Blog del Profesorado de Religión Católica: 4º ESO

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domingo, 23 de enero de 2011

Carta desde el monasterio


                                                                                Granada, enero de 1400.

Queridos padres:
Espero  que, al recibo de la presente, estén bien. Les escribo para contarles mi nueva vida en el convento y para que sepan lo bien que me va, gracias a Dios. La verdad es que estoy muy contenta, segura de que elegí bien a la hora de decidir entregar mi vida al Señor.
Les contaré cómo es mi vida aquí y cómo es el convento en el que estoy (Convento de la Inmaculada Concepción, Granada). Pertenecemos a la orden franciscana. Nuestro día a día comienza a las cinco y media de la mañana, para celebrar la vigilia a las seis. Esta consiste en el Oficio de Maitines, la Lectura del Evangelio y la meditación. A continuación, a las ocho, acudimos al refectorio para tomar el desayuno que nos ayudará a pasar toda la mañana con fuerzas suficientes. A las nueve celebramos una misa conventual y, cuando esta termina, empezamos con nuestros trabajos: en el convento, copiando libros sagrados, en el jardín, cocinando dulces…y vamos turnando las tareas entre todas. Al terminar la jornada matinal rezamos el Ángelus y acudimos al refectorio para comer y volver a reponer fuerzas para la jornada de la tarde después de un breve descanso, el tiempo de celda.
Para terminar el día, a las nueve de la noche, tomamos la cena y tenemos un tiempo para estar todas juntas y, por supuesto, meditar, hasta que a las nueve y media aproximadamente, nos  acostamos y hacemos los últimos rezos del día después de una dura, pero muy satisfactoria jornada.
Esto es todo, padres, espero que hayan entendido bien mi día a día y que sepan que, aunque esté muy feliz en mi nuevo hogar con mis hermanas, les echo de menos. Recuerden que les quiero mucho.
Escribiré pronto. Muchos besos a todos y que Dios les bendiga:
Sor Catalina de la Concepción.
(Pilar Santos-Olmo)

Carta desde el monasterio


Queridos padres,

Ya llevo 3 meses en el monasterio, y me esta pareciendo menos duro de lo que pensaba.
El monasterio en el que estoy viviendo es bastante grande, esta situado en medio del campo y tenemos un riachuelo que pasa muy cerca de nuestra huerta.
El edificio tiene dos plantas. La planta de arriba solo tiene las celdas donde dormimos; las celdas se encuentran justo encima de la cocina, para que en invierno no haga tanto frio.
La planta de abajo se divide en cuatro areas alrededor del templo.
En el area oriental se encuentra la biblioteca (donde vamos cada dia a leer y copiar libros),la sala capitular( que es nuestro lugar de encuentro, ademas del lugar donde se realizan las conferencias del abad) y la sala de los monjes.
En el area meridional esta el refectorio, donde comemos en absoluto silencio, ya que por turno, un monje sale al pulpito a leer pasajes de la Biblia o de la Regla de San Benito.
Justo al lado del refectorio, se encuentra la cocina y la despensa, dos lugares donde se nos esta prohibida la entrada.
Mas alejado de esto, esta la zona occidental, donde tenemos varios almacenes(de grano y de vino) y ,por ultimo, en el area septentrional esta la Iglesia de la comunidad.

Esas son las dependencias de dentro del edificio,pero tambien pasamos tiempo fuera de el monasterio. Generalmente 1 hora al dia voy a trabajar la huerta, donde generamos los alimentos para el autoconsumo.

Lo unico que se me hace un poco mas dificil al principio, es el horario que tengo.
Muy temprano en la madrugada, nos levantamos para rezar los maitines, leer y meditar.
Al amanecer, realizamos las vigilias y una oracion de alabanza por el nuevo dia ( los laudes).
Despues tenemos dos horas de trabajo, donde realizamos trabajos manuales diversos.
A la tercera hora, oramos todos juntos.
Las siguientes dos horas, celebramos la misa del dia y, mas tarde; vamos al huerto o scriptorium.
La siguiente hora, vamos al refectorio a comer(generalmente legumbres con algun trozo de tocino, pan y algo de vino).
Las siguientes dos horas tenemos rezo.
Despues, vamos al punto de encuentro (la sala capitular) donde el abad da una conferencia durante media hora.
La siguiente media hora rezamos las visperas(oracion de accion de gracias).
Al atardecer cenamos todos juntos de nuevo, y antes de dormir rezamos las completas.

Por lo demas, estoy muy contento aqui porque los votos de obediencia, castidad y pobreza no se me parecen dificiles de cumplir.

Os escribire algun otro dia,cuando tenga tiempo.

Un beso.

Carta desde el monasterio


Queridos padre y madre:
Espero que se encuentren bien. Lamento mucho no haberles podido escribir antes, pero mi vida en el monasterio es muy dura. Supongo que esta misiva llegará más tarde de lo que tenía previsto, pues me encuentro más lejos de lo que me gustaría.
En vuestra última carta me comentan que les gustaría que me explayase más en mis misivas, por lo que me dispongo a contarles como es el monasterio, mi rutina y mi vida aquí.
Mi monasterio es hermoso, y no hablemos de la iglesia. Es preciosa. Me encanta pasar tiempo allí. Los maitines se me pasan muy rápido rezando en esta iglesia. En mi tiempo libre leo la Biblia en el claustro, porque es muy bonito y hay unos bancos donde me puedo sentar, porque normalmente estoy muy cansada por el trabajo. La Biblioteca es gigante. Como me enseñasteis leer suelo copiar muchos libros. No solemos ir mucho a la sala capitular ya que solo nos reunimos con el abad en muy pocas ocasiones. Las veces que nos reunimos todos son para rezar. No solemos hablar mucho ya que seguimos al pie de la letra la regla de San Benito “Ora et labora”. No pasamos hambre aunque no solemos comer carne ni pescado. Lo que más comemos son hortalizas de nuestro propio huerto. El refectorio es enorme, le encantaría madre y no digamos la cocina. Estoy segura de que pasaría horas en ella. El huerto es muy grande y me gusta mucho como sabe el puerro. Cuando lo probé me acordé de mi hermana. Recuerdo que le gustaba mucho. Mi celda no es muy grande, pero es suficiente. Tengo una cama, un baúl donde guardar mi ropa, una mesa y una silla. Todavía tengo la Biblia que me regalasteis padre. Suelo leerla mucho, así estoy cerca de usted, de madre y de mi hermana, a la vez que cerca de Dios.
Suelo levantarme muy temprano, a las seis y cuarto. Me acuerdo mucho de lo pesada que se ponía usted, madre para que me despertase a las ocho, aunque ahora me despierto mucho antes y sin chistar. Estamos una media hora rezando los Maitines. Luego oramos en nuestras celdas y estudiamos. A las ocho menos cuarto nos reunimos para los Laudes y después desayunos un poco de pan con aceite y un vaso de leche. A las nueve de la mañana solemos dedicarnos a nuestras tareas. Cada hermana de la orden suele dedicarse a una cosa distinta. Yo suelo copiar libros. A las doce tenemos la eucaristía donde bien el párroco del pueblo a dispensarnos el Cuerpo de Cristo. A la una y media comemos y después tenemos un rato libre hasta las tres y media, donde nos dedicamos de nuevo al trabajo. A esta hora suelo dedicarme al huerto, ya que soy una de las más jóvenes y prefiero dedicarme yo a las otras hermanas, ya que hay muchas de sesenta años. A las siete tenemos las vísperas y damos gracias a Dios por el día que nos ha regalado. A las ocho y cuarto cenamos y a las nueve y media rezamos las completas.
Bueno, eso es todo. Espero que sepáis mejor como es mi vida en el monasterio y que os quedéis más tranquilos porque mi vida no está tan mal. Es cierto que estoy normalmente muy cansada porque el trabajo es muy duro, pero me gusta mi vida. No está tan mal.
Espero que a la llegada de mi misiva estéis bien.

Sor. Noemí García

martes, 18 de enero de 2011

Carta desde el monasterio


Queridos familiares y amigos:

Llevo mucho tiempo sin veros y os echo mucho de menos, por eso os he escrito esta carta para que sepáis que estoy muy feliz haciendo lo que hago y sepáis a que me dedico.

Me encuentro en el monasterio de piedra, situado en Zaragoza, en un lugar estratégico de paso de peregrinos.

La zona en la que se encuentra posee un maravilloso paisaje al que acudimos de vez en cuando para relajarnos y disfrutar de estos maravillosos lugares que nos ofrece la naturaleza.

La abadía es como una fortaleza que dota de numerosas de- pendencias  habilitada para realizar distintos trabajos.

Como sabéis, la vida de un monje no es nada fácil, nos regimos por el estilo de vida marcado por san benito ,ora et labora.
Nos levantamos a las 5 de la mañana y preparamos la primera oración del día, la vigilia, a continuación cada uno de nosotros realiza un trabajo diferente, yo por la mañana trabajo la tierra y por la tarde copio manuscritos. La ora de la comida es muy seria, comemos en silencio mientras uno de nosotros lee pasajes de la Biblia.
Luego damos una misa y volvemos al trabajo.

Los monasterios constituyen un centro muy importante, son el principal foco de enseñanza y oración , y difundimos el mensaje de Jesús, a demás de ejercer una labor social y un trabajo.

Espero que hayáis comprendido un poco mas nuestro trabajo y me apoyéis en todo lo que hago. También espero recibir noticias de vosotros lo mas pronto posible

OS QUIERO MUCHO 
UN BESO

María del Mar Moreno

Carta desde el monasterio

Monasterio de Poblet, 17 de enero de 1188


Estimado padre:

Como sabe soy un humilde monje cenobita del monasterio de Poblet, que como también usted sabe se encuentra en Cataluña. Estamos en pleno invierno y a veces la escarcha y el hielo se superponen en el pozo del claustro y hay que romperlo con piedras. Dispongo ahora de tiempo pues nos encontramos en el scriptorium que es el lugar dedicado a la lectura y escritura. El Abad, que es hombre bueno y justo me permite que dedique mi tiempo a escribiros; y voy a aprovechar esta oportunidad para contaros lo feliz que soy y explicaros como ocupo mi tiempo.

Los monjes nos levantamos muy temprano, antes de amanecer y, nos preparamos para la primera oración del día: las Vigilias.
Como el resto de las oraciones, las hacemos en el coro, que es el espacio junto al altar con un grupo de sillas fijas, llamadas sillería.

En ellas leemos y cantamos ciertas partes de la Biblia y otros cantos (antífonas, himnos…), escritos en latín, que como sabe es la lengua oficial de la Iglesia. Estos son los famosos cantos gregorianos. No se vaya usted a pensar que todos los frailes cantamos bien, que hay algunos monjes que desafinan mas que un gato montés, por no hablar de las ventosidades de algunos; que no todo son cánticos celestiales.

Tras ello los monjes nos aseamos en las letrinas , por donde trascurre agua de un  río cercano, y volvemos pronto a la iglesia, pues apenas una hora después de Vígilias, empezaban los Laudes (una nueva oración). Esta parte del día es cuando mas frío pasamos, pues el sol todavía no ha asomado y nuestro cuerpo está entumecido de la gélida noche.

Tras los Laudes, comenzamos entonces realmente el día, con una hora y media para el trabajo. Como usted me enseñó el oficio de la carpintería, el Abad me ha asignado a la carpintería del monasterio, donde arreglo ventanucos, puertas y bancos del monasterio que necesitan un repaso. Esta parte del día me gusta mucho. volvemos a rezar hora y media después. La hora Tercia, normalmente utilizada para oficiar misa.

Hasta la una de la tarde, unos monjes se ocupan del propio huerto, que nos sirve para nuestro propio consumo y otros se encierran en el scriptorium o biblioteca, para escribir o leer las sagradas escrituras.

Esta habitación está llena de atriles y se copian libros prestados por otros monasterios. Esta preciosa labor se hace sobre pergamino (piel de cordero), utilizando distintos colores de tinta en las que se mojan plumas de ave. El trabajo es muy minucioso y lento.

Los monjes volvemos a reunirnos para rezar juntos en la hora Sexta (en torno a la 13.20), tras la cual nos vamos a comer.

En la comida, también nos juntamos todos, como cuando estabamos en casa, ¿recuerda?. El lugar donde comemos se llama refectorio. Aquí hay unas largas mesas en donde los monjes comemos, haciéndolo en un completo y absoluto  silencio, pues uno de ellos (por turno) lee desde el púlpito nuestra Regla o la Biblia.

El menú es bastante monótono, aunque sano. Normalmente comemos verduras y hortalizas cocidas en una gran olla y aderezadas con un trozo de tocino o manteca. Nos entregan también un trozo de pan y un cuartillo de vino. La carne se reservaba para los domingos y celebraciones especiales, al igual que el pescado.

Evidentemente los monjes no podemos dormir la siesta, sino que volvemos de nuevo a rezar conjuntamente en la hora Nona (sobre las tres), para después seguir con mi trabajo en la carpintería.

Antes de la nueva oración se reúne toda la comunidad en la llamada Sala Capitular, donde se lee un capítulo de la Regla de San Benito. En esta reunión el Abad informa sobre cuestiones cotidianas, se hacen confesiones públicas de los pecados de algunos frailes e incluso se castiga a aquellos monjes que hayan cometido alguna falta grave como faltar a algún rezo, hablar durante la comida, discutir con un hermano…

Todo está bien medido y muy organizado para que no haya tiempo a la holgazanería ni a la ociosidad, aunque algunos frailes necesiten de mas de una reprimenda por parte de nuestro Abad.

Tras un rato de tiempo libre en el que los monjes podemos  charlar, pasear por el claustro o rezar particularmente…, de nuevo a la iglesia para oficiar las Vísperas (19 h), cenar (20 h) y, antes de dormir, volver al rezo en la ceremonia llamada Completas, en la que  pedimos protección a Dios ante los peligros de la noche.

Los monjes nos retiramos entonces al dormitorio, que es común, salvo el Abad, que tiene su dormitorio y despacho propio. Las camas están colocadas en largas filas.
        
Y aquí termina lo que es un día normal en mi monasterio; aunque todo cambia si nos encontramos en Cuaresma o en el Adviento. Entonces si qué notamos los cambios, por no hablar de grandes festividades como la Inmaculada Concepción o la festividad de San Benito que la celebramos el 11 de julio.    
        
Dele usted muchos besos a madre, a los abuelos y a mi hermano pequeño y sepa que rezo todos los días por todos y cada uno de los miembros de la familia.
        
Que Dios les ampare y les guíe:



          Fdo: Fray Jacinto de Cintruéñigo

(Auxi Messa)
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