Es la reflexión que he he colgado en la web de Santiago y que os ofrezco,
por sí os puede ayudar en esta Pascua de Resurrección.
Fraternalmente
Paco Aranda
I PASCUA-C
Sucedió al alba, aunque casi nadie lo creía ni lo
esperaba. Andaban cabizbajos, llorosos y con la mezquina esperanza de volver cada uno a sus andadas. ¿Será posible, se
preguntaban, que aquellos labios hayan enmudecido para siempre? ¿que aquellas
manos hayan dejado definitivamente de acariciar y curar, clavadas a un madero
como las vimos?
En eso estaban, sin rumbo, de aquí para
allá, mientras lloraban sus recuerdos y hacían sus cábalas. Pero alguien les
alarmó: YA NO ESTA ENTRE LOS MUERTOS, su muerte ha sido despertada, la tumba
vacía y sólo hospeda la nada. Y la cosa es que no sabían explicarlo: pero el
sepulcro estaba vacío. Y empezaron a ponerse nerviosos, y corría, como un
reguero, el rumor de la noticia más inesperada e insólita. ¿Será posible que
sea verdad y haya resucitado tal y como nos había, tantas veces, advertido?
Fue al alba. Sucedió al alba. Y las
lágrimas ya no eran de dolor por la pérdida del ser querido, sino de alegría
por la emoción del reencuentro con el Maestro y el Señor. La noche y su
oscuridad habían dejado paso a la luz
del alba. Fue al alba. Los colores de la vida que nacieron de la voluntad
creadora de Dios, volvían a brillar en aquella mañana luminosa. Fue al alba.
La penúltima palabra que correspondió a
una proclama sin sentido, a la condena del justo, a la asfixia de la verdad y
al asesinato de la vida, no tuvo más remedio que ceder a la Palabra que se hizo
hombre, hermano, historia y Pascua renovada
Los cristianos hoy encendemos el cirio, cuya luz nos
acompaña por los intrincados vericuetos de la vida e ilumina nuestras zonas
oscuras. La luz del cirio pascual nos habla de perdón, gracia, abrazo de Dios,
acogida y bendición. Todo lo que hizo. – y todo lo hizo bien- ha sido
ratificado por el Dios de la Vida. Por eso entonamos el canto de los
vencedores, el canto de la alegría, no producto del cálculo o de nuestras
pretensiones, de nuestras nostalgias o insidias; sino el canto dulce y
apasionado, un brindis de triunfo que no quiere ser triunfalista. Cristo ha
vencido, con su resurrección su muerte y la nuestra; han concluido la mentira,
el engaño; no queda hueco para el enfrentamiento ni para la ruptura. Pero hay
que tomar el relevo; seguir en la brecha: ni la injusticia, ni el odio, ni el
engaño, ni la miseria…deben seguir teniendo un sitio entre nosotros. Para eso
estamos. Por eso sucedió al alba. Fue al alba.
Estamos en el
comienzo del día; a partir de este momento, pese a nuestro hastío,
lentitud, desidia, pereza y cobardía…sabemos que Dios nos ha abierto su casa;
nos acoge; nos redime; tenemos sitio, todos tenemos sitio, junto a El, Dios se
sigue revelando vivo, Nuestro papel no es custodiar tumbas vacías, archivos
empolvados, códices enmohecidos, reliquias del pasado… sino, como las mujeres,
unir cabos sueltos, recordar, anunciar y
contagiar que está vivo. No lo encontraremos donde no está- en la muerte y
entre los que siembran la muerte - sino entre los que viven y aman la vida,
aunque nuestro testimonio pueda parecer un desvarío.
Por eso, al alba decimos: Hermanos Cristo nuestra
Pascua, ha resucitado. Verdaderamente, ha resucitado.
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