Entrevista a Marisa Vidal Collazo, autora de:
Yo soy Egeria
Lectura feminista de un viaje en el siglo IV
Editorial Verbo Divino.
Con motivo de las presentaciones que van a tener lugar en Barcelona y en Madrid próximamente, queremos saber más sobre la historia de Egeria.
¿Por qué este libro ahora?
Este libro es un sueño lejano. Desde el año 1998 pertenezco a la Asoc. Mulleres Cristiás Galegas Exeria. Egeria es nuestra matrona. Desde entonces empecé a leer sobre ella y a ir recogiendo información. Hace más de 10 años que vengo escribiendo y dando charlas sobre Egeria. Sole Pite se encargó de las ilustraciones; primero salió la edición en gallego en editorial Galaxia en marzo 2022 y después en castellano en Editorial Verbo Divino en noviembre de 2022. En esta fecha también inauguramos una escultura creada por Sole y fraguada en la fundición de Cuqui Piñeiro a partir de la ilustración de la portada del libro. Toda una sinfonía de complicidades que hacen visible a una mujer clave para conocer mejor la Iglesia del siglo IV.
¿Quién es Egeria? Peregrina, aventurera...
Egeria es una mujer culta (sabe leer y escribir latín y griego) que viaja a Tierra Santa recogiendo las impresiones de su viaje en un diario, el Itinerario. No sabemos su edad, pero sí sabemos que el Concilio de Zaragoza del año 380 recomendaba que las mujeres peregrinas tuvieran por lo menos 40 años.
El objetivo de su viaje es religioso, es una peregrina, pero también científico, ya que quiere recoger información sobre cómo se organiza la vida monástica y también cómo se celebran liturgias y catequesis en la ciudad de Jerusalén, el centro del cristianismo en el siglo IV.
¿Qué nos puedes contar de su escrito?
Fue un códice muy valorado en la Edad Media. De hecho, podemos rastrear su existencia en las bibliotecas del monasterio de Celanova, San Marcial de Limoges o Montecasino, la gran biblioteca benedictina. Precisamente de ahí procede la copia que ha llegado hasta nosotros, descubierta en 1881. El texto que tenemos está incompleto y sin paginación propia, por lo que no podemos saber cuántos falta del escrito original. La prueba de que fue un escrito muy famoso y reputado es que Pedro Diácono, monje de Montecasino que nunca estuvo en Tierra Santa, escribió en el siglo XI una guía para peregrinos copiando en muchas partes el texto egeriano.
¿De dónde parte Egeria para hacer su viaje?
Al faltar la primera parte de su Itinerario, no lo podemos precisar, pero sí podemos afirmar que parte de Gallaecia, pues el obispo de Edesa así lo reconoce al decir que viene "ut de extremis porro terris", desde el extremo del mundo, que es como diferentes autores denominan a la provincia romana más al oeste del Imperio, Gallaecia.
¿Cómo organiza el viaje?
Va desde Gallaecia a Jerusalén pasando por el sur de Francia a Roma. Desde allí, probablemente en barco, va a Constantinopla y atraviesa la actual Turquía hasta Jerusalén, donde fija residencia al menos durante un año. Desde Jerusalén se mueve a otros lugares que le interesan en los actuales Egipto, Jordania, Siria… El viaje lo ha preparado en grupo con sus amigas, a las que va escribiendo el Itinerario, reportando lo que encuentra en los lugares que entre todas planificaron visitar. Por eso da explicaciones cuando no puede cumplir con el trayecto trazado, cuando encuentra cosas que no esperaba o cuando necesita alterar la planificación previa. Es un viaje de investigación planificado con otras.
¿Cuánto tiempo dura el viaje?
No lo sabemos con certeza, pues falta la primera parte del itinerario. El texto que tenemos empieza el 16 de diciembre del año 383, en el monte Sinaí, volviendo desde Egipto a Jerusalén. Sabemos que en Jerusalén estuvo por lo menos un año completo dedicada a su trabajo de investigación litúrgica. Ella misma dice, el 25 de marzo de año 384, cuando inicia el viaje de regreso, que se cumplen tres años de su partida. Por lo tanto, viaja entre los años 381 y 384. Sale de Gallaecia justo después del Concilio de Zaragoza, celebrado en el año 380.
¿Cómo se financia?
Egeria no hace ningún comentario sobre estas cuestiones, pero quien alguna vez ha peregrinado sabe que para ese viaje no es necesaria una gran cantidad de dinero. En la primera iglesia, un poco como ahora en las hospederías y algunas parroquias, las comunidades cristianas se vuelcan en la acogida de las personas peregrinas. Es un signo de comunión eclesial, más en aquellos tiempos en los que las rutas de peregrinación son novedad (el cristianismo había dejado de ser religión clandestina en el año 313). De hecho, Egeria cuenta que en los monasterios y eremitorios que visita recibe eulogias, alimentos que los monjes y monjas cosechan y regalan a los peregrinos que los visitan.
¿Cuáles son las mayores dificultades con las que se encuentra?
Egeria poco se queja de las vicisitudes del viaje. Le supuso dificultad física subir el monte Sinaí, en el que se empeñó en llegar, a pie hasta la misma cima. También fue para ella una contrariedad no poder llegar a Ur de Caldea, la patria de Abraham. En aquel tiempo, esa ciudad pertenecía al Imperio persa, y no vio prudente traspasar las fronteras del Imperio romano. Cuenta también que un tramo del camino, volviendo de Egipto, el grupo de peregrinos lleva escolta militar romana, lo que nos hace pensar que había tramos de cierta peligrosidad.
¿Posibles encuentros con personas famosas de la Antigüedad que no narra?
Es difícil aventurar estos encuentros, porque muchas personas del mundo antiguo han sido famosas a posteriori, cuando las reconocemos siglos después (como le sucede a la propia Egeria), y porque Egeria es una mujer muy discreta, que investiga sin hacer ruido. Saluda en todas partes a diferentes monjes, hombres y mujeres, también a obispos, sin recoger sus nombres. Pero hoy sabemos que habló con Protogene de Carra, Abraham de Batanis, Cirilo de Jerusalén y Eulogio de Edesa.
Pero hay una parte del Itinerario que no llegó a nosotros, su visita a Egipto (Alejandría y las regiones de Nitria y Tebaida) A mí me gustaría saber si Egeria, en su visita a Alejandría, llega a conocer a Hipatia. Gustándole tanto los libros, sería raro que no hubiera estado en su biblioteca, la más famosa del mundo antiguo, y que no hubiera entablado alguna conversación con su famosa bibliotecaria y pensadora.
¿Cuál fue el mejor encuentro de Egeria?
Sin duda conocer a Marthana, diaconisa y superiora de varios monasterios femeninos en Seleucia. Es la única persona que nombra, a la que llama amiga y a la que abraza. La conoce en Jerusalén, en el año que pasa en esta ciudad recogiendo celebraciones litúrgicas y catequesis, y pasa a visitarla por Seleucia cuando emprende el camino de regreso a su tierra. Marthana es la amiga en la que Egeria descansa, en la que se reconoce más allá de las diferencias culturales y sociales. Es la amiga que presenta a sus amigas, cerrando entre ellas un círculo de amistad más allá del tiempo y el espacio. Fíjate que de Marthana, diaconisa, nada hubiéramos sabido a no ser por el breve texto que le dedica su amiga Egeria. ¿Cuántas más mujeres con autoridad están perdidas en la historia de la Iglesia?
¿Cuál fue el mejor regalo que recibió?
Egeria considera un regalo todo lo que va aprendiendo en su camino. Pero hay un regalo que celebra de modo especial, que es el regalo de un libro, Las cartas entre Jesús y el rey Abgar, un texto apócrifo que le regala Eulogio, el obispo de Edesa.
¿Qué cosas curiosas destacarías del viaje?
Destacaría la cantidad de información que maneja Egeria. De hecho, cuando llega a los sitios busca cosas que ella ya conoce previamente y que quiere ver. También destacaría su visión crítica. Egeria no cree sin más todo lo que le cuentan. Por eso reseña que no encuentra la famosa estatua de sal de la mujer de Lot, que busca con vehemencia e interés. También cuestiona la veracidad de las tradiciones cuando, en el monte Nebot, le muestran la tumba de Moisés. Ella sabe, porque lo ha leído en la Escritura, que no se sabe dónde está enterrado Moisés, pero es discreta y no discute con sus guías. Solo deja constancia de su extrañeza para sus amigas.
También destacaría los conocimientos de Egeria. Conoce mucha literatura canónica y apócrifa, y muestra interés por esta última en un tiempo en el que la Iglesia romana está empezando a decantarse por reconocer autoridad a unos libros si y a otros no. La investigación de Egeria bordea los límites de lo canónicamente admitido en su tiempo.
¿Quiénes son estas amigas de Egeria?
No sabemos casi nada de ellas. Solo que Egeria las quiere mucho porque las trata con mucho cariño y respeto. Las llamasorores, luz de mi vida, venerables hermanas... Egeria se siente enviada por ellas. Para ellas recoge y dedica los resultados de su investigación. No hay ningún rastro de jerarquía en este grupo de mujeres a las que trata como amigas y compañeras de estudios, siendo maestras unas de las otras. Se ve que comparte con ellas no solo vida o fe, sino también conocimientos.
¿Dónde están las egerias de hoy? ¿Cómo se reconocen?
Las egerias de hoy son mujeres cómplices, que crean redes con otras mujeres. Son mujeres que se apoyan en la experiencia, que están en la vida, que no se conforman con lo que cuentan, sino que quieren ver y vivir por ellas mismas. Son mujeres que se arriesgan, que salen al camino, que viajan hasta los orígenes en busca del espíritu de los inicios eclesiales. Son mujeres que estudian, indagan, buscan... pasando todo lo vivido por sus cuerpos. Son mujeres generosas, que experimentan y viven, que elaboran sabiduría para las otras, las amigas, las compañeras. Son mujeres que reconocen y se reconocen autoridad, una autoridad desde la entraña, lejos de las estructuras jerárquicas. Una autoridad que se asienta en la libertad de la hija, la que lleva más allá la herencia recibida de sus madres.
Editorial Verbo Divino.
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