Las colaboraciones de Mercedes Aroz: en esta nueva entrega aborda la necesidad de revisar el ‘statu quo’ de la asignatura de Religión en el sistema educativo, superar su discriminación y apreciar la aportación de la religión a la persona y a la sociedad
Mercedes Aroz
El calendario electoral va marcado por el final de la etapa socialista en el gobierno de España. El primer paso fue las elecciones catalanas de 2010 y el 22-M el plebiscito será en toda España. No hay que engañarse, los comicios son autonómicos y locales pero sobre lo que los ciudadanos desean pronunciarse es sobre las políticas socialistas del Presidente R. Zapatero. Es de esperar que un resultado negativo contundente lleve a elecciones generales en otoño, pues no puede prolongarse más la agonía del país, urge una alternancia de gobierno para la reconstrucción económica, social, ética y política de España. El balance de los siete años de esta etapa socialista es objetivamente muy negativo. La cifra de cinco millones de personas en paro lo dice todo en el campo económico y social. Ha habido un retroceso democrático (en derechos y libertades fundamentales: derecho a la vida, derechos de los padres, vulneración del principio de neutralidad ideológica del Estado en la educación, derecho a la objeción de conciencia…), un debilitamiento de instituciones socialmente valiosas (matrimonio y familia) y se ha resentido la convivencia y la cohesión social por el acoso a los valores cristianos presentes en la sociedad española y el menosprecio del espíritu de la Transición.
El cambio aparece como necesario y urgente e implica la regeneración económica, democrática y ética del país. Exige recuperar un crecimiento económico generador de empleo y repartir de forma equitativa el esfuerzo para salir de la crisis. Requiere también restablecer derechos y libertades vulnerados, y afrontar problemas tan graves como la corrupción política, el fracaso del modelo educativo o el elevado número de abortos que son muestra de una crisis moral que afecta a los derechos humanos, al buen funcionamiento del país y a la realización del bien común. El esfuerzo colectivo para superar la situación y afrontar los retos que proyecten nuestro país hacia el futuro exige recuperar valores, fortalecer bases éticas comunes y superar fracturas sociales producidas.
Con este preámbulo llego al contenido del artículo. El cambio necesario afecta al sistema educativo y dentro de él debe reflexionarse sobre el lugar que ocupa la asignatura de Religión.
La regulación de la enseñanza religiosa en la escuela
Hay que empezar por recordar que el primer blanco en la diana de la agenda laicista del Presidente R. Zapatero fue la enseñanza de religión. Una de las primeras decisiones anunciadas fue la modificación de la regulación dada en la LOCE (Ley O. 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la Educación) aprobada en la etapa de gobierno del PP, cambio materializado en la LOE (Ley O. 2/2006, de 3 de mayo, de Educación).
La LOCE había creado un área obligatoria para los alumnos de enseñanza primaria y secundaria de “Sociedad, Cultura y Religión”, evaluable y con dos opciones en el contenido: la enseñanza religiosa confesional (con profesores de religión) o la del hecho religioso no confesional (con profesores de Filosofía e Historia). Era una regulación comparable con la de buena parte de los países de la Unión Europea, que incluía la dimensión religiosa de la cultura de nuestro contexto social y que facilitaba el ejercicio del derecho constitucional a la formación religiosa y moral de acuerdo con las convicciones de cada uno.
La regulación no llegó a entrar en vigor pues el nuevo gobierno socialista suspendió el calendario de aplicación de la Ley, después fue derogada y la LOE supuso un cambio radical. La asignatura pasó a ser de oferta obligatoria para los centros y de libre elección para los alumnos, pero se la despojó de su valor académico y se la relegó al cumplimiento de los acuerdos Iglesias-Estado ignorando otras normas fundamentales que justifican su presencia en el sistema educativo.
En relación con la enseñanza religiosa en la escuela el último estudio de la UNESCO (2003), realizado en 140 Estados, muestra que es materia curricular en 73 y que en Europa entra en los programas públicos de 28, como materia obligatoria u opcional. El estudio pone de manifiesto la necesidad de una amplia reflexión sobre el lugar que ocupa dentro de los sistemas educativos. No es esta, por tanto, una cuestión menor, la enseñanza escolar de la religión tiene que ver con el derecho fundamental de libertad religiosa y la formación integral de la persona.
Por lo que respecta a España, su lugar en el sistema educativo ha de estar en consonancia con estos principios, con nuestra norma constitucional e implica atender adecuadamente la demanda mayoritaria existente. En nuestro país, al igual que en la mayoría de la UE la enseñanza religiosa está contenida en la Constitución, lo que obliga a los poderes públicos a garantizar el derecho de los padres a que sus hijos reciban esta formación de acuerdo con sus convicciones (art. 27.3); así mismo, el art. 16.3 prescribe tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad y mantener las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y otras confesiones.
La mayoría de las familias españolas desean la educación religiosa de sus hijos: un 71 % solicitan la enseñanza en la escuela de la religión católica
A sus derechos constitucionales se acogen la abrumadora mayoría de familias que cada curso solicitan la enseñanza de religión católica en una especie de referéndum anual. Es una razón de peso más por la que esta cuestión merece una consideración atenta y propiciar una regulación fruto del consenso con las instituciones y sectores concernidos, como se hace en otras materias. Es preciso poner de manifiesto que la LOE, que es la quinta Ley Orgánica de Educación, es la que ha obtenido el menor apoyo parlamentario, sólo el 55% de los votos en el Congreso.
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