándolas con las
ocho competencias clave e indicando su contribución educativa a los
perfiles de salida». Además, deberá enumerar los aprendizajes básicos
para cada etapa, es decir, los contenidos, teniendo en cuenta las
dimensiones cognitiva, instrumental y actitudinal; también deberá fijar
los criterios de evaluación para cada etapa: segundo ciclo de Infantil,
por ciclos en Primaria, y por cursos en ESO y Bachillerato. La Comisión
cree que también se podrían incorporar algunas orientaciones sobre
metodología y situaciones de aprendizaje propias de una didáctica basada
en las competencias.
8. Un currículo que se puede programar por ámbitos de forma globalizada e interdisciplinar
La LOMLOE plantea que los centros escolares, en ejercicio de su
autonomía pedagógica y en coherencia con su proyecto educativo, puedan
organizar la programación de las áreas y materias curriculares en
ámbitos y proyectos. Acoger este desafío de innovación educativa debería
convertirse, así se ha solicitado en numerosas aportaciones del Foro,
en una propuesta de orientaciones metodológicas en el nuevo currículo de
Religión católica. Esta propuesta exige que la secuencia de los
aprendizajes básicos se haga por ciclos y cursos teniendo en cuenta los
currículos de otras áreas y materias para facilitar, si llegara el caso,
la programación de ámbitos y proyectos en los que el currículo de
Religión católica podría globalizarse e integrarse.
9. Un currículo abierto a las metodologías activas y cooperativas
Finalmente, el Foro también ha puesto de manifiesto algunas buenas
prácticas que conectan las clases de Religión con el entorno y, además
de proponer aprendizajes propios, se relacionan de forma constructiva
con el medio social y cultural del contexto. El aprendizaje-servicio y
otras metodologías innovadoras han mostrado su mejora del rendimiento
escolar porque aumentan la motivación del alumnado y su capacidad de
comprensión de contenidos esenciales. Por tanto, aunque las metodologías
corresponden en última instancia a los proyectos educativos del centro y
a la programación didáctica de los profesores, el nuevo currículo
podría acoger estas propuestas pedagógicas que ya sabemos por
experiencias de éxito que constituyen oportunidades de mejora.
10. Un currículo común contextualizado en los entornos locales
La reforma educativa de la LOMLOE ha descentralizado algunas
decisiones sobre la elaboración del currículo. El cambio de las
enseñanzas comunes a las enseñanzas mínimas abre espacios de decisión
para las comunidades autónomas; también la autonomía pedagógica de los
centros educativos se verá fortalecida en los desarrollos de la Ley. En
el caso del área de Religión católica, aunque no se ha definido, las
propuestas apuntan a conjugar también los elementos comunes del
currículo con otros más cercanos a las realidades locales. Un escenario
posible sería que los tres primeros elementos del currículo se fijaran
con carácter estatal, y que se abra la posibilidad de que pueda
contextualizarse el currículo de Religión católica con las referencias
más cercanas del entorno.
Fuente: https://www.revistaecclesia.com/las-10-conclusiones-del-foro-del-curriculo-de-religion/