por obsegorbecastellon
Queridos diocesanos, queridos padres y madres:
Estamos ya en el periodo de inscripción y matriculación de los alumnos para el próximo curso escolar. Un año más me dirijo a todos vosotros y, en especial a los padres, madres y tutores, para recordaros la importancia de la asignatura de Religión y Moral católica para la formación de vuestros hijos y animaros a inscribirlos en la misma.
La formación religiosa no es un cuerpo extraño en el sistema escolar, añadido artificialmente a la formación humana, cultural y técnica. El objetivo fundamental de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos, del que no se puede excluir la dimensión religiosa, connatural a toda persona.
La formación religiosa católica en la escuela no es un privilegio de los alumnos católicos, como a veces se dice. Tiene su base en el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas. Y esto vale para todos, no sólo para los alumnos católicos; también los no católicos pueden tener su propia formación religiosa si la religión o confesión a que pertenecen lo acuerdan con el Estado.
La asignatura de Religión y Moral católica, al proyectar luz sobre todas las áreas del pensamiento, da unidad a todo el desarrollo y maduración de la persona desde su libre adhesión a Dios. Además es fuente de valores como el respeto del otro, de los padres y mayores, de las cosas y de la creación, o la solidaridad con todos en especial con los más necesitados, o la búsqueda del bien común. Con frecuencia lamentamos acontecimientos entre menores que denotan una clara falta de valores.
Esta asignatura ayuda a dar sentido a la propia existencia y promueve el diálogo con la cultura y la convivencia social, fundada en el reconocimiento de la dignidad sagrada de toda persona, de sus derechos y deberes fundamentales, en el respeto a sus convicciones y en el servicio a la paz y la justicia. La convivencia sólo se realiza si se basa en la verdad, en la justicia y en una correcta comprensión de la persona humana. A este fin contribuye esta asignatura al proponer una visión del ser humano acorde con su dignidad inviolable, su naturaleza y su biología, algo que niegan algunas ideologías que se intentan imponer, también es la escuela.
Finalmente, la clase de Religión ayuda a conocer y comprender nuestra propia historia y cultura, que la llamada ‘cultura de la cancelación’ pretende hacer olvidar y borrar. Las fiestas religiosas y patronales, los templos y las catedrales, el arte, la literatura y tantas otras expresiones culturales y sociales, presentes en nuestra vida cotidiana, no pueden ser entendidos sin tener en cuenta sus raíces y contenidos cristianos. Quien no conoce su pasado, no entiende el presente ni puede proyectar el futuro.
Por todo ello, os pido y animo a los padres y las madres católicos a pedir la clase de Religión y Moral católica para vuestros hijos. Sois vosotros quienes habéis de pedir expresamente la inscripción de vuestros hijos a esta asignatura, que todo colegio o instituto está obligado a ofrecer, sean de iniciativa pública o social, concertados o privados. Es vuestro derecho y además vuestra responsabilidad como padres católicos: los padres sois los primeros educadores y primeros responsables de la educación de vuestros hijos, también de su educación en la fe, a lo que os comprometisteis libremente el día de su bautismo.
La educación en la fe ha de llevarse a cabo en la familia, en la parroquia y en la escuela. Los tres ámbitos son distintos y complementarios; los tres son necesarios. Tienen objetivos, contenidos y medios distintos; de ninguno de ellos se puede prescindir en el proceso de formación y de iniciación cristiana de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Padres, profesores de religión y párrocos han de conocerse y dialogar para caminar acordes y concordes en su respectiva tarea en bien de los alumnos. No es coherente pedir catequesis para los hijos y no inscribirlos a clase de religión. Tampoco es conforme a vuestra responsabilidad de educarlos en la fe y vida cristina, preferir otras asignaturas a la asignatura de religión.
Finalmente recuerdo a todos que, si bien los padres son los primeros responsables de la educación religiosa de sus hijos, toda la comunidad cristiana parroquial es corresponsable en esta tarea. No le puede ser indiferente que sus miembros más jóvenes vayan o no a clase de Religión. Todos -sacerdotes, seglares, religiosos y catequistas – hemos de valorar la clase de Religión y animar a los padres católicos a pedirla para sus hijos.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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