Blog del Profesorado de Religión Católica: Carta desde el monasterio

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lunes, 24 de enero de 2011

Carta desde el monasterio


Querida madre:
Te escribo porque en tu última carta te noté preocupada por cómo sería mi vida en un lugar como este. Pues bien, aunque creas que esto puede resultar aburrido y falto de alicientes, nada más lejos de la realidad, es un lugar de retiro y meditación que todos en algún momento deberíamos experimentar.
Ahora paso a contarte lo que hago cada día. Mi jornada comienza a las 6:30, me levanto y me aseo para acudir al rezo de Laudes desde las 7:00 hasta 9:00. El rezo es cantando porque, según dice uno de los padres, “el que canta ora dos veces”. Continuamos con un tiempo de oración personal y la celebración de la Eucaristía, seguido del rezo de Tercia.
Después desayunamos y yo me dedico a mis obligaciones y labores diarias y a atender los más ancianos del monasterio. También a procurar el sustento de la comunidad con labores de siembra y cuidado de nuestro gran huerto, donde cultivamos todo tipo de verduras y hortalizas, también contamos con 300 árboles como naranjos, olivos, melocotoneros y manzanos, que dan unos frutos riquísimos. En el monasterio también se nota crisis económica, porque ya no nos pagan tanto por nuestros productos como antes.
A las 13:00 rezamos una parte del rosario, seguido del rezo de Sexta. Sobre las 13:30 tiene lugar el almuerzo. Posteriormente, cada hermano dedica el tiempo libre a descansar o a otras labores hasta el rezo de Nona, a las 16:00.
Después del rezo de Nona hay un ensayo y recibimos clases de canto. De 17:00 a 18:30 tenemos un tiempo libre para la realización de trabajos pendientes. A las 18:45 horas se expone el Santísimo y tiene lugar el oficio de lectura (que llaman maitines, que en otro tiempo se rezaban de noche), seguidos del canto de Vísperas y oración personal.
Para dar oportunidad a todos los que quieran participar, se abre la puerta de la iglesia todos los días.
A las 21:00, tomamos una cena ligera y un rato de expansión hasta las 22:15 horas. Por último acudimos al rezo de las completas y nos retiramos a descansar hasta el día siguiente.
Como ves, no hay mucho tiempo para aburrirse y además estoy donde quería, lo más cerca posible de Dios, al que dedico mi vida. Por ello, debes estar tranquila y feliz por mí, porque siempre te llevo en mi corazón y rezo para que también estés contenta.
Ya queda poco para vernos, hasta ese momento te mando un grandísimo beso y un abrazo enorme.
Fdo. Álvaro

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