@elprofebati
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San José de Calasanz, fundador de la Orden de las Escuelas Pías, primero
en evangelizar en “la Piedad y Las Letras” a todos los niños pobres y
ricos, nacido en Peralta de la Sal, fue el primer hombre en crear un
sistema educativo gratuito del mundo a cualquier niño de cualquier clase
social y de cualquier culto religioso, siguiendo a Dios al Escuchar la
voz del Señor, que le dijo: "José, entrégate a los pobres. Enseña a
estos niños y cuida de ellos". Murió en Roma, Italia, a los 91 años de
edad. El Papa Pío XII le declaró en 1948 "celestial patrono de todas las
escuelas populares cristianas".
Biografía cliqueando en este enlace: https://www.santopedia.com/santos/san-jose-de-calasanz
Francisco nació en Asís, ciudad de Umbría, en el año 1182. Su padre,
Pedro Bernardone, era comerciante. El nombre de su madre era Pica y
algunos autores afirman que pertenecía a una noble familia de la
Provenza. Tanto el padre como la madre de Francisco eran personas
acomodadas. Pedro Bernardone comerciaba especialmente en Francia. Como
se hallase en dicho país cuando nació su hijo, las gentes le apodaron
"Francesco" (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre
de Juan. En su juventud, Francisco era muy dado a las románticas
tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores. Disponía de
dinero en abundancia y lo gastaba pródigamente, con ostentación. Ni los
negocios de su padre, ni los estudios le interesaban mucho, sino el
divertirse en cosas vanas que comúnmente se les llama "gozar de la
vida". Sin embargo, no era de costumbres licenciosas y acostumbraba a
ser muy generoso con los pobres que le pedían por amor de Dios.
Hallazgo de un tesoro
Cuando Francisco tenía unos veinte años, estalló la discordia entre
las ciudades de Perugia y Asís y en la guerra, el joven cayó prisionero
de los peruginos. La prisión duró un año, y Francisco la soportó
alegremente. Sin embargo, cuando recobró la libertad, cayó gravemente
enfermo. La enfermedad, en la que el joven probó una vez más su
paciencia, fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se sintió con fuerzas
suficientes, determinó ir a combatir en el ejército de Galterío y
Briena en el sur de Italia. Con ese fin, se compró una costosa armadura y
un hermoso manto. Pero un día en que paseaba ataviado con su nuevo
atuendo, se topó con un caballero mal vestido que había caído en la
pobreza; movido a compasión ante aquel infortunio, Francisco cambió sus
ricos vestidos por los del caballero pobre. Esa noche vio en sueños un
espléndido palacio con salas colmadas de armas, sobre las cuales se
hallaba grabado el signo de la cruz y le pareció oír una voz que le
decía que esas armas le pertenecían a él y a sus soldados.
Francisco partió a Apulia con el alma ligera y la seguridad de
triunfar, pero nunca llegó al frente de batalla. En Espoleto, ciudad del
camino de Asís a Roma, cayó nuevamente enfermo y, durante la
enfermedad, oyó una voz celestial que le exhortaba a "servir al amo y no
al siervo". El joven obedeció. Al principio volvió a su antigua vida,
aunque tomándola menos a la ligera. Las gentes, al verle ensimismado, le
decían que estaba enamorado. "Sí", replicaba Francisco, "voy a casarme
con una joven más bella y más noble que todas las que conocéis". Poco a
poco, con la mucha oración, fue concibiendo el deseo de vender todos sus
bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio.
Sigue leyendo la biografía en https://www.santopedia.com/santos/san-francisco-de-asis
Nació en Lisboa el 15 de agosto de 1195, con el nombre de Fernando de
Bulhões, en el seno de una familia pudiente descendiente del cruzado
Godofredo de Bouillon, y murió en Padua el 13 de junio de 1231.
Al ser bautizado recibió el nombre de Fernando. Su familia le procuró
una sólida educación en la escuela catedralicia local. Contrario a los
deseos de su familia, Fernando ingresó en la Abadía Agustina de San
Vicente en las afueras de Lisboa. Los monjes de la orden de San Agustín,
de la cual el era miembro, eran famosos por su dedicación a los
estudios. Fernando estudió las Sagradas Escrituras, a San Jerónimo, a
San Agustín, a San Gregorio el Magno y a San Bernardo. También estudió
los clásicos latinos como Ovidio y Séneca. Sin embargo, Fernando recibía
constantemente la visita de amigos y familiares que le traían regalos
de los cuales se avergonzaba y noticias de su entorno social que le
molestaban. Su dedicación al estudio se veía importunada y no lograba
encontrar paz donde se encontraba. Por tal razón convenció a sus
superiores para que le trasladaran a la Abadía Agustina de la Santa Cruz
en Coimbra, la entonces capital de Portugal y así continuar sus
estudios. En el verano de 1220 recibió el hábito franciscano y comenzó a
estudiar la enseñanzas de su fundador, Francisco de Asís. Adoptó el
nombre de Antonio en honor de Antonio el Magno a quien estaba dedicada
la ermita franciscana en la que él residía. En la fiesta de Pentecostés
de 1221 miles de frailes se congregaron en Asís, episodio que ha pasado a
la historia como el Capítulo de las Esteras ya que muchos de los
frailes ahí reunidos tuvieron que dormir en esteras. Este Capítulo
General tuvo por tema un versículo del Salmo 143: “Bendito sea el Señor
mi Dios que adiestra mis manos para la batalla” y estuvo presidido por
el cardenal Raniero Capocci en ausencia del patrón de la orden, el
cardenal Ugolino dei Conti di Segni quien sería el futuro Gregorio IX,
el papa que canonizará a San Francisco.Una vez concluida la reunión, el
provincial de Bolonia, Fraile Graziano lo envió a una pequeña ermita en
las montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote.
Este fue uno de los períodos más felices de la vida de Antonio de Padua
quien por fin había pasado a vivir en la sencillez absoluta. A finales
del verano de 1222 la comunidad franciscana descendió al valle para
asistir a las ordenaciones sacerdotales en la catedral de Forlí. Antonio
se vio obligado a predicar cuando el predicador no pudo llegar y todos
quedaron maravillados con su sermón. A partir de entonces, viajó por
todo el norte de Italia y el sur de Francia predicando especialmente en
zonas donde la herejía primaba.
Se dice que era un predicador elocuente con una voz clara y fuerte,
una atractiva sonrisa y una maravillosa memoria. Llamado "Doctor
Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del año. Con el
celo de un apóstol emprendió la tarea de reformar la moralidad de su
tiempo combatiendo de forma especial la lujuria, la avaricia y la
tiranía. Su obra escrita son los Sermones en latín.
San Antonio de Padua posee el récord de la canonización más rápida de
la historia. Fue declarado santo 352 días después de su deceso, el 30
de mayo de 1232, fiesta de Pentecostés. Su muerte acaeció un 13 de
junio, día de celebraciones populares en Lisboa. San Antonio es el
patrón de Lisboa, de Padua, donde permanecen sus restos, y numerosas
otras ciudades, como Concordia (Entre Ríos), en Argentina.
Por los numerosos milagros que se le atribuyen es aclamado en todo el
mundo. Los habitantes de Padua construyeron en su memoria una magnífica
basílica a donde fueron transferidos sus restos en 1263. Cuando la
bóveda en la que por treinta años permaneció su cuerpo fue abierta, se
encontró que las carnes del mismo se habían reducido a polvo pero su
lengua, que le había servido para las predicaciones, se mantenía intacta
con un vívido color rojo. Buenaventura tomó con afecto la lengua en sus
manos y la besó exclamando: “Oh bendita lengua que siempre alabaste al
Señor e hiciste que otros lo alabaran, haces evidente ahora tus méritos
ante el señor.
La fama de los milagros de San Antonio nunca ha disminuido, e incluso
en la actualidad es reconocido como el más grande milagrero de todos
los tiempos. Como renombrado orador atrajo a las multitudes dondequiera
que fue hablando en múltiples lenguas y según la leyenda hasta los peces
del Brenta se extasiaban con su prédica.
Uno de los santos más venerados, sus estampitas y esculturas se
encuentran por doquier. Fue proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de
enero de 1946 y es llamado el “Doctor Evangélico” en muchas ocasiones.
Se le invoca especialmente a la hora de encontrar objetos perdidos.
También se le invoca para contrarrestar la hambruna y la escasez.
Patrono de los amputados, los animales, los remeros, el Brasil, de la
diócesis de Beaumont, de los animales domésticos, de los ancianos, de
las embarazadas, de la fe en el Sagrado Sacramento, de Ferrazano, de los
pescadores, de las cosechas, de los caballos, de Lisboa, de los
animales pequeños, del correo, de los marinos, de los oprimidos, de los
pobres, de Padua, de Portugal, de los navegantes, de los estériles, de
los criadores de cerdos, de los indios tiguas, de las aeromozas, de los
viajeros y de los aguadores.
En Portugal, Brasil y algunas partes de América Latina es reconocido
como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de junio)
las muchachas solteras pueden comprar una pequeña imagen de San Antonio y
colocarla al revés como castigo hasta que hayan encontrado un buen
marido. Esta curiosa devoción ha sido retratada muchas veces en la
cultura popular portuguesa y latinoamericana.
Álvaro de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en
Zamora (1360?) y murió en Córdoba el año 1430. Perteneció a la noble
familia Cardona. Entró en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba,
en el año 1368. Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y
sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato
Raimundo de Capua y sus discípulos. Después de volver de una
peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el
doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador. Deseoso de
vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el
espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan
II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de
Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli
(Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la
“vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada
representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la
devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad
cristiana. De noche, se retiraba a una gruta distante del convento
donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con
el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles.
Poseía el don de profecía y obró milagros. Murió el 19 de febrero y fue
sepultado en su convento. El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22
de septiembre de 1741.
Pasa primero su vida entre el claustro y la docencia en la
Universidad de Salamanca. En los albores del siglo XV deja la cátedra
para recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia,
vibrante de inquietud y con dinamismo paulino, aguijoneado por la
urgencia del apostolado. Los tiempos son difíciles, malos; pasó la peste
negra asolando Europa y dejando los conventos vacíos que luego
intentaron llenarse con gente no preparada con lo que decayó la tensión
religiosa. La corrupción de costumbres es un hecho generalizado; los
pastores sestean. Hay, con ínfulas de legitimidad, tres tiaras; unos
obedecen como legítimo al papa de Avignón, otros al de Roma y otros al
que está en Pisa. A Álvaro le duele el alma; predica, observa, reza y
hace penitencia por la unidad tan deseada.
A su vuelta a España, lo nombran confesor de la reina Catalina de
Lancáster y de su hijo Juan II. Pero Álvaro deja pronto la corte porque
anhela la reforma dominicana. Ya obtiene los permisos para establecer
conventos reformados en los reinos de España; Martín V lo hace prior de
todos los conventos dominicos reformados en España; funda Escalaceli a
siete kilómetros de Córdoba, primero de los reformados de la Orden
dominicana que muy pronto se extenderá con Portaceli en Sevilla.
Enamorado de la Pasión de Cristo -la que le llevó a Tierra Santa- planta
pasos que recuerdan la Pasión de Jesús en la sierra de Córdoba desde
Getsemaní hasta la cruz del Gólgota; piadosamente reza, medita y recorre
una y otra vez los distintos momentos o pasos o estaciones del
itinerario doloroso del Señor. Era para Álvaro y sus religiosos la “Vía
dolorosa”... Luego, el holandés Adricomio y el P. Daza darán la forma y
fijarán en catorce las estaciones al primer Via Crucis que Leonardo de
Porto Mauricio popularizará más adelante también en Italia, importándolo
de España.
Escalaceli es centro de peregrinaciones de las gentes que, cada vez
desde sitios más distantes, pasan noches en vela, rezan, lloran sus
pecados, piden perdón, expían y luego cantan. De ella recibió buen
influjo y enseñanza la devoción del pueblo andaluz por sus Macarenas,
sus Cristos crucificados y sus «pasos» de Semana Santa. Sí, aquello
abrió tan profundo surco en la cristiana alma andaluza como las heridas
que hicieron en la madera las gubias de Martínez Montañés, Juan de Mesa y
Cristóbal de Mora.
Clara nació en
Asís, Italia, en 1193. Su padre, Favarone Offeduccio, era
un caballero rico y poderoso. Su madre, Ortolana, descendiente
de familia noble y feudal, era una mujer muy cristiana, de
ardiente piedad y de gran celo por el Señor.
Desde sus primeros años
Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su
ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde pequeña
fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran
desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por
crecer cada día en su vida espiritual.
Ya en ese
entonces se oía de los Hermanos Menores, como se les llamaba a
los seguidores de San Francisco. Clara sentía gran compasión y
gran amor por ellos, aunque tenía prohibido verles y hablarles.
Ella cuidaba de ellos y les proveía enviando a una de las
criadas.Le llamaba mucho la atención como los frailes
gastaban su tiempo y sus energías cuidando a los leprosos. Todo
lo que ellos eran y hacían lellamaba mucho la atención y
se sentía unida de corazón a ellos y a su visión.
Su llamada y su encuentro con San Francisco. Cofundadora
de la orden
La conversión de Clara hacia la vida de
plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. En 1210, cuando
ella tenía 18 años, San Francisco predicó en la catedral de Asís
los sermones de cuaresma e insistió en que para tener plena
libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las
riquezas y bienes materiales. Al oír
las palabras: "este es el tiempo favorable... es el
momento... ha llegado el tiempo de dirigirme hacia El que me
habla al corazón desde hace tiempo... es el tiempo de optar, de
escoger..", sintió una gran confirmación de todo lo que
venía experimentando en su interior.
Durante todo el día y
la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado lo más
profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de
comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la
detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en El
toda su fuerza y entereza.
Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la
enemistad y la codicia que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta
forma de vida eran como la espada afilada que un día traspasó el corazón de
Jesús. No quiso tener nada que ver con eso, no quiso otro señor mas que el que
dio la vida por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para
alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo cambia
y todo lo puede, aquel que es puro Amor.
Renace en ella un ardiente amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera
total y radical.
Clara sabía que el hecho de tomar esta determinación de
seguir a Cristo y sobre todo de entregar su vida a la visión revelada a
Francisco, iba a ser causa de gran oposición familiar, pues el solo hecho de la
presencia de los Hermanos Menores en Asís estaba ya cuestionando la tradicional
forma de vida y las costumbres que mantenían intocables los estratos sociales y
sus privilegios. A los pobres les daba una esperanza de encontrar su dignidad,
mientras que los ricos comprendían que el Evangelio bien vivido exponía por
contraste sus egoísmos a la luz del día. Para Clara el reto era muy grande.
Siendo la primera mujer en seguirle, su vinculación con Francisco podía ser mal
entendida.
Santa Clara se fuga de su casa el 18 de Marzo de 1212, un
Domingo de Ramos, empezando así la gran aventura de su vocación. Se sobrepuso a
los obstáculos y al miedo para darle una respuesta concreta al llamado que el
Señor había puesto en su corazón. Llega a la humilde Capilla de la Porciúncula
donde la esperaban Francisco y los demás Hermanos Menores y se consagra al Señor
por manos de Francisco.
Empiezan las renuncias
De rodillas ante San Francisco, hizo Clara
la promesa de renunciar a las riquezas y comodidades del mundo y de dedicarse a
una vida de oración, pobreza y penitencia. El santo, como primer paso, tomó unas
tijeras y le cortó su larga y hermosa cabellera, y le colocó en la cabeza un
sencillo manto, y la envió a donde unas religiosas que vivían por allí cerca, a
que se fuera preparando para ser una santa religiosa.
Para Santa Clara la humildad es
pobreza de espíritu y esta pobreza se convierte en obediencia, en servicio y en
deseos de darse sin límites a los demás.
Días más tardes fue trasladada temporalmente, por
seguridad, a las monjas Benedictinas, ya que su padre, al darse cuenta de su
fuga, sale furioso en su búsqueda con la determinación de llevársela de vuelta
al palacio. Pero la firme convicción de Clara, a pesar de sus cortos años de
edad, obligan finalmente al Caballero Offeduccio a dejarla. Días más tardes, San
Francisco, preocupado por su seguridad dispone trasladarla a otro monasterio de
Benedictinas situado en San Angelo. Allí la sigue su hermana Inés, quien fue una
de las mayores colaboradoras en la expansión de la Orden y la hija (si se puede
decir así) predilecta de Santa Clara. Le sigue también su prima Pacífica.
San Francisco les reconstruye
la capilla de
San Damián, lugar donde el Señor había hablado a su corazón
diciéndole, "Reconstruye miIglesia". Esas palabras del Señor habían
llegado a lo más profundo de su ser y lo llevó al más grande anonadamiento y
abandono en el Señor. Gracias aesa respuesta de amor, de su gran "Si" al Señor,
había dado vida a una gran obra, que hoy vemos y conocemos como la Comunidad
Franciscana, de la cual Santa Clara se inspiraría y formaría parte crucial,
siendo cofundadora con San Francisco en la Orden de las Clarisas.
Cuando se trasladan las primeras Clarisas a San Damián,
San Francisco pone al frente de la comunidad, como guía de Las Damas
Pobres a SantaClara.Al principio le costó aceptarlo pues por su gran
humildad deseaba ser la última y ser la servidora, esclava de las esclavas del
Señor. Peroacepta y con verdadero temor asume la carga que se le impone,
entiende que es el medio de renunciar a su libertad y ser verdaderamente
esclava. Así se convierte en la madre amorosa de sus hijas espirituales, siendo
fiel custodia y prodigiosa sanadora de las enfermas.
Desde que fue nombrada Madre de la Orden, ella quiso ser
ejemplo vivo de la visión que trasmitía, pidiendo siempre a sus hijas que todo
lo que el Señor había revelado para la Orden se viviera en plenitud.
Siempre atenta a la necesidades de cada una de sus hijas y
revelando su ternura y su atención de Madre, son recuerdos que aún después de
tanto tiempo prevalecen y son el tesoro mas rico de las que hoy son sus hijas,
Las Clarisas Pobres.
Sta.
Clara acostumbraba tomar los trabajos mas difíciles, y servir hasta en lo mínimo
a cada una. Pendiente de los detalles más pequeños y siendo testimonio de ese
corazón de madre y de esa verdadera respuesta al llamado y responsabilidad que
el Señor había puesto en sus manos.
Por el testimonio de las misma hermanas que convivieron
con ella se sabe que muchas veces, cuando hacía mucho frío, se levantaba a
abrigar a sus hijas y a las que eran mas delicadas les cedía su manta. A pesar
de ello, Clara lloraba por sentir que no mortificaba suficiente su cuerpo.
Cuando hacía falta pan para sus hijas, ayunaba sonriente y
si el sayal de alguna de las hermanas lucía más viejo ella lo cambiaba dándole
el de ella. Su vida entera fue una completa dádiva de amor al servicio y a la
mortificación. Su gran amor al Señor es un ejemplo que debe calar nuestros
corazones, su gran firmeza y decisión por cumplir verdaderamente la voluntad de
Dios para ella.
Tenía gran entusiasmo al ejercer toda clase de sacrificios
y penitencias. Su gozo al sufrir por Cristo era algo muy evidente y es,
precisamente esto, lo que la llevó a ser Santa Clara. Este fue el mayor ejemplo
que dio a sus hijas.
La humildad brilló grandemente en Santa
Clara y una de las mas grandes pruebas de su humildad fue su forma de vida en el
convento, siempre sirviendo con sus enseñanzas, sus cuidados, su protección y su
corrección. La responsabilidad que el Señor había puesto en sus manos no la
utilizó para imponer o para simplemente mandar en el nombre del Señor. Lo que
ella mandaba a sus hijas lo cumplía primero ella misma con toda perfección. Se
exigía mas de lo que pedía a sus hermanas.
Hacía los trabajos mas costosos y daba
amor y protección a cada una de sus hijas. Buscaba como lavarle los pies a las
que llegaban cansadas de mendigar el sustento diario. Lavaba a las enfermas y no
había trabajo que ella despreciara pues todo lo hacía con sumo amor y con
suprema humildad.
"En una ocasión, después de haberle lavado
los pies a una de las hermanas, quiso besarlos. La hermana, resistiendo aquel
acto de su fundadora, retiró el pie y accidentalmente golpeó el rostro a Clara.
Pese al moretón y la sangre que había salido de su nariz, volvió a tomar con
ternura el pie de la hermana y lo besó."
Con su gran pobreza
manifestaba su anhelo de no poseer nada mas que al Señor. Y esto lo exigía a
todas sus hijas. Para ella la Santa Pobreza era la reina de la casa. Rechazó
toda posesión y renta, y su mayor anhelo era alcanzar de los Papas el privilegio
de la pobreza, que por fin fue otorgado por el Papa Inocencio III.
Para Santa Clara la pobreza era el camino
en donde uno podía alcanzar mas perfectamente esa unión con Cristo. Este amor
por la pobreza nacía de la visión de Cristo pobre, de Cristo Redentor y Rey del
mundo, nacido en el pesebre. Aquel que es el Rey y, sin embargo, no tuvo nada ni
exigió nada terrenal para si y cuya única posesión era vivir la voluntad del
Padre. La pobreza alcanzada en el pesebre y llevada a su cúlmen en la Cruz.
Cristo pobre cuyo único deseo fue obedecer y amar.
La vida de Sta. Clara fue una constante
lucha por despegarse de todo aquello que la apartaba del Amor y todo lo que le
limitara su corazón de tener como único y gran amor al Señor y el deseo por la
salvación de las almas.
La pobreza la conducía a un verdadero
abandono en la Providencia de Dios. Ella, al igual que San Francisco, veía en la
pobreza ese deseo de imitación total a Jesucristo. No como una gran exigencia
opresiva sino como la manera y forma de vida que el Señor les pedía y la manera
de mejor proyectar al mundo la verdadera imagen de Cristo y Su Evangelio.
Siguiendo las enseñanzas y
ejemplos de su maestro San Francisco, quiso Santa Clara que sus conventos no
tuvieran riquezas ni rentas de ninguna clase. Y, aunque muchas veces le
ofrecieran regalos de bienes para asegurar el futuro de sus religiosas, no los
quiso aceptar. Al Sumo Pontífice que le ofrecía unas rentas para su convento le
escribió: "Santo padre: le suplico que me absuelva y me libere de todos mis
pecados, pero no me absuelva ni me libre de la obligación que tengo de ser pobre como lo fue Jesucristo". A quienes le decían
que había que pensar en el futuro, les respondía con aquellas palabras de Jesús:
"Mi Padre celestial que alimenta a las avecillas del campo, nos sabrá alimentar
también a nosotros".
Mortificación de su cuerpo
Si hay algo que sobresale en la vida de
Santa Clara es su gran mortificación. Utilizaba debajo de su túnica, como prenda
íntima, un áspero trozo de cuero de cerdo o de caballo. Su lecho era una cama
compuesta de sarmientos cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por
obediencia a Francisco, debido a su enfermedad.
Los ayunos.
Siempre vivió una vida austera y comía tan poco que sorprendía hasta a sus
propias hermanas. No se explicaban como podía sostener su cuerpo. Durante el
tiempo de cuaresma, pasaba días sin probar bocado y los demás días los pasaba a
pan y agua. Era exigente con ella misma y todo lo hacía llena de amor, regocijo
y de una entrega total al amor que la consumía interiormente y su gran anhelo de
vivir, servir y desear solamente a su amado Jesús.
Por su gran severidad en los ayunos, sus
hermanas, preocupadas por su salud, informaron a San Francisco quien intervino
con el Obispo ordenándole a comer, cuando menos diariamente, un pedazo de pan
que no fuese menos de una onza y media.
La vida de Oración
Para Santa Clara la oración era la
alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella
como para el mundo entero. La oración es el fin en la vida Religiosa y su
profesión.
Ella acostumbraba pasar varias horas de la
noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las
palabras de amor del Señor. Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía
encontrar cubierta de lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la
presencia del Señor en la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los
pecados, olvidos y por las ingratitudes propias y de los hombres.
Se postraba rostro en tierra ante el Señor
y, al meditar la pasión las lágrimas brotaban de lo mas íntimo de su corazón.
Muchas veces el silencio y soledad de su oración se vieron invadidos de grandes
perturbaciones del demonio. Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando
Clara salía del oratorio, su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran
tan ardientes que movían y despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido
amor por el Señor.
Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y
dos años de su vida consagrada. Cuando le preguntaban si no se excedía, ella
contestaba: Estos excesos son necesarios para la redención, "Sin el
derramamiento de la Sangre de Jesús en la Cruz no habría Salvación". Ella
añadía: "Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo
viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe
rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese
equilibrio espiritual la tierra sería destrozada por el maligno". Santa
Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.
Milagros de Santa Clara
La
Eucaristía ante los sarracenos
En 1241 los sarracenos atacaron la ciudad
de Asís. Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la
loma, en el exterior de las murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy
asustadas y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo
Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se les
enfrentó a los atacantes. Ellos experimentaron en ese momento tan terrible
oleada de terror que huyeron despavoridos.
En otra ocasión los enemigos atacaban a la
ciudad de Asís y querían destruirla. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante
el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron sin saber por qué.
El milagro de la multiplicación de los panes
Cuando solo tenían un pan para que comieran cincuenta
hermanas, Santa Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el
pan y envió la mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las
hermanas. Aquel pan se multiplicó, dando a basto para que todas comieran. Santa
Clara dijo: "Aquel que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran
misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas
pobres?"
En una de las visitas del Papa al Convento, dándose las
doce del día, Santa Clara invita a comer al Santo Padre pero el Papa no accedió.
Entonces ella le pide que por favor bendiga los panes para que queden de
recuerdo, pero el Papa respondió: "quiero que seas tu la que bendigas estos
panes". Santa Clara le dice que sería como un irespeto muy grande de su parte
hacer eso delante del Vicario de Cristo. El Papa, entonces, le ordena bajo el
voto de obediencia que haga la señal de la Cruz. Ella bendijo los panes
haciéndole la señal de la Cruz y al instante quedó la Cruz impresa sobre todos
los panes.
Larga agonía
Santa Clara estuvo enferma 27 años en el convento de San
Damiano, soportando todos los sufrimientos de su enfermedad con paciencia
heroica. En su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo
Pontífice la visitó dos veces y exclamó "Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad
de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita".
Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus
consejos.
San Francisco ya había muerto pero tres de los discípulos
preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Angel y Fray León, le leyeron a Clara
la Pasión de Jesús mientras ella agonizaba. La santa repetía: "Desde que
me dediqué a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo,
ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan".
El 10 de agosto del año 1253 a los 60 años de edad y 41
años de ser religiosa, y dos días después de que su regla sea aprobada por el
Papa, se fue al cielo a recibir su premio. En sus manos, estaba la regla
bendita, por la que ella dio su vida.
Cuando el Señor ve que el mundo está tomando rumbos
equivocados o completamente opuestos al Evangelio, levanta mujeres y hombres
para que contrarresten y aplaquen los grandes males con grandes bienes. Podemos ver claramente en la Orden Franciscana, en su carisma, que cuando el
mundo estaba siendo arrastrado por la opulencia, por la riqueza, las injusticias
sociales etc., suscita endos jóvenes de las mejores familias el amor
valiente para abrazar el espíritu de pobreza, como para
demostrar de una manera radical el verdadero camino a seguir que
al mismo tiempo deja al descubierto la obra de Satanás,
aplastándole la cabeza. Ellos se convirtieron en signo de
contradicción para el mundo y a la vez, fuente donde el Señor
derrama su gracia para que otros reciban de ella.
El Señor en su gran sabiduría y siendo el buen Pastor que
siempre cuida de su pueblo y de su salvación, nunca nos abandona y manda
profetas que con sus palabras y sus vidas nos recuerdan la verdad y nos muestran
el camino de regreso a El. Los santos nos revelan nuestros caminos torcidos y
nos enseñan como rectificarlos.
Tras los pasos de Santa Clara en Asís
En la Basílica de Sta. Clara
encontramos su cuerpo incorrupto y muchas de sus reliquias.
En el convento de San Damiano,
se recorren los pasillos que ella recorrió. Se entra al cuarto donde ella pasó
muchos años de su vida acostada, se observa la ventana por donde veía a sus
hijas. También se conservan el oratorio, la capilla, y la ventana por donde
expulsó a los sarracenos con el poder de la Eucaristía.
Hoy las religiosas Clarisas son aproximadamente
18.000 en 1.248 conventos en el mundo.
Proyecto realizado por el alumnado de Religión Católica del CEIP María
del Mar Romera denominado "Mi nombre es un santo" donde, después de
realizar un collage con la imagen del santo que les da nombre y una
pulsera para el Día de Todos los Santos (ver recurso en el Blog del
Profesorado de Religión: https://profesoradoreligion.blogspot....), han localizado videos que cuenten la historia de dicho santo y hemos realizado este montaje. En esta ocasión, el video narra la historia de la madre de la Virgen María, Santa Ana.
Ana (Hebreo, Hannah, significa gracia) Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana
a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se
introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la
occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente. Ver:Por sus frutos los conoceréisde San Juan Damasceno. Todo
lo que se conoce de ellos, incluso sus nombres, procede de literatura
apócrifa: el Evangelio de la Natividad de María, el Evangelio apócrifo
de Mateo y el Protoevangelium de Santiago. El mas antiguo de estos se
remonta alrededor del 150 ad. En el Oriente el Protoevangelium gozaba
de gran autoridad, algunas porciones se leían en las fiestas de la
Virgen María. En el Occidente, sin embargo, fue rechazado por los Padres
de la Iglesia. En el siglo XIII, partes del Protoevangelium de Santiago
fue incorporado por Jacobus de Vorágine en su "Leyenda Dorada". Desde
entonces la historia de Santa Ana se propagó por el Occidente hasta
convertirse en una de las santas mas populares de la Iglesia latina. Los
escritos llamados "apócrifos" no fueron aceptados por la Iglesia como
parte del canon de las Sagradas Escrituras porque contienen muchos datos
que no son confiables. Pero si contienen algunos datos de documentos
históricos. Lo difícil es distinguir en ellos el grano bueno de la
paja. El Protoevangelium nos ofrece
la siguiente historia: En Nazaret vivían Joaquín y Ana, una pareja rica y
piadosa pero que no tenía hijos. Cuando en una fiesta Joaquín se
presentó para ofrecer sacrificio en el Templo, fue rechazado por un tal
Ruben, bajo el pretexto de que hombres sin descendencia no eran dignos
de ser admitidos. Joaquín, cargado de pena, no volvió a su casa sino
que se fue a las montañas a presentarse ante Dios en soledad. También
Ana, habiendo conocido la razón de la prolongada ausencia de su esposo,
clamó al Señor pidiéndole que retirase de ella la maldición de la
esterilidad y prometiéndole dedicar su descendencia a Su servicio. Sus
oraciones fueron escuchadas; un ángel visitó a Ana y le dijo: "Ana, el
Señor ha mirado tus lágrimas; concebirás y darás a luz y el fruto de tu
vientre será bendecido por todo el mundo". El ángel hizo la misma
promesa a Joaquín, quién volvió a donde su esposa. Ana dio a luz una
hija a quien llamó Miriam (María). Esta historia se parece a la de la
concepción de Samuel en las Sagradas Escrituras, cuya madre se llamaba
también Ana (1 Re 1). Según una
tradición antigua, los padres de la Stma. Virgen, siendo Galileos, se
mudaron a Jerusalén. Allí, según la misma tradición, nació y se crió la
Virgen Santísima. Allí también murieron estos venerables santos. Una
iglesia, conocida en diferentes épocas como Santa María, Santa María ubi
nata est, Santa María en Probatica, Santa Probatica y Santa Ana, fue
construida en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena (madre del
emperador Constantino), sobre el lugar de la casa de San Joaquín y Ana.
Sus tumbas fueron honradas hasta el final del siglo IX, cuando los
invasores musulmanes la convirtieron en una escuela. La cripta, que
originalmente contenía las santas tumbas, fue descubierta el 18 de marzo
de 1889. Muchas leyendas han sido
escritas sobre las vidas de San Joaquín y Santa Ana, causando gran
confusión entre los fieles. Según una de ellas, Santa Ana concibió a la
Virgen Santísima sin concurso de varón, permaneciendo así virgen. Este
error fue condenado por la Santa Sede en 1677 (Benedicto XIV, De Festis,
II, 9). Veneración a Santa Ana En
la Iglesia del Oriente ya se veneraba a Santa Ana en el siglo IV. La
mejor prueba de ello es que el emperador Justino I (+565) le dedicó una
iglesia. La devoción a Santa Ana se encuentra en los mas antiguos
documentos litúrgicos de la Iglesia griega. En el Occidente no se
venera a Santa Ana, excepto quizás en el sur de Francia, hasta el siglo
XIII. Su imagen, pintada en el siglo VIII en estilo Bizantino, fue mas
tarde encontrada en la iglesia de Santa María Antiqua en Roma. Su
fiesta, bajo la influencia de la "Leyenda Dorada", aparece en el siglo
XIII donde se celebraba el 26 Julio. En
1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa
Ana, concediendo la celebración de la fiesta de la santa a los obispos
de Inglaterra exclusivamente, tal como se lo habían pedido algunos
ingleses. Muy probablemente la ocasión de dicho decreto fue el
matrimonio del rey Ricardo II con Ana de Bohemia, que tuvo lugar en ese
año. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de Occidente en 1584. Las Reliquias de Santa Ana Se
dice que las reliquias atribuidas a Santa Ana fueron traídas de la
Tierra Santa a Constantinopla en el 710. Allí estaban en la iglesia de
Santa Sofía en 1333. La tradición de la Iglesia de Apt, en el sur de
Francia dice que el cuerpo de Santa Ana fue llevado a Apt por San
Lázaro, el amigo de Jesucristo, fue escondido por San Auspicio (+398) y
vuelto a encontrar durante el reino de Carlomagno. La cabeza de Santa
Ana se mantuvo en Mainz hasta el 1510, cuando fue robada y llevada a
Düren, Alemania. Lamentablemente, no hay sólidos fundamentos para
asegurar la autenticidad de estas reliquias. Veneración de Santa Ana hoy Su
imagen milagrosa es venerada en Notre Dame D'Auray, en la diócesis de
Vannes. También en Canada, donde es la principal patrona de la provincia
de Quebec, el santuario de Santa Ana de Beaupré es bien conocido. Santa
Ana es patrona de las mujeres en parto. También es patrona de los
mineros, Cristo siendo el oro y María la plata.
Proyecto realizado por el alumnado de Religión Católica del CEIP María
del Mar Romera denominado "Mi nombre es un santo" donde, después de
realizar un collage con la imagen del santo que les da nombre y una
pulsera para el Día de Todos los Santos (ver recurso en el Blog del
Profesorado de Religión: https://profesoradoreligion.blogspot....), han localizado videos que cuenten la historia de dicho santo y hemos realizado este montaje.
En esta ocasión, el video narra la historia del evangelista San Marcos.
Autor del segundo
Evangelio
Fiesta: 25 de abril
Su
símbolo es el león a lado.
San Marcos
era judío de Jerusalén, acompañó a San Pabloy a Bernabé, su primo, a Antioquia en el primer viaje misionero (Hechos 12, 25);también acompañó
a Pablo a Roma. Se separó de ellos en Perga y regresó
a su casa. (Hechos 13,13). No sabemos las razones de esa separación
pero si sabemos que causó una
separación posterior entre San Pablo y Bernabé, cuando San Pablo
rehusó aceptar a San Marcos. Bernabé se enojó tanto que rompió su asociación
misionera con San Pablo y se fue a Chipre con Marcos (Hechos
15,36-39). Años más tarde San Pablo y San Marcos volvieron a unirse
en un viaje misionero.
Fue discípulo de san Pedro e intérprete del mismo en su
Evangelio,
el segundo
Evangelio canónico (el primero en escribirse). San Marcos escribió en
griego con palabras sencillas y fuertes. Por su terminología se
entiende que su audiencia era cristiana. Su Evangelio contiene
historia y teología. Se debate la fecha en que lo escribió, quizás fue
en la década 60-70 AD.
Juntos
con Pedro fue a Roma. San Pedro por su parte se
refería a San Marcos como "mi hijo" (1P 5,13). A veces
el Nuevo Testamento lo llama Juan Marcos (Hechos 12,12). Evangelizó y estableció
a la Iglesia en Alejandría, fundando allí su famosa escuela
cristiana.
Murió mártir
aproximadamente el 25 de
abril del 68 AD en Alejandría y sus reliquias están en la
famosa catedral de Venecia.