El director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao ha participado en el foro de la Comisión para la Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española
Elena Magariños
“Los desafíos que la sociedad reclama a la educación son ilimitados”, ha subrayado, porque “no hay democracia sin ciudadanía, y la vida en democracia requiere personas orientadas al bien común, que asuman los asuntos comunitarios, los asuntos públicos, como parte del proyecto personal de vida”. Sin embargo, “en tiempos de incertidumbres globales, de fatiga democrática, de fake news y negacionismos, de individualismos y neotribalismos”, se hace patente que “necesitamos una educación de personas libres, con criterio, con capacidad de discernimiento y resistencia ante manipulaciones y autoritarismo”.
De esta manera, se hace fundamental “una educación en virtudes, en memoria de víctimas de terrorismo y de guerras. Y no basta la información. La formación de hábitos de participación sociopolítica es necesaria”. Y es que “un segundo desafío es la desigualdad global y local creciente, agravada por la Covid-19“, ante la cual se hace urgente “una educación inclusiva, una educación para la justicia, que cree lazos de fraternidad en la conciencia de una única humanidad”.
Educación integral para la ciudadanía
Del mismo modo García de Andoin, ha defendido que hay que abrazar la transformación ecológica hacia una economía descarbonizada para hacer frente al cambio climático. Ha subrayado, de esta manera, la importancia de la educación en los Objetivos del Desarrollo Sostenible. “Es esencial analizar el vínculo que tenemos con el sufrimiento de los otros y del planeta, cultivar la mirada holística, el ser reflexivo, la práctica de virtudes como la austeridad, el respeto, la humildad”, ha dicho.
En esta línea, ha apuntado, además, que la escuela “no puede asignar a la familia la educación integral, guardando para sí el aprender a conocer”. “Todos los desafíos que recogemos nos urgen a reforzar desde la escuela el aprender a ser, el aprender a convivir”, ha aseverado.
Asimismo, ha defendido el proyecto curricular de la asignatura de Religión debe enmarcarse dentro del marco europeo de competencias clave que todas las personas necesitan para su realización personal, empleabilidad, integración social, un modo de vida saludable y una ciudadanía activa en paz. “Lo contrario es gueto. Lo contrario es esterilidad”, ha afirmado.
De hecho, “los debates infinitos sobre educación en valores, educación para la ciudadanía, asignatura de Religión… pueden encontrar en el marco europeo de competencias el horizonte adecuado para un planteamiento más fecundo”. Además, ha apuntado que “existe también una enseñanza cultural de las tradiciones religiosas“, muy valiosa a la hora de “convocar al alumnado, no solo al confesional, al diálogo con el pluralismo de creencias y convicciones seculares en un mundo con pocas certezas y, sobre todo, a convivir en medio de la diversidad”.
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