Blog del Profesorado de Religión Católica: “Mi trabajo como maestra de Religión constituye un proyecto de vida”

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viernes, 6 de diciembre de 2024

“Mi trabajo como maestra de Religión constituye un proyecto de vida”

Inmaculada Muñoz, profesora desde hace treinta años, se considera maestra por “vocación” y de Religión por “convicción”

Mi nombre es Inmaculada Muñoz. Soy profesora del CEIP Hernán Ruíz de Córdoba desde el curso 1994-95. A día de hoy, imparto docencia en tres centros de Córdoba capital: Hernán Ruíz, Noreña y Enríquez Barrios.

Comencé mis estudios como maestra, después de empezar estudios en Filosofía y Letras. Pasé a Magisterio (Sagrado Corazón) el curso siguiente.

Empecé a trabajar en el colegio donde había realizado mis prácticas después de que se jubilara el docente que ejercía como profesor de Religión. Recuerdo con afecto que fui la primera maestra de Religión en este centro.

Nunca olvidaré esos primeros años de mi vida laboral. En especial, el afecto que me demostraron todos y cada uno de los compañeros con los que compartí claustro. Sus experiencias compartidas y sus consejos me ayudaron a ser la maestra que soy. De todos ellos aprendí desde el respeto, la prudencia y la empatía.

Soy maestra por vocación y de Religión por convicción. He sido catequista de jóvenes en el colegio donde estudié. También he sido catequista en las parroquias de San Acisclo y San Basilio. Pertenezco a una Hermandad cordobesa a la que también le debo ver la vida, con Humildad y Paz. Esos momentos difíciles, en los que te pones delante de “tus imágenes” y dices: aquí estoy, sabes lo que necesito, concédemelo sólo si es tu voluntad. También recuerdo a la persona que me enseñó, el sacerdote que me casó, a invertir el orden de la pregunta que muchas veces me hacía ante las dificultades. En vez de lamentarme diciendo por qué a mí, preguntarme por qué a mí no, y ahí encontrar la respuesta.

Lo que más me reconforta, con toda la modestia y humildad, es creer que he transmitido mi Fe a mis alumnos. De lo que no me cabe duda es que todos ellos me han hecho mejor persona. En especial, valoro que me recuerden con cariño.

Tengo alumnos que me han hecho partícipe de situaciones importantes en sus vidas. Conservo con afecto, sus dibujos, sus cartas y sus pequeños obsequios que, para mí, han constituido regalos queridísimos. El último, el de una alumna, que pidió a su abuela que me hiciera un rosario de encaje de bolillos. Me lo entregó el último día de curso. En fin…treinta años dan para mucho.

La pandemia, para mí, marcó un antes y un después. Mi marido y yo caímos enfermos. Fueron momentos difíciles. Se sumó al duelo por la muerte de mis padres que fallecieron en menos de dos años y previos a esta. Recuerdo y agradezco todas las llamadas de afecto y cariño de compañeros y amigos. A todos ellos, mi gratitud inmensa.

Por último, con respecto al futuro, me esfuerzo por continuar y ampliar mi formación. Como docente y como cristiana. Desde el estudio y con el aprendizaje derivado de mi trabajo en grupos de trabajo y en mí Cofradía. Experiencias enriquecedoras que, con posterioridad, intento transmitir a mis alumnos para que aprendan en la asignatura de Religión, desde mis propias vivencias. En esencia, pretendo enseñar desde el corazón para que mis alumnos perciban la fe y el amor a Jesucristo como un regalo maravilloso.

Cada día me convenzo más de que mi trabajo como maestra de Religión constituye un proyecto de vida.

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