Griñán insiste en un pacto educativo que «implique a partidos y padres»
El presidente de la Junta concreta que la alianza se basa en una «programación a medio y largo plazo».
Es uno de los objetivos prioritarios de su acción de gobierno e incluso sus consejeros se han empeñado en proclamarlo. Sin embargo, aún no se ha sustanciado en medidas concretas. El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, propuso ayer de nuevo un pacto por la educación en Andalucía, coincidiendo con el 30 aniversario de la universalización de este servicio público, aunque esta vez ha matizado que el acuerdo «debe implicar a partidos, padres, profesores, vecinos y barrios».En un acto con profesores celebrado en la sede del PSOE de Andalucía, Griñán aseguró que la educación seguirá siendo una prioridad en los presupuestos de la Junta y será «la referencia a partir de la cual construyamos todas las cifras presupuestarias». Cabe recordar que el PP propuso que el Gobierno andaluz destinara un 20 por ciento del PIB a la educación. Para el presidente de la Junta, «se trata de llegar a una educación financiada públicamente y gestionada socialmente». Tal pacto se basaría en una «programación a medio y largo plazo», dijo Griñán, quien lamentó que en ocasiones lo único que moviliza son debates sobre el carácter público del profesorado o las clases de religión.
Igualmente, explicó la necesidad de que se implique la sociedad porque el sistema educativo, además de asumir la formación de los jóvenes, asume otras funciones «más propias de los servicios sociales», como son las aulas matinales, los comedores, o la formación ciudadana.
La enseñanza «ha recibido tantas delegaciones que le es difícil defenderlas», reconoció ante la atenta mirada de los docentes.
Griñán abogó por que la enseñanza y la sanidad sigan siendo servicios públicos «como garantía del mantenimiento de una clase media urbana». También recordó que los presupuestos en educación han subido un 48 por ciento en el periodo 2005-2010, pero afirmó que la calidad consiste en «volver a conceptos tradicionales como aprender a leer, escribir o las matemáticas simples».
Fuente: http://www.larazon.es/noticia/4809-grinan-insiste-en-un-pacto-educativo-que-implique-a-partidos-y-padres
La enseñanza de religión es femenina
El obispo de la Diócesis mantiene un encuentro con los profesores de moral católica, un colectivo en el que es aplastante el número de mujeres
El obispo de Santander, monseñor Vicente Jiménez, presidió ayer el tradicional encuentro académico con los profesores que imparten la asignatura de religión y moral católica en los colegios públicos de Cantabria. Fue una reunión distendida y amable, en la que además de la carga didáctica y proselitista, sirvió para que los profesores contactaran entre sí, recibieran el programa de actividades programadas, e intercambiaran ideas de cara e este nuevo curso escolar.
Jiménez agradeció a los profesores su dedicación y entrega en el que reconoció «un contexto arduo y difícil» respecto a cuestiones relativas a la religión y a las crecientes reservas o rechazo de los padres a apuntar a los hijos a las clases de esa asignatura, o de la atención de los propios centros respecto a la asignatura y a los alumnos. Y antes de concluir la jornada con un oficio religioso, el obispo les leyó una ponencia, una reflexión teológica y pastoral sobre el sentido de la pertenencia a la Iglesia.
Entre el centenar largo de profesores de religión que ayer acudieron al Seminario de Corbán al encuentro con el obispo predominaban las mujeres. Y no por casualidad, sino porque las cifras en cuanto a la presencia femenina dentro de este colectivo son aplastantes.
En los colegios públicos de la diócesis de Santander imparten clases de religión y moral católica un total de 154 profesores, como reseñó Juan Antonio Pérez Simón, delegado diocesano de Enseñanza, durante la lectura de la memoria del pasado curso. En Secundaria figura un plantel de 53 profesores: tres de ellos sacerdotes y el resto seglares, de los que cuarenta son mujeres.
La proporción femenina es aún más aplastante en Primaria, pues de los 101 profesores que imparten religión nada menos que 94 son mujeres. Y no deja de ser curioso, aunque anecdótico, que en un mundo donde tienen vedado el acceso al sacerdocio las mujeres sean quienes lleven el mayor peso en la instrucción y enseñanza básica de la moral católica en la escuela.
Fuente: http://www.eldiariomontanes.es/v/20100918/cantabria/ensenanza-religion-femenina-20100918.html
Encuentro de profesores de los Religión de Galicia
Más de 400 profesores de Religión de Galicia reflexionarán en Santiago sobre el origen del hombre y del mundo
Los profesores de Religión Católica de la enseñanza pública de Galicia participarán todo el día de mañana sábado en el colegio La Salle de Santiago en una jornada de formación sobre el tema “El origen del hombre y el mundo”.
Fuente: http://revistaecclesia.com/content/view/20159/59/
La columna
Vacaciones Santillana
José María García Linares
Es alentador comprobar, para un docente, el altísimo grado de implicación que la sociedad y el Estado españoles están demostrando en las últimas semanas en materia de educación.
Qué orgullo al abrir los periódicos y encontrar todo el debate reducido a la lucha Religión/Educación para la Ciudanía , o lo que es lo mismo, como siempre en estas tierras, Partido Popular/Partido Socialista (o estás con nosotros o estás contra nosotros), o encontrarlo también centrado en el largo periodo vacacional de los profesores y los alumnos. Sí señor.
Cuestiones de primer orden. Eso es lanzarse a la piscina, nunca mejor dicho, y empaparse hasta las cejas.
Qué rabia me daba de pequeño ir al colegio. No era yo como estos niños postmodernos de hoy en día que se aburren en sus casas y están locos por ver a sus amiguitos en el recreo. No. Yo, en caso de verlos, prefería hacerlo en el parque, en el Club o en la playa. Al aire libre, en grandes espacios, corriendo, saltando y sin muros ni verjas ni señores mayores que te contaban lo mismo que podías leer en esos libros, salvo contadas excepciones que lograban captar tu atención y llevarte de aquí para allá en un viaje fascinante. Cuando llegaba el mes de junio, ya tenía esa cosilla en mi estómago cada vez que veía el cielo azul o sentía esa luz melillense tostadita en el cogote al pasear por la Avenida. Olía a verano, a paz, a felicidad. En los escaparates, esos cuadernillos espantosos de Santillana para repasar y
divertirse (por Dios) en julio y agosto. A mis hermanas y a mí no nos hacían falta, que ya estaban nuestro padres poniéndonos todos los días cuentas y copias, para que no se nos secara, a pesar de los chapuzones, la mollera.
El pasado día cinco de febrero el diario El País publicaba un artículo titulado Demasiadas vacaciones en donde se criticaba no sólo las de los profesores, sino también el poco número de días lectivos de los estudiantes.
Algunos proponían ahí alargar el final del curso, otros adelantar su comienzo y, como telón de fondo, el problema que tienen los padres actualmente para conciliar su vida laboral con la familia, al parecer responsabilidad de los
centros y no de sus empresas, esto es, qué diantres hago con la niña-molestia
cuando le den las vacaciones. ¿A dónde la mando? Y leía estas argumentaciones mientras hacía la cola en el Ayuntamiento para recoger un certificado. De cuatro mostradores, sólo funcionaba uno. Hay que ver lo que tardan en servir los desayunos en las cafeterías.
Las vacaciones de nuestros jóvenes son distintas a la de los chicos y chicas de otros países, algo evidente porque aquí no se puede tener a treinta estudiantes metidos en un aula sin cortinas y sin aire acondicionado a finales de junio. El calor es insoportable. Comparar esta situación con la finlandesa o la sueca es poco provechoso. Pero es que a principios de septiembre la temperatura, al menos en el sur de España, es igual, agobiante. Los que piden adelantar el comienzo al día uno del mismo mes olvidan también que en esas fechas están los exámenes de recuperación y que las plantillas de profesionales están incompletas. Lo que escuece de todo este asunto es que el debate haya saltado nuevamente a los medios por motivos que nada tienen que
ver con la enseñanza. Las familias quieren tener los centros más tiempo abierto para tener allí aparcaditos y cuidaditos a sus criaturas (que, curiosamente, son suyas. Algunos lo olvidan). Y digo aparcados porque da igual que aprendan más o menos (casi nadie trae la tarea hecha), que no haya ordenadores, que haya saturación, que las ratios sean elevadísimas, que falten recursos de todo tipo. Lo que importa, lamentablemente, es que estén allí vigilados porque así no estarán fuera, solos, de ahí la propuesta de varias CCAA de tener los colegios e institutos abiertos por las tardes, o casi de madrugada. La docencia tiene una función
fundamental y valiosísima, si se deja ejercerla: la de enseñar. Todo lo que se salga de ese marco no es tarea de los docentes.
Tal y como se están poniendo las cosas, un alumno puede llegar a su colegio a las siete de la mañana, en régimen de acogida temprana, recibir sus seis horas de clase, comer a las dos y media y realizar las actividades extraescolares hasta las seis de la tarde, supuestamente controlados por personal distinto al
de los profesores, nos dicen los expertos. Esto huele a podrido. Todos estos pedagogos, presidentes de no sé qué, coordinadores de no sé cuánto que, o están liberados o no han dado clase en su vida, ¿no tienen nada que decir sobre el hecho de tener a un chico encerrado diariamente casi doce horas en un centro? La solución a los problemas sociales no la tiene en exclusividad la escuela. ¿El Estado no va a hacer nada para que los empresarios flexibilicen
los horarios y turnos de sus trabajadores, para que puedan disfrutar de sus hijos? Ya está bien de echar sobre la enseñanza todas las responsabilidades sociales. A este paso, en cinco años, estaremos presentes en los partos para registrar la llegada de un nuevo alumno y evitar el fracaso neonato y el absentismo en las incubadoras.
Vacaciones Santillana
José María García Linares
Es alentador comprobar, para un docente, el altísimo grado de implicación que la sociedad y el Estado españoles están demostrando en las últimas semanas en materia de educación.
Qué orgullo al abrir los periódicos y encontrar todo el debate reducido a la lucha Religión/Educación para la Ciudanía , o lo que es lo mismo, como siempre en estas tierras, Partido Popular/Partido Socialista (o estás con nosotros o estás contra nosotros), o encontrarlo también centrado en el largo periodo vacacional de los profesores y los alumnos. Sí señor.
Cuestiones de primer orden. Eso es lanzarse a la piscina, nunca mejor dicho, y empaparse hasta las cejas.
Qué rabia me daba de pequeño ir al colegio. No era yo como estos niños postmodernos de hoy en día que se aburren en sus casas y están locos por ver a sus amiguitos en el recreo. No. Yo, en caso de verlos, prefería hacerlo en el parque, en el Club o en la playa. Al aire libre, en grandes espacios, corriendo, saltando y sin muros ni verjas ni señores mayores que te contaban lo mismo que podías leer en esos libros, salvo contadas excepciones que lograban captar tu atención y llevarte de aquí para allá en un viaje fascinante. Cuando llegaba el mes de junio, ya tenía esa cosilla en mi estómago cada vez que veía el cielo azul o sentía esa luz melillense tostadita en el cogote al pasear por la Avenida. Olía a verano, a paz, a felicidad. En los escaparates, esos cuadernillos espantosos de Santillana para repasar y
divertirse (por Dios) en julio y agosto. A mis hermanas y a mí no nos hacían falta, que ya estaban nuestro padres poniéndonos todos los días cuentas y copias, para que no se nos secara, a pesar de los chapuzones, la mollera.
El pasado día cinco de febrero el diario El País publicaba un artículo titulado Demasiadas vacaciones en donde se criticaba no sólo las de los profesores, sino también el poco número de días lectivos de los estudiantes.
Algunos proponían ahí alargar el final del curso, otros adelantar su comienzo y, como telón de fondo, el problema que tienen los padres actualmente para conciliar su vida laboral con la familia, al parecer responsabilidad de los
centros y no de sus empresas, esto es, qué diantres hago con la niña-molestia
cuando le den las vacaciones. ¿A dónde la mando? Y leía estas argumentaciones mientras hacía la cola en el Ayuntamiento para recoger un certificado. De cuatro mostradores, sólo funcionaba uno. Hay que ver lo que tardan en servir los desayunos en las cafeterías.
Las vacaciones de nuestros jóvenes son distintas a la de los chicos y chicas de otros países, algo evidente porque aquí no se puede tener a treinta estudiantes metidos en un aula sin cortinas y sin aire acondicionado a finales de junio. El calor es insoportable. Comparar esta situación con la finlandesa o la sueca es poco provechoso. Pero es que a principios de septiembre la temperatura, al menos en el sur de España, es igual, agobiante. Los que piden adelantar el comienzo al día uno del mismo mes olvidan también que en esas fechas están los exámenes de recuperación y que las plantillas de profesionales están incompletas. Lo que escuece de todo este asunto es que el debate haya saltado nuevamente a los medios por motivos que nada tienen que
ver con la enseñanza. Las familias quieren tener los centros más tiempo abierto para tener allí aparcaditos y cuidaditos a sus criaturas (que, curiosamente, son suyas. Algunos lo olvidan). Y digo aparcados porque da igual que aprendan más o menos (casi nadie trae la tarea hecha), que no haya ordenadores, que haya saturación, que las ratios sean elevadísimas, que falten recursos de todo tipo. Lo que importa, lamentablemente, es que estén allí vigilados porque así no estarán fuera, solos, de ahí la propuesta de varias CCAA de tener los colegios e institutos abiertos por las tardes, o casi de madrugada. La docencia tiene una función
fundamental y valiosísima, si se deja ejercerla: la de enseñar. Todo lo que se salga de ese marco no es tarea de los docentes.
Tal y como se están poniendo las cosas, un alumno puede llegar a su colegio a las siete de la mañana, en régimen de acogida temprana, recibir sus seis horas de clase, comer a las dos y media y realizar las actividades extraescolares hasta las seis de la tarde, supuestamente controlados por personal distinto al
de los profesores, nos dicen los expertos. Esto huele a podrido. Todos estos pedagogos, presidentes de no sé qué, coordinadores de no sé cuánto que, o están liberados o no han dado clase en su vida, ¿no tienen nada que decir sobre el hecho de tener a un chico encerrado diariamente casi doce horas en un centro? La solución a los problemas sociales no la tiene en exclusividad la escuela. ¿El Estado no va a hacer nada para que los empresarios flexibilicen
los horarios y turnos de sus trabajadores, para que puedan disfrutar de sus hijos? Ya está bien de echar sobre la enseñanza todas las responsabilidades sociales. A este paso, en cinco años, estaremos presentes en los partos para registrar la llegada de un nuevo alumno y evitar el fracaso neonato y el absentismo en las incubadoras.
Fuente: email.
EN MÉXICO LA CHARLATANERÍA SE TIPIFICÓ COMO UN DELITO, Y PUEDEN SER LLEVADOS A JUICIO LOS SACERDOTES Y CATEQUISTAS QUE ADOCTRINEN A LOS NIÑOS INCULCÁNDOLES LA FALACIA QUE EL ANTIGUO TESTAMENTO ES PALABRA DE DIOS. Actualizar el cristianismo, es cambiar el discurso de la Iglesia y la catequesis exponiendo nuevos puntos de vista de las enseñanzas de Cristo estructurando la fe conforme a la razón. : http://www.scribd.com/doc/17143086/EXPLICACIÓN-CIENTÍFICA-DE-CRISTO-Y-SU–DOCTRINA–A-LA-LUZ-DE-LA-FILOSOFIA-CLASICA-Y-MODERNA-Y-EL-MISTICISMO-UNIVERSAL
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