En una entrevista para El Espejo de Salamanca Raquel Pérez, directora de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, repasa la situación en materia educativa de la Iglesia
En la LOMLOE la asignatura de la Religión Católica "ha quedado con los mínimos, y ahora, es la tarea del profesor hacer bien su labor docente en ese tiempo establecido". Así se expresaba en Salamanca la directora de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, Raquel Pérez Sanjuán, cuando participaba en un encuentro con profesores universitarios organizado por la Delegación diocesana de Pastoral Universitaria. Con ellos repasó el contexto social en el que la Iglesia desarrolla su presencia en la universidad y después Miguel Navarro tuvo ocasión de dialogar con ella en El Espejo de la Diócesis.
—¿De qué manera el profesor universitario católico pueda abordar su tarea y su misión en la universidad de hoy?
Lo primero es que son profesores universitarios, y por lo tanto, de ellos se espera que desarrollen su labor profesional como cualquier otro docente, siendo excelentes en su calidad, en su manera de trabajar, en su misión cotidiana que tienen en el marco de la universidad. Es verdad que su condición creyente les da un sentido distinto, de querer entender lo que sucede a tu alrededor, y también, por esa llamada a estar presentes de una manera significativa, queriendo transformar en la dirección del Reino de Dios, de acompañar a la comunidad universitaria, de estar al servicio de ella.
—Hay quienes critican que la Iglesia cuente con universidades y con colegios, ¿qué se les puede decir?
Pues que como cualquier otra realidad presente en la sociedad, tiene su derecho a tener centros con el ideario católico, igual que lo puede tener cualquier otra cosmovisión o planteamiento vital que puede tener centros educativos, sean de enseñanza o de enseñanza superior, es un derecho de los ciudadanos poder disponer de estos espacios. Y siempre que estén respondiendo a la legislación en vigor, tienen derecho a tener estos espacios.
—Es miembro del Consejo Escolar del Estado, ¿cómo queda finalmente la asignatura de la Religión Católica con la LOMLOE?
La Religión está contemplada en la ley, como no podía ser de otra manera, y responde al marco jurídico en el que se inserta la asignatura confesional de Religión. Y es verdad que el Estado ha regulado un marco mínimo, los secretos de enseñanzas mínimas, dejando que sean las comunidades autónomas las que fijen finalmente su ordenación académica, es decir, su horario y en este caso, esa asignatura o propuesta formativa alternativa para el alumnado que no elija Religión. En algunas comunidades autónomas se ha mantenido ese horario mínimo establecido por el Ministerio, lo cual lamentamos, puesto que habían tenido la oportunidad de incrementarlo, y de poder ofrecer al alumnado más tiempo para la formación en Religión, y en algunas comunidades también lo han mantenido, e incluso, se ha aumentado el horario, por lo que nos alegramos.
Pero el panorama es que ha quedado con los mínimos, y ahora, es la tarea del profesor hacer bien su labor docente en ese tiempo establecido. En cuanto a la alternativa, nos consta que en algunas comunidades autónomas se ha recogido, y en el marco de la administración educativa se plantea algún tipo de actividad, tipo voluntariado, o proyectos, y en otros, se ha dejado a los centros educativos, lo cual genera bastante disparidad dentro de un mismo territorio. En cualquier caso, es un derecho de los padres saber qué hacen sus hijos mientras no estudian Religión.
—Desde la Conferencia Episcopal y desde todas las diócesis se ha insistido en la importancia de poder cursar esta asignatura…
Nosotros creemos que aporta a ese perfil de salida del alumnado al final de la enseñanza básica, que establece el Ministerio, y que cuando hemos tenido que hacer el currículo, hemos querido mirar. Es un horizonte común para todo el alumnado, pero también sabemos que nuestra aportación es específica, es ver a la persona desde una integralidad, contemplar su dimensión trascendente, esa apertura al misterio que cualquier persona está llamada, respetando que en clase de Religión no siempre tiene que haber personas que sean creyentes.
Pero es verdad que hemos querido aportar como una asignatura más, y nos hemos situado técnicamente en el modelo que se nos ha pedido, ya que somos materia en el centro educativo que tiene su aportación específica, como la tiene cualquier otra disciplina, que tiene su peculiaridad. Animamos a mirar a la Religión como una aportación al conjunto de los saberes y no como algo extraño o algo que no pertenece al ámbito educativo formal. Creemos que debe de estar.
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