Película: Becket (1964)
Se puede definir a la excomunión como apartar a un bautizado de la comunión de los fieles de la Iglesia y del acceso a los sacramentos. Es la pena más grave que la Iglesia puede infligir. Es también una pena medicinal en lugar de vengativa, pues está destinada no tanto a castigar al culpable, sino a corregirlo y a traerlo de nuevo a la senda de la rectitud”.
Con la pena de excomunión la Iglesia no intenta de algún modo restringir el campo de la misericordia, sino que simplemente se evidencia la gravedad del crimen.
La Iglesia toma esta medida extrema solo después de que todos los demás esfuerzos para corregir fraternlamente han fracasado.
Durante la Edad Media el ritual de excomunión era una ceremonia pública, y lo público, por aquel entonces, era lo que ocurría en los altares de las iglesias.
El sacerdote pronunciaba el nombre de la persona a excomulgar, cerraba los Evangelios, hacía sonar una pequeña campana y apagaba una vela. Ritual simple pero cargado de funestos símbolos. Las campanadas representaban las campanas de los muertos, es decir, el tañido que anuncia la muerte de un miembro de la comunidad; y la vela, por otra parte, simbolizaba la oscuridad espiritual a la que se condenaba al excomulgado.
De ahí que el viejo ritual de excomunión, fuese conocido sencillamente como campana, libro y vela. La ceremonia tradicionalmente involucraba a un obispo , con 12 sacerdotes portando velas. El obispo pronunciaría entonces la fórmula del anatema, que termina con las siguientes palabras:
"Por tanto, en el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, del Bienaventurado Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y de todos los santos, en virtud del poder que nos ha sido dado de atar y desatar en Cielo y tierra, lo privamos a él y a todos sus cómplices y a todos sus cómplices de la Comunión del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor, lo apartamos de la sociedad de todos los cristianos, lo excluimos del seno de nuestra Santa Madre la Iglesia. en el Cielo y en la tierra lo declaramos excomulgado y anatematizado y lo juzgamos condenado al fuego eterno con Satanás y sus ángeles y todos los réprobos, siempre que no rompa las cadenas del demonio, haga penitencia y satisfaga a la Iglesia; lo entregamos a Satanás para que mortifique su cuerpo, a fin de que su alma sea salva en el día del juicio".
Después de esta recitación, los sacerdotes respondían: Fiat, fiat, fiat ("¡Que así sea! ¡Que así sea! ¡Que así sea!") El obispo tocaba una campana , cerraba un libro sagrado (para simbolizar la separación de la ex-comulgante de la Iglesia,) , y él y los sacerdotes asistentes apagan sus velas tirándolas al suelo (para representar que se aparta de la luz de Dios). Sin embargo, el rito del anatema como se describe en el Pontificale Romanum solo prescribe que las velas se arrojen al suelo.
Los espantosos pronunciamientos del ritual fueron calculados para infundir terror en los excomulgados y llevarlos al arrepentimiento.
Si le interesa ver películas religiosas completas puede visitar el canal "cine religioso"; https://www.youtube.com/channel/UCAM5...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade un comentario