Película: Los milagros del cielo (2016)
A todos nos gustaría un Dios que nos facilitara las cosas y que resolviera casi instantáneamente todos nuestros problemas, ya que es Todopoderoso y nos quiere como un Padre. Por eso no deja de ser misterioso el fenómeno de la permisión de Dios, por el cual da la sensación de que le importa poco nuestro sufrimiento, por más que recemos y abandonemos nuestro futuro en sus manos.
El silencio de Dios es muy duro para algunos creyentes, pero no deja de ser elocuente, pues basta con mirar a Jesucristo crucificado para entender la absoluta implicación de Dios en el dolor humano.
A nadie le gusta sufrir, pero es inevitable el encuentro con esta realidad a lo largo de la vida. Precisamente la Cruz de Cristo es la única verdad que puede sostenernos en el dolor e incluso darle un sentido salvífico, pues desde la fe muchas veces el sufrimiento engrandece a la persona, le dilata el corazón y le hace llegar al extremo del amor.
Dios muchas veces no me saca del pozo, pero baja a estar conmigo para serenarme, darme esperanza, pues el futuro siempre está en manos de Dios y por medio de las bienaventuranzas ha prometido la dicha y el descanso a todos los que ahora son visitados por el misterio del dolor.
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