Una nueva reforma educativa vuelve a proponer modificar
la asignatura de religión en detrimento de su valor. La propuesta de
Pedro Sánchez es que la asignatura de religión deje de ser obligatoria y
computable y que, por lo tanto, pierda su carácter determinante para la
formación de los estudiantes. Cuando hablamos de religión en España se
asocia a la vertiente religiosa del cristianismo y en especial al
catolicismo, la más numerosa e influyente en nuestra historia cultural y
espiritual. Una gran mayoría de la sociedad española considera que es
importante la religión, pero son muy pocas las personas que públicamente
se posicionan a su favor, pues se sienten presionadas por distintos
motivos, como son el hecho de que se premia una visión multicultural en
detrimento de la aportación del cristianismo como hilo conductor de
nuestra cultura, se favorece una imagen del catolicismo asociada
permanentemente a la derecha y al franquismo o confundir la crisis de la
Iglesia católica como una crisis de la fe. Uno de los aspectos que
deberíamos recordar para advertir el error que supone para una sociedad
reducir la religión y, en concreto, el cristianismo a tales clichés es
no advertir, por miedo a lo que dirán, que somos el resultado de la
Cruz, del libro y del arado, argumento de Pablo VI que destaca
Gianfranco Ravasi en su ensayo recogido en el libro que lleva por título
¿Dónde vas Europa? coordinado por Miquel Seguró y Daniel Innerarity.
El cardenal Ravasi acierta al observar que uno de
los aspectos que están llevando a Europa a desencaminar el camino
recorrido desde sus orígenes es la banalidad en la que está cayendo la
sociedad; una vacuidad que incluso pisotea su pasado. Para entender lo
que está en juego al considerar prescindible la enseñanza de religión,
sólo deberíamos recordar que el hecho religioso no se asienta solo en su
dimensión espiritual que atañe a la esfera individual, sino que su
dimensión cultural nos afecta a todos. No sería posible comprender el
arte de Miguel Ángel sin conocer las enseñanzas del cristianismo que
contienen sus obras. Incluso la laicidad francesa que considera las
religiones como un elemento que enriquece su republicanismo es más
coherente que el Gobierno español que, ya sea presidido por el PSOE o el
PP, sigue utilizándola como arma arrojadiza para remarcar diferencias
en sus políticas ideológicas.
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