Blog del Profesorado de Religión Católica: Carta desde el monasterio

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jueves, 7 de abril de 2011

Carta desde el monasterio


Queridos mamá y papá:

Os escribo para deciros que tengo muchas ganas de veros y espero que todos estéis muy bien por allí. Yo, por mi parte me encuentro bastante feliz, ya que mi vida aquí es tranquila y en general, todos los días sigo la misma rutina.

Aquí, en el monasterio de Samos situado en Samos (Lugo) como su nombre indica, colindamos con el Río Sarria, el cual baña una de las paredes del monasterio. Cuando disponemos de un poco de tiempo libre, damos largos y tendidos pasos por las inmediaciones, de esta manera contemplamos el frondoso paisaje que nos rodea.

A continuación voy a proceder a explicaros cómo es mi día a día:

A las 6 de la mañana suenan las campanas indicándonos que el Señor nos ha regalado un nuevo día, por lo que debemos esforzarnos para agradecérselo.
Tenemos una hora libre (6:00-7:00h) durante la cual nos aseamos y le damos gracias a Dios por este nuevo día. Seguidamente bajamos al gran comedor para tomar un pequeño desayuno que nos de fuerzas para sobrellevar los trabajos que aquí realizamos, ya que continúo la mañana con los quehaceres del pequeño huerto, gracias al cual subsistimos en buena parte.

Acabo mis trabajos en el campo a las 13:00 horas y seguidamente voy a almorzar con todos mis compañeros.

Aquí las comidas son distintas a las de casa, puesto que tenemos que estar callados mientras el abad fray Fernando bendice los alimentos en voz alta.

Tras el almuerzo disponemos de hora y media de tiempo libre, durante la cual  descansamos y rezamos.

Al atardecer me dirijo a la gran biblioteca, donde me dedico a copiar los libros para que los señoritos puedan leer y de esta manera fomentamos la lectura.

Más tarde asistimos a misa y nos recogemos para seguir orando, hasta que a las 21:30 horas apagamos las luces para dormir y volver a despertarnos al amanecer para rezar los maitines.

Cuando peor lo paso son los jueves, día en el cual me toca encargarme de la colada y de preparar la comida, puesto que vosotros ya sabéis mejor que nadie el desastre que soy en la cocina.

Como habréis podido observar, la regla por la que se rige nuestro monasterio es la impuesta por San Benito, ora et labora, la perfecta combinación entre oración y trabajo. Me gusta mi estilo de vida y mis compañeros, ya que todos tenemos en común la misma filosofía de vida, lo que permite que nos entendamos muy bien.

Espero recibir pronto noticias vuestras, cuidaros mucho y no olvidéis que todos los días rezo por vosotros. Sin más demora os mando un abrazo muy fuerte.

Vuestra hija, Carmen.

Carmen Ontiveros

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