La canción Solamente una vez, del compositor mexicano Agustín Lara, ha sido interpretada por decenas de autores y ha arrebatado a miles de corazones que quizás no sepan –como tal vez tampoco nosotros– que su origen –y también su contenido–no son de orden romántico sino totalmente religiosos. Y merece la pena abordarlo en la clase de Religión.
Herminio Otero
Un día de 1980, cuando era profesor de Religión en el instituto de Zalaeta de La Coruña, me puse a tararear el bolero Solamente una vez… que había escuchado unos días antes en directo en un bar de la ciudad en el que acompañaba a un amigo. Estaba a la entrada del instituto hablando con un grupo de alumnos, y una alumna de 3º de BUP conectó de forma fulminante y continúo ella cantando la canción. “¿Quieres que te diga toda la letra”, me preguntó. Al día siguiente la traía escrita en un papel que me entregó. La sabía de memoria y era su himno de amor.
Lo que yo entonces no comenté en clase, porque lo desconocía, es que esa canción tenía un origen y contenido religiosos. Y creo que se puede hacer ahora, e incluso recuperar para algunos ámbitos como canción a lo divino.
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