Ignacio Zafra
Las
comunidades autónomas están planificando qué hacer con los cerca de dos
millones de alumnos que no estudian Religión. Desde el curso que viene,
quienes no la elijan no cursarán otra asignatura, como hasta ahora.
Los centros deberán ofrecerles una “atención educativa”, pero esta no
podrá consistir en que aprendan nuevos contenidos, ni siquiera en
repasar con un docente los ya recibidos en clases de refuerzo, según los
extraños límites que envuelven la enseñanza religiosa en los centros
educativos, construidos sobre un acuerdo internacional (el suscrito en
1979 por España y la Santa Sede), varias sentencias del Tribunal Supremo
y las normas del Ministerio de Educación, las últimas de las cuales
serán publicadas en breve. Las autonomías barajan varias opciones. Entre
ellas, que trabajen en los proyectos transversales de centro que suelen
tener en marcha colegios e institutos, dedicados a cuestiones como la
sostenibilidad o la igualdad; que estudien de forma autónoma
supervisados por un profesor, o que practiquen “deporte libre”, también
bajo supervisión docente.
Uno de los responsables educativos
autonómicos consultados por este periódico, que piden no ser
identificados con el argumento de que todavía no han tomado una decisión
definitiva, no descarta otra posibilidad: que los centros,
especialmente los institutos, pongan la Religión a primera o última hora
de la jornada, y quienes no tengan la materia puedan llegar más tarde o
irse antes. La fuente admite, sin embargo, que tal y como el Ministerio
de Educación ha redactado los borradores de decreto de currículo, esa posibilidad puede ser problemática.
La
nueva regulación, pendiente de ser aprobada, establece que en primaria y
la ESO los centros darán a quienes no elijan Religión la “debida
atención educativa” mediante proyectos colaborativos, con el objetivo de
reforzar “la autoestima, la autonomía, la reflexión y la
responsabilidad” y los “aspectos más transversales del currículo”. El
redactado ha sido elegido para evitar un choque con la Iglesia
(partidaria de mantener una asignatura espejo evaluable). Pero también
está condicionado por el estrecho camino que los jueces han marcado en
las últimas tres décadas. Las sentencias han establecido que lo que haga
el alumnado que no estudia Religión no puede ser demasiado ―en el
sentido de aprovechar el tiempo para repasar contenidos de otras
materias, porque según el Supremo ello pondría en desventaja a quienes
escogen la asignatura confesional―, ni demasiado poco ―esto es, no
teniendo una actividad escolar, porque según el mismo tribunal ello les
permitiría “dedicar esas horas a juegos y ocio, lo que atraería a la
mayoría de los alumnos a no optar por ninguna clase de religión”―.
Pérdida de relevancia
Entre
la decena de autonomías que han respondido a las preguntas de este
diario sobre sus planes en torno a Religión, no figura ninguna de las
cinco gobernadas por el PP. Pero todos los territorios tendrán un límite
común: la pérdida de relevancia académica de la materia, ya que ni
esta, ni la actividad que se programe para quienes no la elijan contarán
en el expediente académico a efectos de pedir becas o acceder a una
carrera.
La opinión casi unánime en la comunidad educativa es que
ello supondrá una caída de la matrícula de la asignatura. Pedro Huertas,
secretario general de Escuelas Católicas, la patronal de la escuela
concertada religiosa, afirma: “Si a la asignatura se la margina, se le
quita la materia espejo, incluso algunas autonomías se plantean sacarla
del horario escolar normal… es lógico que haya un descenso de alumnado,
sobre todo en los colegios públicos, aunque espero que no sea muy
significativo”.
La materia ya ha perdido muchos estudiantes.
Respecto a finales de los años noventa, ha perdido 20 puntos en primaria
y 10 en secundaria, hasta matricular en torno al 60% del alumnado en
ambas etapas. El retroceso ha sido mayor en los centros públicos (donde
se sitúa en torno al 50%) que en los concertados (donde la estudia más
del 80%). Y hay grandes diferencias por comunidades: en Andalucía, en
primaria, casi 8 de cada 10 alumnos tienen Religión, mientras en el País
Vasco no llegan a cuatro.
Abandono del cristianismo
El
descenso se ha producido, explica Rafael Ruiz, profesor de Sociología en
la Universidad Complutense de Madrid, en el contexto de la
“secularización muy profunda y drástica” que ha vivido la sociedad
española, particularmente desde el inicio del siglo XXI, situándose como
uno de los tres países europeos donde más ha retrocedido el cristianismo.
Un 40% de la población se declara no religiosa, según ha publicado este
año el CIS. Y las bodas por la Iglesia cayeron el año pasado al 10% del
total, 65 puntos menos que a mediados de los años noventa.
La
pérdida de alumnos de Religión no ha sido tan intensa. Hungría Panadero,
de la Fundació Ferrer i Guàrdia, entidad que publica cada año un
informe sobre la laicidad en España, lo atribuye al hecho de que la
anterior ley educativa aprobada por el PP “potenció la asignatura al
hacer que computara para la media en secundaria”. A diferencia de en
primaria, donde el descenso de matrícula es sostenido, en la ESO se
observa que mientras entre 1998 y 2013 el alumnado cayó 20 puntos, desde
aquel año, que fue en el que se aprobó la llamada ley Wert, ha aumentado 10.
Rafael Ruiz, que a principios de 2022 tiene previsto publicar el libro La secularización en España,
considera que en la resistencia de la materia de Religión influye
también que un porcentaje significativo de la sociedad, en torno a un
30% según la información demoscópica disponible, se sitúa en una “zona
gris” sobre el tema: no le interesa mucho la asignatura, pero tampoco la
rechaza, ellos mismos la cursaron, creen que no les dejó una huella
importante y se inclinan por pensar que si sus hijos asisten, algo
aprenderán.
Negociación discreta con los obispos
La
regulación de la religión en la escuela ha ido en paralelo a una
discreta negociación entre el Ministerio de Educación y la Conferencia
Episcopal. Una búsqueda de acuerdos favorecida por el objetivo de la
ministra Pilar Alegría de reducir la confrontación en el ámbito
educativo, y por los cambios que se han producido en los últimos tiempos
en la comisión permanente del órgano que coordina a los prelados
españoles, que ha situado en puestos clave, incluida el área educativa, a
personas que sintonizan con el discurso del papa Francisco.
La Conferencia Episcopal ha presentado unos nuevos contenidos de la asignatura de Religión
que, según los acuerdos de España con el Vaticano, corresponde elaborar
a la Iglesia, muy diferentes a los actuales. El tono de catecismo es
sustituido por otro más moderno, incluso progresista en cuestiones como
la igualdad entre hombres y mujeres, la lucha contra la pobreza y el
ecologismo.
El Ministerio de Educación, por su parte, ha
establecido que las comunidades autónomas deberán ofrecer al menos una
hora de Religión a la semana, cuando el PP abrió la puerta a que fueran
solo 45 minutos al fijar ese tiempo para Ceuta y Melilla (donde el
Gobierno tiene plena competencia educativa). Y ha puesto difícil, con el
redactado de los borradores de decreto, que el alumnado que no elija
Religión pueda ausentarse del centro a esas horas. A cambio, ha ganado
la paz en un terreno habitualmente conflictivo. Hace un año, el portavoz
de la Conferencia Episcopal amagaba con apoyar los recursos de
inconstitucionalidad a la nueva ley educativa, la ley Celaá. Ahora, en cambio, no ha habido protestas.
Fuente: https://elpais.com/educacion/2021-11-22/como-entretener-a-los-dos-millones-de-alumnos-que-no-estudian-religion-deporte-libre-acciones-ambientales-y-otras-ideas-de-las-autonomias.html