En este artículo se ofrecen pistas de la contribución del área de Religión al desarrollo de la comprensión lectora de nuestro alumnado.
En los últimos años se han fomentado muchos planes
y proyectos educativos de refuerzo para corregir las carencias de los
escolares en la comprensión lectora que, debido a los resultados en las
pruebas de diagnóstico y similares, nacionales e internacionales, no
cubren los objetivos propuestos. Lograr que los niños comprendan lo que
leen es uno de los grandes retos de la educación.
Para el profesorado de Religión también supone una
obligación mejorar la comprensión lectora de nuestro alumnado, como
parte de su desarrollo integral y, no nos cabe duda, podemos y debemos
contribuir a dicha mejora desde la propia identidad y currículo de
nuestra área. De hecho, un elemento característico y de referencia
obligada en nuestras situaciones de aprendizaje y experiencias
didácticas son los textos bíblicos. Y no podría ser de otra forma,
siendo éstos un mediador para alcanzar el conocimiento religioso, esto
es, el significado (como lo denomina Rafael Artacho) o comprensión de la
realidad religiosa que está presente en nuestro entorno.
Sin duda alguna, el trabajo con los relatos
bíblicos, o incluso doctrinales, deben contribuir no sólo a su
conocimiento o aprendizaje de sus mensajes y enseñanzas, sino también a
desarrollar los niveles de comprensión lectora como parte del proceso de
construcción del significado mediante la interacción activa del lector
con el texto. Para ello, debemos tener en cuenta los tres niveles de
comprensión lectora: literal, inferencial y crítica.
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