Blog del Profesorado de Religión Católica: Vía crucis

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lunes, 21 de marzo de 2011

Vía crucis

VIII-EstacionJesús consuela a las mujeres
El peso de la Cruz de Jesús se hace próximo a las mujeres. Mujeres sin rostro que siguen sufriendo marginación, maltrato… en tantos lugares, aún, desgraciadamente. Jesús se acerca a vosotras que, creadas por la mano amorosa del buen Dios, os veis privadas de una situación digna para vivir y para amar.
La pobreza y la marginación son palabras femeninas. Palabras que no tendrían que estar asociadas a géneros. Palabras que no tendrían que tener que aplicarse y que, lamentablemente, cada día nos sorprenden, porque no podemos quedarnos igual ante tantas violencias y discriminaciones.
Oración: Señor Jesús, consuelo de las mujeres de Jerusalén, consuelo de las mujeres de todos los tiempos. Síguete acercando a aquellas que, fielmente, te acompañan en tu itinerario pascual. Anímalas con tu palabra y desconcierta los corazones henchidos por el orgullo, el poder y la fuerza. Cuida a todas las mujeres del mundo, Tú, que cargado con la Cruz, tuviste tiempo para acercarte a ellas. Amén.
 
IX-EstaciónJesús cae por tercera vez
Jesús cae y es pisoteado. Cae por el peso de la Cruz, por las burlas y la avalancha del mal. Cae por sí mismo, pero es tirado. Estructuras, intereses, poderes que oprimen, siguen tirando y aplastando a Jesús: en África, en Asia, en América… y aquí, también muy cerca de donde vivimos, con nuestro estilo de vida, nuestra búsqueda de comodidades, nuestras opciones. Nosotros también, desgraciadamente, pisoteamos a Jesús. Parece que le amamos, pero en el momento crucial, nos pueden nuestros gustos, intereses y apetencias.
Él se queda solo, tirado, pisoteado. ¿Nos hemos dando cuenta del Cristo tirado en la calle, al que llamamos sin techo, sin papeles, sin…?
No seamos cómplices de empobrecer al hermano. No pisoteemos a Jesús en el hombre o mujer que está en la cuneta de la historia y del mundo. Aún estamos a tiempo de ayudar a levantarlo. Tan cerca. Tan lejos. Es una cuestión estructural y también de cada uno.
Oración: Señor Jesús, que caes por tercera vez, con más dureza, al suelo. Tú sientes la carga de la Cruz y el desprecio de aquellos que dan la espalda a tu Evangelio, de los que prefieren ganar intereses en lugar de desvivirse por el bien del hermano. Que esta tercera caída sea para nosotros una fuerte interpelación para tener cuidado al pisar y no aplastar al más débil, con el afán de enriquecer nuestro propio yo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 
X-EstaciónJesús es despojado de sus vestiduras
Desposeído, desnudo, despreciado se acerca a dar calor a los desabrigados. Modelo de vida y no modelo de pasarelas ni maniquí de frívolas modas. Le han quitado su túnica verde de la esperanza y comparte su humillación con los que han sido desvalijados por los intereses de un mundo competitivo y cruel.
La ropa almacenada podría abrigar a toda la humanidad. Sin embargo, ahí está, almacenada, hasta que pase la efímera temporada y se arroje a los contenedores del olvido. Y nuestros hermanos pasan frío, frío del que hiela, pasan necesidad… ¿Hemos hecho caso omiso al Evangelio: estuve desnudo y me vestisteis?
Oración: Señor Jesús, que compartes la vergüenza del desnudo con los más pobres, que te haces uno con ellos y no evitas ningún sufrimiento. Corazón solidario que va a ser traspasado por bombear tanto Amor, ayúdanos a no ser víctimas de modas pasajeras sino a compartir con generosidad la única moda que nunca pasa y que solo se anuncia en tu Cruz. Tú que vives y reinas, revestido de la gloria del Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
XI-EstaciónJesús es clavado en la Cruz
El poder y el pecado taladran sus manos. El poder y el pecado crucifican a los crucificados. El poder y el pecado, con clavos crueles, hacen brotar la sangre de los que van a morir. Cuando los poderes no están al servicio del pueblo, cuando lo que prima es el tener y el acopio de dinero que sesga la vida de los pobres, entonces, solo podemos decir: Señor, ten piedad.
Ten piedad de un mundo donde se nos olvidó ser hermanos. Ten piedad de un mundo donde somos capaces de perforar cuerpos y regar con sangre. Perdónanos, Señor, por estar asociados a esta masacre. Cuando dinero, poder y orgullo se ponen por encima del ser humano, entonces hemos perdido el norte. Perdónanos nuestros pecados. Conviértenos a ti.
Oración: Señor Jesús, escarnecido, coronado de espinas, varón de dolores. Los clavos de tu Cruz nos siguen recordando hoy a todos los crucificados de la historia y de la humanidad. Tus clavos, que traspasan tu vida generosa y única, hacen brotar sangre como río de agua viva que, al igual que el cáliz de la eucaristía, se convierte en singular ofrenda para nuestra conversión. Tú, siempre dándote. Nosotros solo podemos invocar esta sentida oración: Señor, ten piedad. Amén.
Kamiano
Editor: kamiano

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