En España aún es mayoría el alumnado que cursa la asignatura de religión católica en la escuela primaria. Aunque en diez años el porcentaje ha descendido paulatinamente y ha pasado del 29,4% que no elegía religión al 42,6%, solo
en cuatro comunidades autónomas —Euskadi, Catalunya, Balears y Navarra,
en esta última por muy poco, apenas dos décimas— son hoy más quienes no eligen ningún tipo de enseñanza confesional religiosa que quienes eligen la católica.
En el curso 2022-2023, los últimos datos oficiales disponibles, el 56,2% del alumnado en España cursó religión católica —otro 1,2% otras religiones— y el 42,6% no recibió enseñanzas confesionales. Diez años antes, en el curso 2012-2013, según el Ministerio de Educación, las cifras fueron las siguientes: 69,9% religión católica, un 0,7% otras religiones y apenas un 29,4% no cursaba religión.
Es
decir, la caída en el porcentaje en esos diez años es del 13,7% en lo
que respecta a la religión católica —se observa un leve aumento del 0,5%
en otras confesiones— y, en paralelo, se produce una subida del 13,2%
en quienes no quieren mezclar confesión y escuela y rechazan cursar la asignatura.
Euskadi
es la comunidad —excluyendo las ciudades autónomas, Ceuta y Melilla— en
la que menos madres, padres y alumnado, en términos relativos, eligen
religión católica durante primaria: el 34,8% (un 0,5% opta por otra
confesión). Un 64,7% no quiere mezclar colegio y fe. En Catalunya, es el 38,4%. Otro 0,2% opta por otra confesión y el 61,4% rechaza la religión en la escuela.
En Balears, es el 48,3% el que elige religión católica —un 0,6% elige otra religión— y un 51,1% elude la asignatura. En Navarra
es, por muy poco, mayoría, —el 50% por el 49,8%— quien evita el dogma
católico. Un 0,2% que profesa otras religiones provoca, empero, un
empate entre laicidad y confesionalidad en esta comunidad.
Estos datos contrastan con los de Extremadura, donde el 79,3% opta por religión en primaria, y los de Andalucía, donde el 72,3% del alumnado elige enseñanza católica. En otras seis comunidades se supera el 60%: Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Murcia y La Rioja.
"El nacionalcatolicismo se ha mantenido en Andalucía bajo la impronta de la tradición. Hay personas políticas o intelectuales de izquierdas que teorizan sobre la religiosidad popular como seña identitaria del pueblo andaluz", analiza José Antonio Naz, de Andalucía Laica.
La enseñanza de la religión es hoy voluntaria y, desde la entrada en vigor de la LOMLOE, la calificación no cuenta para el currículum. Lo que se enseña, salvo excepciones, no es historia de las religiones, sino que de lo que se trata es de impartir los postulados y dogmas de la confesión católica.
Los profesores, aunque los paga el Estado —cada Comunidad Autónoma— han
sido previamente elegidos por los obispos, que también tienen la
potestad de despedirlos.
Sospechas de inconstitucionalidad
"El
modelo de enseñanza de la religión confesional por el que
tradicionalmente ha optado nuestro país encaja con cierta dificultad en
nuestro modelo constitucional", expone Óscar Celadón Angón, catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad Carlos III de Madrid.
"Por una parte, la enseñanza de religión confesional en la escuela pública —abunda el experto en el artículo ¿Neutralidad en las escuelas? El dilema de la enseñanza religiosa confesional en la escuela pública—
supone la introducción de una enseñanza soportada en una ética privada,
en un contexto tutelado por los poderes públicos que debe ser
ideológica y religiosamente neutral".
"Por otra —añade—, en la medida en la que la oferta de la enseñanza se reconduce exclusivamente a las confesiones con acuerdo de cooperación, se genera una discriminación entre las diferentes confesiones religiosas".
"Y, por último —remacha—, la enseñanza de la religión confesional requiere, para no lesionar el derecho a la libertad de conciencia de los alumnos,
que durante la parte del horario dedicado a la impartición de esta
enseñanza sean escolarizados en aulas diferentes atendiendo a cuáles
sean sus creencias o convicciones, en un contexto que debería
caracterizarse por la inclusión y el respeto a la diversidad".
Celadón
aporta una solución: "Las sospechas sobre la inconstitucionalidad del
sistema desaparecerían si la enseñanza se impartiera en horario extraescolar y pudieran participar todas las confesiones religiosas que lo soliciten".
Asimismo, agrega: "La enseñanza de la religión con carácter histórico y cultural es la fórmula que mejor encaja con nuestro modelo constitucional,
dado que se trata de una enseñanza soportada en la trasmisión objetiva
de conocimientos sobre el hecho religioso, que permite, al igual que
ocurre con las demás asignaturas que conforman el currículo escolar, que
el Estado seleccione sus contenidos, libros de texto y profesorado".
Menos alumnos, más profesores
Con los años, y a medida que crecen, el alumnado va abandonando la religión: así, en el curso 2022-2023, quienes optaron por actividades alternativas
eran un 42,6% en primaria —como se ha indicado—, un 45,9% en la etapa
de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) y un 66,4% en el
bachillerato. "La mayoría de matrículas en religión se producen en
primaria hasta que el alumnado hace la primera comunión y luego
descienden", analiza Naz, de Andalucía Laica.
"Actualmente, España cuenta con 2.548 centros educativos católicos, de los que un 94,6% son concertados y,
por tanto, reciben financiación pública parcial. Los centros católicos
representan el 9% del total de centros educativos del estado, con una
presencia especialmente significativa en Cantabria, La Rioja y las Islas
Baleares. Estos datos reflejan la financiación de la educación religiosa con fondos públicos, en un contexto en el que la escuela pública pierde plazas", según el informe Laicidad en cifras 2025, de la Fundació Ferrer i Guàrdia.
"Los porcentajes de matrícula en religión en la escuela pública han descendido mucho, pero han aumentado los centros religiosos concertados, donde esa matrícula es prácticamente obligatoria", expone Naz.
"En
el año académico 2022-2023, el número de estudiantes matriculados en
religión disminuyó a 2.940.793, casi 180.000 menos que durante el curso
anterior. Por el contrario, el profesorado de religión experimentó un
aumento de casi 900 incorporaciones, alcanzando la cifra de 36.686". Si
se toma como referencia el curso 2013-2014, el número de alumnos era de
3.501.555 y el de profesores de 25.660. Es decir, mientras el alumnado cayó en más de diez puntos porcentuales, el profesorado aumentó en un 43%, según la Fundació.
Así,
el omnímodo poder que tuvo durante la dictadura la Iglesia católica,
que se resiste a perder la influencia, el prestigio y el dinero que le
da educar —"una tabla de salvación para conseguir adeptos", según el teólogo Juan José Tamayo—,
la pervivencia del sistema de educación concertada, de centros
habitualmente de ideario católico financiados con fondos públicos, y la
querencia por la religiosidad popular en el sur de España son algunos de los factores que explican,
según expertos y asociaciones laicistas, que aún hoy la mayoría de
familias prefieran que sus descendientes reciban religión en la escuela.
Estabilidad en el número de ateos
Los datos que aporta la Fundació Ferrer i Guàrdia "confirman una tendencia sostenida: el 39% de las personas se declaran ateas, agnósticas o indiferentes, cifra que se ha estabilizado tras años de crecimiento, reduciéndose 2,5 puntos con relación al año anterior".
Por comunidades, "la población no religiosa supera el 51% y se consolida como mayoritaria en Catalunya, seguida del País Vasco (47,3%) y Madrid (44,5%). En cambio, en Extremadura y Castilla-La Mancha mantienen índices de religiosidad por encima del 67%. En Andalucía es del 64,6%".
El
estudio de la Fundació muestra además un relevo generacional en las
opciones de conciencia. "Las personas jóvenes de entre 18 y 34 años se
declaran mayoritariamente no religiosas. El grupo más mayoritario es el
de las chicas entre 18 y 24 años, mientras que el grupo de 35 a 44 años presenta un leve repunte de la religiosidad respecto al año anterior.
Las mujeres continúan mostrando una mayor religiosidad que los hombres,
especialmente en el grupo de personas católicas practicantes".