Entrevista a Mariela Martínez Higueras. Autora del libro: Haced discípulos. El discipulado en el evangelio de Mateo a la luz de la literatura rabínica.
Mariela Martínez Higueras es religiosa de la Congregación Santo Domingo, es licenciada en Farmacia y doctora en Teología Bíblica. Enseña Sagrada Escritura en el Centro Superior de Estudios Teológicos (CSET) San Pablo de la Diócesis de Málaga y en el Instituto de Teología Lumen Gentium de la Archidiócesis de Granada. Participa en varias revistas y también es miembro de la Asociación Bíblica Española (ABE).
Recientemente ha publicado en Editorial Verbo Divino la obra: “Haced discípulos. El discipulado en el evangelio de Mateo a la luz de la literatura rabínica”, una obra que forma parte de la colección BIBLIOTECA MIDRÁSICA donde se recogen textos del judaísmo clásico y estudios sobre lengua, literatura e historia del período rabínico.
Elías Pérez (EVD): ¿Cuál es la génesis de esta obra?
Mariela Martínez Higueras (MMH): La génesis fue un proyecto de investigación para la tesis doctoral. Siempre me había interesado mucho el mundo del discipulado de Jesús y el mundo del judaísmo en tiempos de Jesús y su posterior replanteamiento en la comunidad de Jamnia. Por eso decidí estudiar el discipulado en el evangelio, pero a la luz del discipulado del mundo rabínico. El evangelio que mejor se prestaba a esa realidad era el de Mateo por ser escrito por un escriba judeo-cristiano y dirigido a Antioquia de Siria, una comunidad mixta de judeocristianos y gentiles con gran proporción de los primeros. Esta comunidad de Antioquia vivió más de un conflicto con aquella rabínica de Jamnia.
EVD: Para empezar, una curiosidad: ¿cómo fue lo de pasar de los frascos de botica y la farmacia al mundo bíblico?
MMH: Inicie mi carrera de Farmacia porque me encantaban la química y la biología; luego en el estudiantado en la Congregación de Santo Domingo descubrí el mundo de la Teología y decidí que cuando acabara mis estudios científicos continuaría con los teológicos. Así lo hice. El estudio de la Palabra constituye uno de los cuatro pilares dominicanos.
EVD: ¿Cómo podríamos sintetizar el mensaje que transmite tu obra?
MMH: He pretendido profundizar en el tema del discipulado en el evangelio de Mateo a la luz del discipulado que encontramos en la literatura rabínica. De esto da testimonio el mismo evangelio al presentar de forma explícita el discipulado de Jesús en contraste con el discipulado rabínico. La expresión común en ambas literaturas “haced discípulos”, que da nombre a nuestra obra, refleja que la institución discipular aparece al servicio de la transmisión de la tradición del maestro.
EVD: ¿Cuáles son los principales aportes de los clásicos al discipulado? ¿Habría algunos ejemplos a modo de síntesis para hoy?
MMH: En realidad, el discipulado de los clásicos del mundo griego (Platón, Pitágoras, Apolonio de Tiana), de los rabinos o del mismo Jesús nos enseña cómo para iniciarnos en determinados campos cognitivos o filosofías de vida, necesitamos a maestros, personas que hayan caminado antes por determinados senderos y nos ayuden a recorrerlos. Para esto hace falta un gran deseo de búsqueda y mucha disciplina en la tarea de andar por esos caminos.
Yo creo que hoy también hay maestros carismáticos que sin querer crean escuela, como la escuela del silencio de Moratiel o los amigos del desierto de Pablo D´Ors. También los estudiosos vamos encontrando maestros que van iniciando nuestros pasos. Yo considero maestros míos a Antonio Rodríguez Carmona o Miguel Pérez Fernández; ellos se han adentrado en determinadas búsquedas o maneras de realizarlas que señalan itinerarios para los que vamos detrás.
EVD: Torá, Abot, Mekilta… ¿Qué valor e importancia tiene todo ello en nuestra cultura?
MMH: Yo creo, sin duda, que la Torá escrita (nuestro Antiguo Testamento en sentido amplio y sin entrar en matices de Biblia hebrea o griega) forma parte de nuestra cultura. Muchos de sus personajes, de sus relatos se han filtrado en nuestros imaginarios, y su iconografía, y sus historias están presentes en muchas de nuestras obras de arte. Por otro lado, hay frases también que forman parte del argot popular que han sido extraídas de la Biblia como el “comer la fruta prohibida”, “ojo por ojo, diente por diente”, y que, despojándose de la dimensión religiosa que tenían, forman parte de nuestros ámbitos cotidianos. La Biblia impregna nuestras expresiones culturales, tanto en las artes creativas como en la vida ordinaria.
EVD: ¿Cómo ha cambiado la relación maestro y discípulo de ayer a hoy? ¿Lo más importante de ayer y lo más sorprendente de hoy?
MMH: Decía Albert Einstein que “la educación es lo que queda después de haber olvidado lo aprendido en la escuela”. En esa alternativa entre la escucha activa y por tanto la asimilación de contenidos transcurren los procesos de aprendizaje. Ahí la figura de un maestro que vaya desbrozando el camino al joven es imprescindible: ayer y hoy. No obstante, creo que entre adolescentes y jóvenes se ha perdido la visualización del maestro como figura de autoridad en el proceso de aprendizaje. Tal vez porque la escuela, aunque está haciendo un gran esfuerzo, aún no haya hecho la transformación que implica el cambio de paradigma de pasar de una escuela transmisora de conocimientos a una escuela que promueva el desarrollo de capacidades y destrezas para la construcción del conocimiento.
Los jóvenes buscan hoy otros maestros llamados influencers, y si los consideran significativos para sus aprendizajes vitales, curiosamente se hacen sus más fieles seguidores, o followers. Nosotros adultos tenemos que hacer el esfuerzo de estar presentes en las redes si queremos transmitir hoy algo a estos jóvenes del siglo XXI.
EVD: ¿Podrías ayudarnos a descubrir o recomendar algo especial que ofrece tu libro?
MMH: Yo diría que lo que ofrece esta obra es la comparación entre dos mundos judíos que evolucionan de forma diferente, el mundo judeocristiano y el rabinismo que surge después del 70 d.C. La obra, científicamente, hace primero un análisis, para pasar después a la síntesis. En primer lugar, se realiza un análisis pormenorizado de los textos en torno al discipulado y, en segundo lugar, se lleva a cabo una síntesis tras comparar el discipulado rabínico y el de Jesús. El empeño de constatar semejanzas y diferencias del discipulado en la obra mateana con respecto al que aparece en los textos rabínicos, ha permitido dibujar con mayor nitidez una imagen del discipulado en el evangelio de Mateo.
EVD: Presentas con amplitud el discipulado en el evangelio de Mateo. ¿De qué discípulo/a del Evangelio te gustaría representar el papel?
MMH: Me encanta el discípulo que aparece escondido en el evangelio como la firma del autor de un cuadro, ya que es el propio autor del evangelio: un escriba judeocristiano que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos y que se sabe semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo. Este autor es un gran estudioso, que conociendo de forma magistral la tradición veterotestamentaria, va cosiendo esa realidad “antigua” con la nueva interpretación de la misma que hace Jesús, con toda la novedad que supone.
EVD: “Haced discípulos a todos los pueblos”, misión universal. ¿Qué significa esto para ti hoy?
MMH: La misión es anunciar a otros seres humanos (de cualquier parte del mundo, de cualquier grupo social) que el proyecto de Jesús de Nazaret es un proyecto que puede llevar a plenitud su vida, que puede llenarla de felicidad, que puede ayudar a construir la solidaridad y la fraternidad en toda la humanidad. Yo creo que para que sea creíble nuestra predicación de la Buena Noticia ha de tener tres características: que brote del silencio y de la escucha de la Palabra; que sea desde la coherencia de vida; y que dé razón de nuestra esperanza.
EVD: ¿Cómo ves el discipulado en la Iglesia?
MMH: Yo creo que España ha pasado de un “cristianismo sociológico de masas” a un verdadero discipulado de Jesús, aunque es cierto que eso ha conllevado una notable disminución en los números. El cristiano del siglo XXI se ha dejado seducir por Jesús y sigue tras sus huellas, intentando “vivir con Él, como Él y a lo mismo que Él”. Somos conscientes de que no podemos vivir nuestro discipulado como francotiradores, sino que necesitamos la comunidad en la que compartimos la fe y la vida, donde nos formamos juntos, oramos juntos, nos dejamos interpelar por la Palabra y desde la cual somos enviados a la misión.
EVD: ¿Cómo resuena hoy el “Sígueme” entre el mundo joven?
MMH: Los jóvenes están en búsqueda de “otra cosa”, pero tienen demasiados ruidos. La inmediatez de las redes les hace ocupar demasiado tiempo “entre-tenidos”, lo que impide que estén “intro-tenidos”. Es necesario el silencio contemplativo para poder escuchar la llamada de Jesús. Yo creo que hay un deseo, una búsqueda de otra realidad. Nuestra manera de presentar el mensaje evangélico como fuente de alegría, de sentido de la vida, será clave para escuchar ese Sígueme.
EVD: ¿Un personaje del evangelio de Mateo?
MMH: El constructor sabio de la parábola que construye su casa sobre roca metáfora del que escucha y vive la Palabra de Jesús (su interpretación de la Torá).
EVD: ¿El versículo preferido?
MMH: Tengo muchos, pero señalo: Mt 28,20b: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
EVD: ¿Y un lugar?
MMH: La montaña, que abre y cierra el evangelio; aparece al principio en el sermón de la montaña y al final del evangelio, en el envío a la misión.
EVD: ¿Podrías poner un ejemplo de discípulo de Jesús hoy?
MMH: Es difícil porque hay muchos, pero yo creo que el papa Francisco está proponiendo (no imponiendo) el Evangelio como un proyecto de vida gozoso, portador de sentido para la vida del hombre y la mujer de hoy: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Su estilo empático y dialogante con todo ser humano, cualquiera que sea su realidad, desde abajo y desde dentro, está haciendo que muchos alejados o no creyentes se acerquen a la Palabra de Dios.
EVD: ¿Podrías dar una recomendación para los educadores de hoy?:
MMH: Jesús en sus últimas palabras del envió misionero: “Id a todos los pueblos y haced discípulos… enseñándoles a guardad lo que yo os he mandado”. Jesús propone que lo que han de enseñar no son doctrinas o enseñanzas teóricas, sino la praxis aprendida, la vivencia de los nuevos valores del Reino que promueven la creación de un mundo más humano y más fraterno. Decía Benjamín Franklin: “Cuéntame y olvido, enséñame y recuerdo, involúcrame y aprendo”. Solo se aprende aquello en lo que uno se involucra, lo realizado, la praxis. Eso es lo que queda. Por ello los educadores han de apostar por metodologías prácticas que ayuden a aprender a aprender, donde el alumno, el discípulo, se sepa protagonista y responsable de su propia formación, donde lo aprendido constituya claves para caminar por el sendero de la vida.
EVD: Dices en tu libro que Mateo deja abierto el final del evangelio. ¿Por dónde crees que seguirán los siguientes capítulos?
MMH: Efectivamente, Mateo deja abierto el final de su evangelio. Lo que ha constituido el proyecto de Jesús no termina, sino que será continuado en adelante por sus discípulos. Nuestro discurso eclesial ha de pasar del discurso trasnochado de un “Dios de recortes”: esto no se dice, esto no se toca, esto no se puede, a un Dios que a través de Jesús de Nazaret ofrece al ser humano un proyecto de vida que plenifica su existencia en este mundo ofreciéndole un sentido y una meta en comunión con toda la humanidad. El proyecto original de Dios nos empuja a crear redes de fraternidad y a trabajar juntos por la defensa de la vida humana y su dignidad, colaborando activamente en la promoción de todo ser humano e implicándonos en procesos contra la injusticia social y en el cuidado de la casa común.
Fuente: vía email
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