"El gran reto que tiene la Iglesia de hoy es tomar en serio el Vaticano II y aplicarlo con cordialidad"
José Manuel Vidal, 18 de noviembre de 2012
(José Manuel Vidal)- Nicolás Castellanos es un obispo especial. "Fiel y crítico con la Iglesia", como lo define Casaldáliga. Un hombre que predica y que da trigo. Presenta su nuevo libro Resistencia, profecía y utopía en la Iglesia de hoy, con el que Religión Digital tiene el placer de comenzar su andadura en el mundo editorial, en coedición con Herder.
Fundador del proyecto Hombres Nuevos en Bolivia, monseñor Castellanos nos recuerda que "tenemos que empujar la historia para que todos los derechos humanos sean practicados". Afirma que "el gran reto que tiene la Iglesia de hoy es tomar en serio el Vaticano II", y confiesa que utiliza la esperanza "como motor y meta".
Concluye con un llamamiento a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para "tomar conciencia del problema planetario de la pobreza".
¿Cómo se ha lanzado a la idea de escribir este nuevo libro, haciéndonos el honor, puesto que será su primer libro en nuestra colección?
Creo que siempre tenemos que estar abiertos al Espíritu Santo, y al espíritu de los nuevos signos de los tiempos. Me parece que tenemos que ser críticos creativos y creadores, es decir, aportando; y que por eso es importante, en este momento de la historia, que actualicemos el mensaje de Jesús a las circunstancias, a la cultura y a los valores. El papel, la significación y la misión de Jesús de Nazaret.
¿A quién va dirigido el libro?
A todos los cristianos de buena voluntad, a todos los hombres de buena voluntad. Creo que es importante que la Iglesia esté presente en la mesa de las culturas, presentando también sus opciones, el frescor y la alegría del mensaje de Jesús. Por es va dirigido a todas las personas que estén en disposición de apertura, de dialogar con los nuevos elementos de la sociedad en que vivimos.
El libro tiene un prólogo de Casaldáliga y un epílogo de González-Faus. ¿Qué sabe de ellos actualmente?
Con Casaldáliga tengo bastante comunicación, se mantiene lúcido a pesar de que el parkinson le va invadiendo poco a poco. Me he sentido muy halagado y muy feliz con su prólogo, como con el epílogo de González-Faus.
¿Qué significan para usted las 3 palabras del título: resistencia, profecía y utopía?
Son 3 actitudes fundamentales, que necesitamos hoy en la Iglesia. Resistencia con humor, sin amargura, sin resentimiento. Es importante que mantengamos una resistencia que hay que traducir en coherencia en la familia, en el trabajo, en la empresa, en la vida, en el tiempo libre... A todos los modelos y estilos que no son coherentes con lo mejor del hombre y de la mujer, con el anuncio del Reino y del Evangelio, hay que hacerles resistencia, dentro de la Iglesia y de la sociedad en que vivimos.
Profecía porque tenemos que ser anunciadores de las buenas noticias de Dios. Dios es padre y madre, compasión y ternura. Para mí lo fundamental del cristianismo está en el capítulo 15 de Lucas: la parábola del Hijo Pródigo, donde se nos muestra realmente el rostro de Dios que anunció Jesús. Esto hay que anunciarlo con valentía, como las comunidades primitivas. No hay que tener miedo ni estar constreñido. Tenemos buenas noticias que dar al mundo, en medio de toda la problemática que el mundo de hoy pueda tener. Siempre es una buena noticia hablar del Jesús libertador y liberador de todas las esclavitudes y de todos los pecados.
Y por último la utopía, que es el Reino de paz, de justicia y de libertad que anunció Jesús. Tenemos que empujar la historia para que todos los derechos humanos sean practicados. Tenemos que ir hacia todos esos valores. Cuando nos sentimos impulsados por el amor hacia el hombre y la mujer, realmente podemos soñar ese mañana, que tiene que ser distinto del hoy.
¿También en la Iglesia?
Por supuesto. Es muy distinta la problemática de Europa de la de América Latina, pero en ambos casos es importante recuperar la utopía de Jesús. Al igual que Jesús fue resistente a todas las opciones no conformes al Reino que anunciaba, creo que hoy también es posible recuperar la felicidad de ser seguidores de Jesús y de construir otra manera de ser Iglesia. Otro mundo posible.
Dos cosas que me parece que fallan en la Iglesia de hoy es que no confiamos lo suficiente en el Espíritu Santo, y no aplicamos nuestra creatividad. La creatividad que nos invitó a practicar el Vaticano II.
¿Son características de lo que usted llama en el libro "el nuevo paradigma"?
Efectivamente. Hay que estar atento a la voz del Espíritu, pero también a los signos de los tiempos. El paradigma de ayer no vale para hoy, tenemos que diseñar otro que parta de la realidad y que tenga en cuenta los valores del Evangelio. Que mire y camine hacia el Reino que nos anunció Jesús.
El Vaticano II, ¿hay que recuperarlo y reafirmarlo, prescindir de él, resituarlo...?
Hay analistas que dicen que sería bueno tener un nuevo Concilio. Yo no soy de esa opinión. Creo que hay que retomar el Concilio Vaticano II, analizarlo, estudiarlo, interiorizarlo, y lanzar su proyección de utopía y profecía con optimismo e ilusión, sabiendo que somos instrumentos en las manos de Dios.
Dice usted que la resistencia nace de la cruz, y la utopía de la resurrección.
Sí, estoy convencido. Cristo murió en la cruz por hacer resistencia al cuadro de valores que tenía su mundo de entonces. Nosotros, si decidimos hacer resistencia a nuestros anti-valores y nuestra anti-cultura, en la cruz podemos encontrar fuerza para seguir luchando por lo auténtico y por el Reino que anunció Jesús.
Resistencia, utopía... ¿No cree que pueden acusarle de utilizar un lenguaje propio de los años 70?
Un profeta como Helder Cámara siempre decía que no hay que tener miedo, sino confiar en el espíritu y dar respuestas solventes y eficaces a los problemas y a los planteamientos de hoy. No valen las soluciones de ayer para los problemas de hoy. Todos juntos tenemos que buscar una solución en colegialidad, esa categoría tan importante del Vaticano II. La sinodalidad, la participación. Los que fuimos obispos en los años del post-concilio vimos claramente que la participación era una de las claves para recuperar el frescor y la alegría del Evangelio de Jesús.
¿Por qué se ha eliminado esa categoría, incluso en las parroquias y en los consejos pastorales?
Por temor. Hay miedo. Varios filósofos dicen que lo que define a la Iglesia de hoy es precisamente eso. Nos falta fe y confianza.
Para romper esa dinámica, usted hace propuestas. "Para dar sabor al Evangelio".
Sí. Tenemos que dar alternativas, no nos podemos quedar solamente en la mera crítica que lo destruye todo. Si una pared no sirve y hay que demolerla, también hay que crear otra. Hay que tomar conciencia del problema planetario de la pobreza, que es la ignominia de la humanidad. Ese problema nos incube a todos, no solamente ahora que estamos en crisis. Entre todos podemos ir reduciendo las fronteras de la pobreza. Tenemos que caminar por ahí, aplicándonos a resolver los problemas con medios, estrategia y alternativas para hoy.
¿Qué pasaje de su libro le recomendaría al Papa para que leyese? ¿Cuál le gustaría que llevase a la práctica?
El capítulo del Vaticano II, porque creo que el gran reto que tiene la Iglesia es tomarlo en serio y aplicarlo con cordialidad, de manera espontánea, sin angustias ni estrés.
¿Considera a Benedicto XVI uno de los artífices del Vaticano II, en cuanto que participó en el concilio de joven?
Creo que hizo un papel relevante como teólogo del Vaticano II. Creo que es importante que el Concilio siga siendo el faro de la Iglesia del siglo XXI.
Es un libro lleno de perspectivas. ¿Se debe a que usted es un hombre lleno de esperanza?
Sí. Para mí la esperanza es el motor y la meta. Siempre que nos implicamos y nos comprometemos la esperanza se traduce en realidad. Yo lo vivo en el mundo empobrecido. El trabajo de mi proyecto Hombres Nuevos en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) yo lo resumiría diciendo que hemos conseguido levantarles las esperanzas a nuestra gente.
Algunos titulares
Tenemos que empujar la historia para que todos los derechos humanos sean practicados
Cristo murió en la cruz por hacer resistencia al cuadro de valores que tenía su mundo de entonces
No valen las soluciones de ayer para los problemas de hoy
Hay que tomar conciencia del problema planetario de la pobreza
El gran reto que tiene la Iglesia de hoy es tomar en serio el Vaticano II y aplicarlo con cordialidad
Para mí la esperanza es el motor y la meta
Fuente: http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2012/11/18/castellanos-pobreza-iglesia-religion-libro-utopia-resistencia-profecia-nicolas.shtml