Ser padres nos hace responsables
no solo del cuidado de nuestros hijos sino también de la educación
espiritual que les brindamos desde el momento en que los concebimos. Por
eso quiero compartir con ustedes 10 sencillas formas de acercar
a nuestros hijos a Dios inclusive desde el momento en que nos enteramos
de que vamos a ser padres.
«¿Buscamos entender ‘dónde’ los hijos
verdaderamente están en su camino? ¿Dónde está realmente su alma? ¿Lo
sabemos? Y sobre todo: ¿Lo queremos saber? ¿Estamos convencidos de eso,
en realidad, no esperan algo más?» (Papa Francisco).
1. Ora en voz alta durante el embarazo
Nuestros pequeños escuchan nuestra voz
todo el tiempo, es importante que el momento que le dediques a la
oración esté lleno de tranquilidad. Elije un espacio cómodo en donde no te interrumpan o donde nada te distraiga.
Puedes construir un pequeño altar o hacerlo mientras ves una estampita
de la Virgen o de Jesús para que tus pensamientos no divaguen en otras
cosas. Haz que tú bebe sienta que ese momento es único y especial para
los dos, puedes elegir una hora del día para que se vuelva una rutina
diaria. Mientras oras puedes sobar tu pancita para que tu bebe sienta
que la oración va dedicada a él también.
2. Llévalo a misa
Algunas personas piensan que es muy
molesto llevar a los chiquitines a misa porque lloran muy fuerte, hacen
ruido, incomodan a la gente o no se quedan quietos. Mi recomendación es que lo lleves a misa cada domingo, tal como tú y tu familia lo solían hacer antes de su nacimiento.
Si llora y es aún muy bebe lo podrás calmar con el pecho o el biberón;
si es un poco más grande y ya gatea o camina suele hacer berrinches más a
menudo, sal de la iglesia, dale un pequeño paseo hasta que se calme y
vuelve a entrar. Si tu niño ya es 100% consciente de que va a misa los
domingos y no se queda quieto, grita a todo pulmón o incluso se tira al
piso, sal de nuevo, ponte a su altura y háblale de manera pausada y en
tono suave, explícale porque están allí y porque es importante portarse
bien durante la Eucaristía. Si pellizcas a tu hijo mientras hace el
berrinche, lo halas bruscamente para sacarlo, lo matas con la mirada o
le gritas afuera de la iglesia, detestara cada domingo. Son niños y hay
que ponernos en sus zapatos, no están en edad de quedarse quietos y
mucho menos de poner atención más de 20 minutos seguidos. Cada vez que
yo voy a misa,
salgo a calmar a mi hijo unas 10 veces pero lo vuelvo a entrar; no hay
que darse por vencido pues aunque son pequeños saben muy bien como
manipularnos, lo importante es que ellos se den cuenta que no importa
cuántas veces salgamos de la iglesia siempre volveremos a entrar hasta
que la celebración culmine.
3. Reza con ellos en las noches
Puede ser junto a su cama o cuna, ponte
de rodillas y ora. Cuando los niños son pequeños todo les asombra y les
causa curiosidad, tienen el don de imitar tanto lo bueno como lo malo, y
muy probablemente mientras estés orando querrán llamar tu atención,
empezaran a hablar como si les dieran cuerda, cantaran, sacaran sus
juguetes o te halaran de la camisa. Aprovecha esta oportunidad para explicarle lo que estás haciendo e invítalo a unirse a tu oración.
Dile que repita después de ti o pregúntale: ¿por qué le darías gracias a
Dios hoy? ¿Quieres enviarle un mensaje a la Virgen conmigo? Notarás que
este tipo de preguntas les causa sorpresa, enséñales cómo deben
persignarse y procura que ese momento dedicado a la oración no sea tan
largo, pues querrá empezar a hacer otra cosa. Si tu niño o niña es un
bebe, persígnalo con su manita y ora en voz baja junto a él.
4. Familiarízalo con imágenes de Jesús y de María Santísima
Tener un altar en el hogar debe
ser tarea de todo católico, no tiene que ocupar una habitación completa,
pero si debes destinarle un lugar especial, de visibilidad y alcance
para todos los miembros de la familia. Es importante que
nuestros pequeños encuentren imágenes de Jesús, de María y de los
Santos. Mi hijo tiene un año y cinco meses y le hemos enseñado a
mandarle besitos a la Virgen. Cada vez que la ve, sin importar el lugar
en el que estemos le manda un beso y yo me derrito de amor, los niños
aprenden muy rápido las cosas, aprovechar la edad entre los 0 y 5 años
es primordial para ensañerles lo que más podamos. Un día Juan José (mi
hijo) encontró el llavero de mi mamá en un bolso, vio que de el estaba
colgada la imagen de la Virgen de Guadalupe, y sin que nadie le dijera
nada, hizo cara de sorpresa, nos miró a todos por unos segundos y la
beso. Puedes poner un Cristo en su habitación, la imagen de María
Santísima en su mesita de noche o un cuadro con el ángel de la guarda.
5. Déjalo elegir películas y libros que hablen de Dios
Aprovecha el gusto que tienen tus hijos
por las películas o los cuentos. Compra películas como «El Arca de Noe»,
«David y Goliat», «El Buen Samaritano», «El Hijo Prodigo», «La Historia
de José y sus hermanos», «Los Milagros de Jesús», «El Príncipe de
Egipto», «Joseph: Rey de los Sueños», etc. Existen también muchos libros
que le cuentan a los niños las historias de la biblia de manera
divertida e ilustrada, puedes comprar libros para colorear o la llamada
«Biblia de los niños» que está en las principales librerías. De esta
manera podrás darle varias opciones a tu hijo para que sea él quien
escoja qué historia quiere conocer. Nunca los obligues o los amenaces
con castigos si no quieren realizar esta actividad. Cada fin de semana
le puedes dar una opción distinta o proponerle a él o ella que te
acompañe a comprar el libro o la película que prefiera. Es una
manera fácil y divertida para que nuestros hijos conozcan la vida de
Jesús, de María Santísima o los santos desde que son chiquitines.
6. Déjalo participar en actividades relacionadas con la Iglesia
Si en el colegio de tu hijo hay infancia
misionera, déjalo ser miembro del grupo. Si le gusta actuar o cantar,
déjalo participar en las ceremonias religiosas en las que se hacen
dramatizaciones o inscríbelo al coro de la Iglesia. Si el colegio
realiza campañas en las que se recolecta ropa o víveres para los más
necesitados, explícale porque debemos ayudarle a los demás. Nunca le
prohíbas a tu hijo actividades como estas, si muestra algún interés,
déjalo experimentar y mantén una actitud siempre positiva frente a sus
logros y hazañas. Hazle saber cuánto le agrada a Dios su buen
comportamiento y solidaridad, permitiéndole sentir que te sientes
orgulloso de ser su madre o su padre.
7. Permítele ver que hay niños que no lo tienen todo
Llevar a nuestros hijos a fundaciones o
instituciones que ayuden a los demás es una experiencia hermosa para
todos los involucrados, tanto como para los niños a los que visitamos,
como para nuestros hijos y para nosotros mismos. Hacerles ver que el mundo no es color de rosa y que no todos los niños gozan de un hogar con papá y mamá abrirá sus corazones.
Puedes ir a una fundación que acoja a niños huérfanos, niños
maltratados, con cáncer, o con alguna enfermedad. Todos los niños
merecen ser amados y escuchados. Haz que tu hijo comparta al menos dos
veces al año una experiencia como ésta. Organiza un partido de fútbol,
una tarde de película o un compartir con la organización que escojas. De
esta manera tu hijo comprenderá que no todos los niños gozan de los
privilegios que él tiene; aprenderá a compartir y a ver a todos como iguales,
no hará distinciones en la hora del juego y se convertirá en un niño
consciente y dispuesto a ayudar a los demás en cualquier lugar.
8. Enséñale a apreciar la naturaleza
No es necesario que viajes a Irlanda
para que tu hijo sea testigo de impresionantes paisajes: una flor basta
para que le cuentes a tu pequeño que Dios está presente en cada una de
sus creaciones, hasta en la más pequeña. El cielo, el mar, las
estrellas, la luna, los árboles, las montañas. Puedes intentar
preguntarle a tu hijo cuanto cree que le ama a Dios (tal vez alguna de
sus ocurrencias te haga derretir de amor) pero es válido que tú le des
una manita: puedes retarlo a contar las estrellas o a adivinar qué tan
profundo es el mar y decirle que así es el amor de Dios: infinito como
las estrellas que adornan el firmamento o los granos de arena en la
playa. Es importante que nuestros hijos sean conscientes que
todo cuanto nos rodea ha sido creado de la mano de Dios, los viajes a
otras ciudades o países pueden ser la oportunidad perfecta para que le
hables de Dios a tus hijos.
9. Hazle saber que hay más satisfacción en dar que en recibir
La época de Navidad es perfecta para realizar esta actividad. Hay dos formas de hacerlo: la primera es comprar juguetes o ropa para que niños de escasos recursos, huérfanos o desamparados reciban un detalle en esta fecha. La otra opción que tenemos es pedirles a nuestros pequeños que decidan qué juguetes ya no utilizan y están en buen estado para donarlos. En todo el proceso debemos incluir a nuestros pequeños, desde ir a comprar o escoger los juguetes, hasta empacarlos e ir a entregarlos personalmente. De esta manera ellos entenderán que las cosas no son tan fáciles de obtener y que no todos los niños tienen los privilegios que nosotros como padres les otorgamos. Este acto de generosidad y entrega puede practicarse en cualquier época del año, lo importante es transmitirles a nuestros hijos el amor por el que más lo necesita. Cuando hayan culminado la tarea puedes preguntarle cómo se sintió al entregarle a otro niño un regalo o que fue lo que más le gustó de estar allí. Podemos encontrar a Dios de muchas maneras, hazle comprender cuanta felicidad hay en dar.
10. Enséñale a bendecir los alimentos
El desayuno, el almuerzo o la cena
pueden ser escenarios perfectos en los que le enseñes a tus hijos que
hay que dar gracias por todo lo que Dios nos permite tener, incluyendo
la comida que llega a nuestra mesa. Yo acostumbro hacer la siguiente
oración para bendecir los alimentos: «Bendice Señor estos alimentos que
por tu infinita misericordia tenemos hoy en esta mesa, dale Señor pan a
los que no tienen y danos hambre de ti a los que tenemos pan. Ámen». Recuerda
que tu ejemplo es la mejor herramienta, conviértete en el modelo a
seguir de tus hijos y bendice los alimentos sin importar el lugar en el
que te encuentres, pídele a tus hijos que repitan después de ti y veras como con el tiempo ellos lo harán solitos.
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