La sociedad funciona con márgenes, con umbrales y con medidas que limitan y estandarizan todo, incluidas las personas que forman parte de ella. Por ello en muchas ocasiones se vuelve materialista, fría e indolente ante circunstancias humanas como la discapacidad y, a poco que nos descuidemos, consideran a estas personas como “fuera de lo normal”.
Competitividad, excelencia, talento, capacitación técnico-profesional, belleza, sofisticación, alta formación, estatus social, ... hoy son algunos de los valores que más manejamos para relacionarnos con los demás, sobre todo en el plano socio-laboral.
Ello nos lleva a considerar incompetente a quien posee una discapacidad psíquica o física, por liviana que sea; es como si sólo nos sirvieran los humanos “sin tara”, pues sobre éstos sí que nos planteamos expectativas y volcamos esfuerzos.
Esta tendencia puede alimentarse con facilidad en la etapa de secundaria obligatoria, donde contamos con alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo integrados en las aulas, de los cuales es fácil concluir, erróneamente, que su valía personal es inferior por no ser capaces de adquirir los conocimientos al mismo nivel que los demás.
Sin duda alguna el filtro de estas interpretaciones de los jóvenes está construido con prejuicios, creencias erróneas y actitudes discriminatorias que los adultos nos hemos encargado de transmitir, como en un curriculum oculto, a través del actual modelo de sociedad.
Es necesario que enseñemos a los jóvenes a detenerse y reflexionar sobre el enorme potencial que tiene cualquier discapacitado en cuanto a contenidos procedimentales y sobre todo actitudinales, haciéndoles plenamente competentes y permitiéndoles llevar una vida razonablemente normalizada.
Esta película representa precisamente eso, la virtud de darle oportunidades a cualquier persona, de tener expectativas positivas hacia ella, la capacidad de progresar y superarse que tiene cualquiera independientemente de sus circunstancias personales, el valor de confiar y apostar por las capacidades que tenga cada cual, la fuerza de las buenas actitudes y los valores y el poder de la personalidad para autorrealizarse.
Forrest Gump puede hacer reflexionar a los alumnos sobre el trato y relación que todos nos merecemos, seamos quien seamos, y sobre la fuerza de la normalización y la igualdad de oportunidades para crecer personalmente y ser protagonistas del propio proyecto de vida y también de la sociedad a la que pertenecemos.