Maciej Klein
Lejos
de querer contribuir al actual clima de alarmismo, quiero aclarar
algunas cosas que se dicen hoy en día tan alegremente sobre la clase de
religión y que nada tiene que ver con la realidad en los centros
educativos. Los profesores de religión estamos realmente cansados de
estar siempre en el punto de mira de la política, que no solo nos ha
colgado el San Benito de todo el
fracaso educativo, sino que, en sus luchas por el poder, se ha acostumbrado a utilizarnos para sus fines políticos.
Somos
los que, muchas veces, pagan realmente el pato por las dudosas
gestiones educativas de los distintos gobiernos. Parece que el problema
de la educación en España es solo y exclusivamente la asignatura de
religión, fuente de todos los males. Desde el restablecimiento de la
democracia,
tanto el PSOE como el PP han mantenido a la
clase de religión como un arma arrojadiza para conseguir un puñado de
votos. Nunca se ha abordado el problema educativo de manera global,
nunca se ha querido llegar a un pacto educativo. Nunca se ha querido
profundizar en los problemas educativos de verdad y se ha ignorado una y
otra vez a los verdaderos protagonistas: padres y madres, alumnado y
profesorado.
En materia de educación estamos acostumbrados a la
imposición. Se imponen medidas fuertemente ideologizadas, según quien
gobierna, no se escucha a los expertos, a los sindicatos, ni se dialoga
lo suficiente con toda la comunidad educativa. La jerarquía de la
Iglesia española, por su parte, también ha pecado por simpatizar
demasiado con la corriente de un partido determinado y que a su vez le
ha dado la espalda cuando le vinieron las santas ganas. Religión en la
escuela no solo ha sufrido modificaciones o
recortes
por parte de la izquierda. La LOMCE del PP ha introducido cambios que
han perjudicado a la clase de religión (recorte de horas en tercero de
la ESO, poca claridad en la optativa de segundo de Bachillerato).
El debate profundo sobre la educación, cuya pequeña parte también es
la cuestión de la clase de religión, no interesa a nadie. Parece que es
mejor seguir con las
peleas de patio de unos contra
otros, mantener “el pulso”, polemizar, crispar, incordiar, buscar
enemigos “en los otros” y poder decir siempre al final: “Ven, otra vez
le hemos dado su merecido a la religión, esa maldita asignatura que
tiene culpa de todo”.
Pero vayamos a las distintas mentiras que he escuchado sobre religión en la escuela y que a veces por verdadero
desconocimiento
se convierten en proclamas de unos y otros para la alegría de algunos.
Los profesores de religión tenemos que lidiar a diario con
desconocimiento, prejuicios, injusticias concretas, medias verdades o
mentiras. Aquí una lista de algunas de ellas.
Primera mentira: “La clase de religión debería ser voluntaria”
Llama
poderosamente la atención que en el mismo pacto PSOE-Podemos de hace
unas semanas se creó esta confusión proclamando sin tapujos este fake, o
lo que es una mentira de toda la vida: “Religión será de carácter
voluntario para los estudiantes”. Impresiona también que enseguida todos
los
telediarios del país repitieran esta proclama hasta la saciedad sin cuestionarla siquiera.
Recordemos los hechos: La clase de religión desde la transición ha
sido una asignatura de libre elección. Siempre, en los gobiernos de
todos los colores. Es una realidad que existe desde hace cuarenta años.
La afirmación “la asignatura de religión tendrá carácter voluntario” ya
tiene vigencia y los alumnos disfrutan de este derecho a la libre y
voluntaria elección de la materia desde finales de los años setenta. No
así en la anterior
dictadura franquista donde la clase
de religión tenía un carácter obligatorio y su currículo poco tenía que
ver con los contenidos que se dan en la clase de religión actual. El
franquismo está superado, también en las aulas. La asignatura de
religión no es, y nunca ha sido en democracia, una imposición.
Segunda mentira: “La clase de religión es adoctrinamiento”
La
clase de religión tiene un carácter académico. Los contenidos sobre el
cristianismo, y otras religiones que también se analizan, no se
presentan con autoritarismo, nunca se pretende monopolizar la verdad. Es
una clase que fomenta el debate, estimula un espíritu crítico, la
interculturalidad, se fomenta el diálogo entre todos los alumnos de
muchas nacionalidades. Los profesores de religión somos muy sensibles a
“no adoctrinar” y estamos muy
comprometidos con los itinerarios de valores cívico-democráticos de nuestros centros.
No era así, por supuesto, en la dictadura franquista donde el
nacionalcatolicismo se presentaba como la única doctrina posible para
los españoles. Pero repitamos: No estamos por fortuna en la España de
Franco y la clase de religión de hoy es más heredera del Concilio
Vaticano II con su apertura al mundo y de las actuales reformas del Papa
Francisco que del nacionalcatolicismo rancio del franquismo.
Tercera mentira: “Es catequesis y debe darse en la Iglesia y no en la escuela”
Es
muy común escuchar que en las clases de religión se catequiza a los
niños o peor todavía que se les manipula o se les obliga a rezar. Todos
son prejuicios infundados. Es un ámbito escolar y aquí ni se recitan
oraciones ni se “celebra la fe”. Su carácter es educativo, explicativo,
formacional y por eso no es equiparable a la catequesis de la parroquia.
Los profesores de religión son muy sensibles a distinguir estos dos
ámbitos y se dedican con profesionalidad a dar clases con el debido
carácter
académico.
Cuarta mentira: “Los
profesores de religión son catequistas de la parroquia y no tienen la
suficiente preparación para dar clases en un instituto”
Falso. El profesorado de religión tiene que cumplir estrictos requisitos para poder impartir las clases.
La
titulación del maestro de primaria tiene que ser al menos una
diplomatura en ciencias religiosas y el profesorado de secundaria debe
poseer la licenciatura en teología. A parte de la preparación
académica, deben demostrar su idoneidad con una formación didáctica
obteniendo el título de la DECA. Esto no es todo: los profesores de
religión deben pasar por un proceso de selección de cada diócesis que a
su vez los propone a la administración educativa como expertos en la
materia. El delegado de enseñanza de una determinada diócesis se esmera
en escoger a los mejores profesionales, no solo a nivel teológico pero
también y sobre todo a nivel pedagógico.
La asignatura de religión está regulada en un
acuerdo entre la Santa Sede y España.
Está dentro de la ley, aunque no rara vez se la quiere presentar como
ilegal o irregular. Es verdad que no hemos accedido a la profesión
aprobando unas oposiciones pero también es verdad que nadie nunca ha
planteado esta posibilidad. Somos un colectivo comprometido con la
educación que no deja de formarse, aprovechando un amplio espectro de
formación continua. La innovación educativa es una seña de identidad del
profesorado de religión y nuestros compañeros en los institutos, quizás
los únicos, saben apreciar este aspecto.
Quinta mentira: “En
España existe una involución, no así en Europa donde la educación es
laica y la asignatura de religión no se da”
También esto es
mentira o desinformación. En el 80 % los países de la UE se dan clases
de religión. De los veintiocho solo Francia y otros cinco más prescinden
de la religión en la escuela, más por razones históricas que
ideológicas. No obstante el gobierno francés ha creado una comisión que
estudia introducir de nuevo la materia de religión en la escuela a raíz
de numerosos casos de alumnado radicalizado y simpatizante de ISIS y
otros grupos islamistas con las correspondientes consecuencias. La
Francia del laicismo ha comprendido que sin una educación íntegra,
incluyendo también el aspecto religioso, nuestro alumnado ya bastante
vulnerable, es presa fácil de los
fundamentalismos religiosos.
“Es una asignatura polémica por eso mejor eliminarla”
En la
vida real de los centros educativos, religión en la escuela no sólo no
es un problema a nivel práctico sino que los profesores de religión y la
materia en sí son muy queridos y apreciados por las comunidades
educativas de los colegios e institutos. La polémica es creada
artificialmente cada x tiempo por los partidos políticos, siempre en
relación con los cambios educativos. El asunto de la clase de religión
se sobredimensiona, por razones puramente ideológicas. Se crea
intencionadamente un problema casi inexistente. Es una polémica estéril,
cansina y que responde más a la búsqueda de fines partidistas que al
bien común de los ciudadanos. Aquí, por un puñado de votos, meten la
pata políticos de todos los colores, no tan raras veces
alentados por algún que otro prelado.
La ciudadanía, sin embargo, como en muchas otras ocasiones, no percibe a
la asignatura de religión como un problema. Las estadísticas hablan muy
a favor de la clase de religión.
“¡Qué más da! La clase de religión es una “maría” y no sirve para nada”
Este
“argumento” nos duele mucho a los que nos dedicamos a la enseñanza de
esta materia, sobre todo cuando viene de alguien que supuestamente es
una persona culta. La teología en España no se aprecia lo suficiente. Se
la rebaja injustamente de categoría y se cuestiona su carácter
académico. Mientras que en el norte de Europa un teólogo es considerado
una voz eminente y muy reconocida a nivel social, en España te hacen
saber sin tapujos que eres un poco más que un “vende humos” o en el
mejor de los casos un
vendedor de Biblias.
"La teología es una de las humanidades más completas con
asignaturas que abarcan antropología, filosofía, psicología, historia,
dogmática, derecho, y un largo etc"
La teología actual es sin embargo una
ciencia profundamente humanista.
Es una disciplina que está en un constante diálogo con la filosofía
moderna y postmoderna. Es comprometida con lo social y con la ecología.
Es una de las humanidades más completas con asignaturas que abarcan
antropología, filosofía, psicología, historia, dogmática, derecho, y un
largo etc. Sabemos de lo que hablamos y lo hacemos con dedicación.
Desde hace unos años se organizan jornadas de
innovación educativa
de los profesores de religión. Cuando nadie ha escuchado sobre trabajar
en proyectos, nosotros ya lo hacíamos. Cuando las consejerías de
educación no sabían incentivar trabajo en equipo y formación permanente
del profesorado, nosotros ya nos reuníamos periódicamente y nos
formábamos a nivel académico y pedagógico. Tenemos un currículo
establecido y cumplimos con él. Es verdad que también lo criticamos
porque a las autoridades eclesiásticas les pasa a veces lo mismo que a
las políticas: que hacen los currículos sin contar con nosotros.
A
mí personalmente me gustaba más el currículo de la LOE que el de la
LOMCE. El segundo se hizo de prisa y es más dogmático, parte muy poco de
los jóvenes y partir de ellos es fundamental. Los profes preparamos
nuestras clases con mucha diligencia y mucho amor.
Llevamos a nuestro alumnado al museo del Prado, les explicamos las tres religiones en la Alhambra,
en la catedral y en el barrio judío de Granada. Las actividades
complementarias y extraescolares forman parte de nuestras
programaciones. No en vano escuchamos de nuestros alumnos: “Profe, fue
en tus clases donde más pensé, más me podía expresar, más cosas me
planteé por mí mismo, donde más utilicé mi espíritu crítico”. Si esto es
una “maría”, bienvenida sea porque cada vez hay menos de esto en la
educación de los Planes Bolonia y de las Pruebas Pisa.
“La religión es oscurantismo, lo contrario a la ciencia; cuentan a nuestros niños que Dios creó el mundo en siete días”
Lo
más escalofriante es escuchar esta frase a un compañero del instituto.
Te ves obligado a explicar cosas que deberían ser obvias: que los profes
de Reli no somos oscurantistas o unos negados de la ciencia o peor aún:
creacionistas, como lo son algunas sectas evangelistas de EEUU. Pero ¿qué se va a hacer? Aquí te meten en el mismo saco.
Pido,
por favor, a todos que están desinformados que no se preocupen y que no
teman los contenidos de la asignatura de religión. No son la otra parte
de la moneda de la ciencia. Aquí también somos científicos. Leemos los
pasajes de la Biblia y los
interpretamos, utilizando
los métodos de la hermenéutica que hemos aprendido en las aulas de las
facultades. La exégesis del Antiguo y del Nuevo Testamento la teníamos
entre nuestras materias académicas. Por mucho que le pueda fastidiar a
alguien, en clase de religión no contamos que la tierra sea plana.
"Por mucho que le pueda fastidiar a alguien, en clase de religión no contamos que la tierra sea plana"
“La Iglesia ya no tiene tanta influencia en la sociedad por eso “religión” debería salir de la escuela”
Es curioso que este argumento lo rebaten las estadísticas que hablan muy a favor de la clase de religión. La asignatura
la siguen eligiendo dos de cada tres alumnos
y el porcentaje no baja. Solo en Bachillerato la cosa no sube de
treinta por ciento pero es un tema muy complejo. Algo estaremos haciendo
bien, si más de la mitad del alumnado nos sigue eligiendo. Se podrá
decir con la cabeza bien alta que nuestra asignatura es la más
democrática, pues la eligen libremente los padres y los alumnos.
“En las clases de religión solo se habla del cristianismo pero se debería enseñar también contenidos sobre otras religiones”
En las clases de religión no solo hablamos del cristianismo. Es verdad que es una asignatura
confesional
y la presentación del cristianismo predomina pero los contenidos
incluyen un pequeño recorrido por todas las religiones. Sobre todo se
enfoca las tres religiones monoteístas, y no puede ser de otra manera
porque la senda de la Iglesia es el diálogo interreligioso y la teología
tiene ya desde hace muchos años un carácter ecuménico. Es importante
que nuestros alumnos conozcan las similitudes y diferencias entre los
distintos credos y sepan definir al creyente de todas las religiones. La
gran sorpresa dentro del aula de religión es la comunión entre alumnos
cristianos, musulmanes, judíos pero también alumnos con credos de
tradiciones orientales e incluso agnósticos o indiferentes religiosos.
Quiero concluir pensando en voz alta: Aunque siempre escucharemos
muchas cosas confusas sobre la clase de religión, debemos estar
esperanzados siempre, como nos enseña tantas veces el Papa Francisco,
tener la mirada puesta en nuestros alumnos y en su
desarrollo como personas; ellos y ellas son los más importantes. Su educación plena nos importa muchísimo.
¿Y
la política? Esperemos con paciencia, démosle una oportunidad al nuevo
gobierno, no seamos alarmistas, aboguemos por el diálogo. Por ahora con
el proyecto de la LOMLOE se ha dicho que la “asignatura será de oferta
obligatoria pero voluntaria y sin asignatura espejo”, o sea volveremos a
la Ley Zapatero (LOE) respecto a la clase de religión. Esperemos que la
senda siga por el diálogo social con todos los agentes, también en la
educación.
No necesitamos “salvapatrias” de ningún color político, necesitamos personas dialogantes.
Lo que hace falta con urgencia en educación es más diálogo, más
discusión sosegada, más consensos y sobre todo más escucha a los
expertos en la materia educativa… porque hay muchas cuestiones que
deberían ocupar los primeros puestos en ser abordadas y este puesto
desde luego no debería ocupar la cuestión de la religión en la escuela.
Fuente:
https://www.religiondigital.org/teologia_para_una_iglesia_en_salida/fakes-clase-religion_0_2198480137.html