Carlos Esteban Garcés
En las narrativas que describen la historia encontramos etapas y características que explican cómo se ha configurado la enseñanza religiosa en tiempos pasados. No se trata ahora de justificar ni aquella historia ni las formas en las que se ha planteado la educación, en general, y las clases de Religión, en particular.
Pero sí se puede decir que aquellas fórmulas en las que se articulaba la enseñanza religiosa seguían la lógica de su tiempo; lógicas en su acepción de consecuencia esperable. Por tanto, era de esperar que, en las sociedades antiguas de cultura homogénea, en las que la religión formaba parte con naturalidad de la sociedad, todos los roles educadores, no solo la escuela, estuvieran condicionados por aquella identidad y así se transmitieran sin vacilaciones en sus estructuras.
Obligatoria y como catecismo
La enseñanza religiosa católica, obligatoria y como catecismo, era una consecuencia lógica del contexto y de la cultura de aquellos tiempos. Lo mismo podríamos decir de la educación en general y de otras costumbres y tradiciones. Si miramos otras latitudes, solo cambiaría la confesión religiosa.
El análisis de aquellos tiempos en su contexto, algo que también tiene su lógica, explica el pasado y ayuda a entender el presente. Naturalmente, descontextualizadas, aquellas situaciones resultan más oscuras. Sin negar sus limitaciones, todos los tiempos pasados forman parte de lo que nos ha hecho llegar hasta aquí y han sido necesarios para ser superados.
Así pues, hubo un tiempo en el que la enseñanza católica formaba parte de la sociedad y de la escuela con naturalidad. La presencia de lo religioso era reconocida como elemento configurador de la cultura y hasta de los regímenes políticos. En nuestro contexto era lo católico, en otros eran confesiones evangélicas o tradiciones judías e islámicas. Estudiosos del tema, como Teódulo García Regidor, confirman que toda la acción educativa de aquel tiempo giraba en torno a los principios de la fe cristiana.
Homogeneidad cultural y religiosa
Aquella enseñanza religiosa que se vivió en contextos sociales de homogeneidad cultural y religiosa la calificamos como una primera versión. Algunas evidencias de aquella forma de entender la educación y la religión en la escuela pueden encontrarse con facilidad en los Concordatos de 1851 y 1953.
A partir de entonces, la secularización de la sociedad conllevó ese mismo proceso en la enseñanza. El impacto de la Ilustración y la modernidad abrirá caminos de autonomía respecto de lo religioso, para la política, la cultura y la educación. Ya en el s. XIX se dieron pasos hacia una legítima separación de la Iglesia y el Estado que superaba el monopolio de lo religioso sobre la cultura, la sociedad y la política.
En la mayoría de las sociedades occidentales, con sus precedentes, esta emergente laicidad llegó a lo largo del s. XX; en otros contextos no ha llegado todavía en el s. XXI. En España, la dictadura franquista solo retrasó algunas décadas los efectos de este proceso.
Nuevos espacios de libertad
El impacto de esta natural secularización alumbraba nuevos escenarios para las libertades individuales, la pluralidad social y la diversidad cultural y religiosa. Un nuevo dominio de la razón con sus implicaciones fundamenta la creciente separación de lo civil y lo religioso.
Sus efectos suponían una ‘desclericalización’ de la escuela y ‘desconfesionalización’ de la enseñanza. La Iglesia, que había ejercido durante siglos un servicio a la sociedad a través de la educación, una influencia y un cierto control ideológico, vivirá un significativo retroceso cediendo espacios más al Estado que a la sociedad civil. María Dolores Gómez Molleda explica sabiamente cómo esta secularización de la enseñanza puede ser calificada como un proceso propio e irreversible de la modernidad, pero explica que no tenía por qué haber sido necesariamente en contra de la Iglesia.
El Concilio Vaticano II supondrá para la Iglesia católica una renovación de sus relaciones con la política, las sociedades y las culturas. Más allá de los documentos que marcan el epicentro del cambio –’Lumen gentium’, ‘Gaudium et spes’ o ‘Dignitatis humanae’, entre otros–, ‘Gravissimun educationis’ reconoce el derecho fundamental a la educación como pleno desarrollo de la personalidad, la libertad de educación y el derecho preferente de las familias en la formación religiosa y moral de sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones.
Sana laicidad
La Constitución de 1978 culminó una transición política situando a la sociedad española en un nuevo escenario social de pluralidad y democracia. Lógicamente, el Estado dejó de ser confesional y pasó a una nueva situación de neutralidad respecto a las ideologías y religiones. Si se entiende bien, se alcanzó una situación de sana laicidad o de aconfesionalidad en la cuestión religiosa, pendiente todavía hoy de madurar el principio de cooperación de los poderes públicos con las religiones.
Como consecuencia lógica de estos factores de cambio en la Iglesia y en la sociedad española, la religión en la escuela evolucionará hacia una enseñanza confesional de las religiones, ya en plural. Así se llega a lo que nosotros denominamos una segunda versión de la ERE.
Las evidencias de esta comprensión están en los acuerdos del Estado con la Iglesia católica en 1979 y con otras confesiones en 1992, que desarrollan derechos y libertades fundamentales. Esta segunda versión de la ERE comienza en España con la transición democrática y llega hasta nuestros días. Este concepto de enseñanza confesional de las religiones coincide con la realidad que predomina en los países europeos. Se trata de una versión acorde con la democracia, con la pluralidad de la sociedad y con la diversidad cultural y religiosa que configura nuestro tiempo. (…)
Pliego completo solo para suscriptores
Índice del Pliego
I. LA HISTORIA DE LA ERE TIENE SU LÓGICA (VERSIÓN 1.0)
II. LA LÓGICA EVOLUCIÓN DE LA ERE (VERSIÓN 2.0)
III. UNA PIEDRA EN EL CAMINO: LOS ESTEREOTIPOS SOBRE LA ERE
- Privilegio vs. libertad
- Adoctrinamiento vs. currículo
- Política vs. pedagogía
- Los datos de la realidad
IV. UN NUEVO TIEMPO PARA LA CLASE DE RELIGIÓN (Y VERSIÓN 3.0)
- Nuevo currículo de Religión Católica
- Competencias específicas de Religión
- Desarrollo personal, proyecto vital y dignidad humana
- Desarrollo social y relaciones con el entorno
- Sensibilidad en la inclusión y la fraternidad
- Interacción con el patrimonio social y cultural
- Cuidado de la interioridad y la experiencia religiosa
- Jesús de Nazaret y la comunidad eclesial
- Clase de Religión 3.0: un nuevo diálogo de la Teología con la Pedagogía
V. EN DIÁLOGO CON LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
- En diálogo con iniciativas internacionales de la educación
- En diálogo con una Iglesia en salida
Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/pliego/clase-de-religion-3-0-nuevos-tiempos-para-la-ere/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade un comentario