CÉLULAS MADRE NO-EMBRIONARIAS PARA
LA INVESTIGACIÓN
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SHINIYA YAMANAKA
NOBEL DE MEDICINA DE 2012
Dr. Justo Aznar
Miembro de la Real Academia de Medicina de la Comunidad
Valenciana,
Director del Instituto de Ciencias de la Vida de la
Universidad Católica de Valencia.
Miembro de CíViCa.
(Periódico “Las Provincias”. Valencia, 11 de octubre de
2012)
El 17 de junio de 2008 leía yo, en el paraninfo del viejo
edificio universitario de la calle de la Nave, mi discurso de ingreso en la
Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana, que titulé “De las
células madre a las células iPS. Un recorrido científico y ético apasionante”.
En él me refería a las experiencias científicas que llevaron a Yamanaka en 2006 a poner a punto la
reprogramación de células somáticas adultas y a la generación de células iPS.
No es frecuente que el Nobel de
Medicina se conceda a los seis años de haber sido publicadas las
investigaciones motivo del premio, lo que sin duda avala la importancia del
trabajo del investigador japonés.
¿Pero que es la reprogramación celular? Tras la fecundación
del ovocito por el espermatozoide se constituye una célula, el cigoto, el
embrión de una sola célula. Después éste se va desarrollando hasta llegar a la
fase de blastocisto, embrión de 60
a 200 células, todas ellas pluripotentes, es decir,
células a partir de la cuales se pueden generar células de todos los tipos de
tejidos existentes en el organismo. A medida que el desarrollo embrionario y
fetal avanza, esta pluripotencialidad celular se va perdiendo, por lo que las
células de ese ser humano en desarrollo se van volviendo cada vez más
específicas, hasta que se convierten en la células madre propias de un
tejido determinado, en cuyo caso dichas células madre solamente pueden generar
células adultas del tejido en cuestión. Es decir, cuando por ejemplo las
células-madre embrionarias y fetales llegan a convertirse en células
precursoras de piel, solamente pueden formar células adultas de piel. En ese
momento las células en cuestión se han convertido en células somáticas adultas.
Pues bien, el trabajo de Yamanaka, consistió
fundamentalmente en hacer recorrer a células somáticas adultas, en un medio de
laboratorio, el camino inverso que en la naturaleza recorren. En este sentido,
Yamanaka y colaboradores lo que hicieron fue tomar células somáticas adultas y
desdiferenciarlas, es decir, revertirlas, en un medio de laboratorio,
hasta un estadio similar al embrionario.
¿Y es esto tan importante como para que dicho trabajo haya
merecido el Nobel de Medicina?
A mi juicio, es la experiencia con más perspectivas
científicas y médicas útiles de entre las realizadas en los últimos años. Y
ello ¿por qué? Primero,
porque a partir de las células iPS obtenidas de un individuo concreto se pueden
derivar células de la mayoría de los tejidos de ese individuo. Es decir, por
ejemplo, se pueden obtener células cardiacas, neuronales, musculares, etc, lo
que abre la puerta a que cuando exista un órgano lesionado, como puede ser el
corazón, tras un infarto de miocardio, se puedan producir células cardiacas de
ese mismo paciente, que puedan ser utilizadas para regenerar su corazón
enfermo, con la particularidad médica fundamental de que por ser células del
propio paciente, al transplantarlas, no ocasionan rechazo inmunológico alguno.
Es decir, el uso de células iPS, las descubiertas por Yamanaka, puede ser una
pieza importante dentro de la medicina regenerativa y reparadora, a mi juicio
la más prometedora opción terapéutica en este siglo XXI en el que nos
encontramos.
La segunda razón es porque a partir de células iPS
obtenidas de pacientes concretos con graves patologías, como pueden ser
Parkinson, Alzheimer u otras, ya se ha experimentado con más de una veintena de
ellas, se pueden obtener células específicas de esas enfermedades, que pueden
ser extremadamente útiles para profundizar en el conocimiento de las mismas.
Además utilizando dichas células se pueden evaluar nuevos fármacos para
intentar tratarlas.
No es posible extendernos más aquí sobre las bondades
médicas de las células iPS, pero creo que las dos comentadas son suficientes
para justificar la concesión del Nobel al principal promotor de dichos
experiencias, Shiniya Yamanaka.
Seguramente la pregunta que inmediatamente pueden hacerse
muchos de los pacientes con enfermedades susceptibles de ser tratadas con
células derivadas de las iPS, es ¿pero podemos nosotros beneficiarnos ya del
uso de estas células? En el momento actual existe un número importante de
ensayos clínicos en los que se están utilizando células iPS, para evaluar su
capacidad terapéutica en distintas patologías. Sin embargo, la gran mayoría de
ellos son ensayos en fase 1, que únicamente tienen por objeto evaluar los
posibles efectos secundarios negativos, que pudieran derivarse de la terapia
con las iPS, pero, la investigación en este campo avanza rápidamente, por lo
que es muy razonable pensar que en un futuro próximo, yo diría que entre cinco
y diez años, esta terapia pudiera ser utilizada en la clínica médica, lo que
sin duda abre una gran puerta de esperanza para muchos pacientes afectados de
graves enfermedades, para las que hoy en día no se dispone de una terapia
eficaz; esperanza que todavía es mayor si se piensa que también están en marcha
un gran número de ensayos clínicos, hoy superan los 3000, con células
madre adultas, otra gran arma terapéutica con la que incluso ya se han
conseguido algunos resultados clínicos.
Pero
no quiero terminar este artículo sin comentar algo que considero de gran
interés: el que la puesta a punto de las células iPS va a permitir utilizarlas
en muchos casos en lugar de las células madre embrionarias, cuyo uso como se
sabe, tiene grandes limitaciones éticas, pues para conseguirlas hay
ineludiblemente que destruir embriones humanos, algo éticamente inaceptable.
Pero además de ello, la propia investigación de Yamanaka nació sobre un
interrogante ético.
En efecto, como él mismo comentaba en una entrevista que
concedió al New York Time (Fackler, 2007), en cierta ocasión, un colega le
invitó a observar un embrión humano al microscopio. “Cuando vi el embrión, refiere Yamanaka, me di
cuenta de que no había diferencia entre él y mis hijas, por lo que pensé que no
podemos permitirnos destruir embriones para nuestras investigaciones. Tiene que
haber otro camino”. Así es como Yamanaka inició la búsqueda de una vía
experimental para obtener células similares a las embrionarias sin tener que
destruir embriones humanos. Así es como comenzó su larga andadura hacia las
células iPS, andadura que duró ocho largos años, durante los cuales hubo
momentos de gratas alegrías científicas, pero también de desánimos que
estuvieron, en ocasiones, a punto de hacerle desistir de su empeño. Pero su
ilusión científica y ética le hizo encontrar fuerzas, para llevar a sus
investigaciones a buen puerto, al puerto científico de las células iPS, algo
que le ha permitido, junto a John B Gurdon, ser merecedor del Nobel de Medicina
2012.
Creo que este puede ser para muchos de los que nos movemos
en el campo de la investigación científica un ejemplo a seguir. Perseguir un
objetivo experimental por una motivación científica y ética y perseverar
hasta conseguirlo. Es decir, tratar de realizar nuestras investigaciones dentro
del marco ético que cualquier acción humana requiere.
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EUROPA: OBISPOS PROPONEN NO FINANCIAR MÁS LA
INVESTIGACIÓN
CON CÉLULAS ESTAMINALES EMBRIONARIAS
Nieves San Martín
(Fuente: ZENIT.org)
Bruselas, 9 octubre 2012
El premio Nobel a una
investigación que usa células adultas tiene resultados muy prometedores
El
anuncio de la concesión ayer del premio nobel de Medicina compartido a dos
científicos del mismo campo de investigación sobre células madre, o
estaminales, pero con métodos diferentes, desde el punto de vista ético, ha
suscitado alegría en la Iglesia católica.
Concretamente,
la Comisión de las Conferencias Episcopales de Europa (COMECE) ha hecho público
un comunicado en el considera que la concesión “es un importante hito en el
reconocimiento del papel clave que las células madre no embrionarias desempeñan
en el desarrollo de nuevas terapias médicas, como alternativa a las células
embrionarias estaminales (hESC)”.
“En el
ámbito del nuevo Programa de Investigación Horizon 2020, la financiación debe
ser redirigida desde la éticamente problemática y científica y económicamente
menos prometedora investigación hESC hacia la investigación con células
estaminales no embrionarias”, añade el comunicado de los obispos europeos.
Los
prelados aseguran que desde el punto de vista científico, la hESC muchas veces
no ha podido cumplir sus promesas por lo que un importante grupo, GeronCorp.,
la mayor empresa del mundo en liderar la investigación con embriones anunció
que estaba cerrando el programa de investigación con células estaminales
embrionarias.
En
cambio, la citada empresa ha continuado apoyando avances científicos en campos
de investigación alternativos que implican el uso de células adultas, derivadas
del cordón umbilical o pluripotentes inducidas, que presentan mejores
perspectivas de aplicaciones clínicas; o incluso ya han demostrado resultado
clínicos y no suscitan ningún especial problema ético.
El
premio nobel de hoy, afirma el comunicado, reconoce “los esfuerzos para el
descubrimiento de alternativas a la hESC en células maduras especializadas que,
una vez reprogramadas, son capaces de desarrollarse en cualquier tejido del
cuerpo”.
Además,
informa el comunicado, la investigación sobre hESC no podrá ser ya patentada, debido
a la reciente norma de la Corte Europea de Justicia en el caso de Greenpeace
v. Brüstle. La Corte claramente define al embrión humano como un ovum
humano, en cuanto es fertilizado, o es producto de clonación, y confirma que
las invenciones biotecnológicas que usan hESC no pueden ser patentadas en el
continente europeo.
A pesar
de todos estos nuevos avances científicos y decisiones legales, la Comisión
Europea, afirman los obispos, “decidió dejar abierta la posibilidad de
financiar la investigación con hESC dentro del Programa de Investigación
Horizon 2020, que está actualmente bajo discusión en el Consejo de la Unión
Europea y en el Europarlamento”.
La
COMECE pide a las instituciones europeas que adopten una norma que establezca
“que cualquier investigación que suponga la destrucción de embriones humanos o
que use células estaminales embrionarias no será financiada por Horizon 2020”.
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J.
V. Echagüe
Copenhague,
8 octubre 2012.
(La
Razón, 10.10.2010)
La Academia
sueca premia a John Gurdon y Shinya Yamanaka, padres de la reprogramación
celular
Madrid-
Hablar de investigación en células madre va asociado a un encendido debate
sobre los límites éticos de la investigación. Sin embargo, las indagaciones
llevadas a cabo por el británico John B. Gurdon y el japonés Shinya Yamanaka,
galardonados ayer con el Premio Nobel de Medicina, han llevado en las últimas
décadas a replantearse los términos. Y es que el Instituto Karolinska ha
distinguido a los padres de la reprogramación celular, cuyos hallazgos han
permitido la obtención de células de idéntico comportamiento que las
embrionarias, pero sin tener que pasar por la destrucción de embriones humanos.
La academia sueca manifestó que tanto Gurdon como Yamanaka «han revolucionado
nuestros conocimientos sobre cómo se desarrollan las células y los
organismos», lo que ha permitido desarrollar nuevos «métodos de
diagnóstico y terapia».
A partir de una rana
John Bertrand
Gurdon (Dippenhall, 1933), actualmente profesor de Zoología en la Universidad
de Cambridge, abrió la veda en la investigación celular en 1962, cuando
demostró que era posible clonar a una rana a partir de células intestinales de
renacuajos totalmente diferenciados. Ya en los albores del siglo XXI, y
también a través de la experimentación animal, logró extraer células madre de
embriones anómalos, destinados a la muerte de forma inevitable. El biólogo
afirmó ayer sentirse «inmensamente honrado» por una distinción «espectacular».
Ya en 2006 tomó el relevo Shinya Yamanaka (Osaka, 1962), logrando uno de los
grandes hitos científicos en lo que va de siglo: la obtención de las llamadas
iPS, las células madre pluripotentes inducidas, con las mismas propiedades que
las embrionarias, y capaces de convertirse en cualquier tipo de célula del
organismo. Una técnica esperanzadora, pero que el propio Yamanaka nunca ha
dejado de matizar, al reconocer que está en sus pasos iniciales. Hay que
recordar que el año pasado, durante una visita a Madrid para recoger el
Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, confesó que fue el nacimiento
de sus hijas lo que le inspiró en su investigación.
«Seguiré investigando para poder contribuir realmente a la sociedad y la
medicina. Es un deber», afirmó ayer Yamanaka durante una rueda de prensa
interrumpida por la llamada telefónica del primer ministro japonés, Yoshihiko
Noda.
Con todo, el galardón no le va a distraer de sus obligaciones durante mucho
tiempo: a partir de la semana que viene se concentrará en sus investigaciones y
en supervisar las tesis universitarias de sus alumnos.
EL NOBEL DE MEDICINA PREMIA A
LOS «PADRES»
DE LA REPROGRAMACIÓN CELULAR
N.
Ramírez de Castro
ABC,
Madrid, 10.10.2012.
Los trabajos
del británico John B. Gurdon y el japonés Shinya Yamanaka permitieron descubrir
las células madre más éticas, aquellas que hacen innecesaria la destrucción de
embriones.
El británico
John B. Gurdon y el japonés Shinya Yamanaka se han alzado con el Premio Nobel
de Medicina 2012. El prestigioso galardón reconoce a dos científicos que han
revolucionado la medicina regenerativa y han acabado con dogmas científicos que
parecían difíciles de derribar. Sus trabajos científicos han demostrado que se
puede dar marcha atrás al reloj biológico y reprogramar células adultas y
diferenciadas para devolverlas a su estado inicial. Yamanaka y Gurdon tenían
todas las «papeletas» para alzarse con el Nobel de Medicina por sus
investigaciones en este campo y la Academia sueca no ha hecho esperar el
galardón.
«Reprogramando
estas células humanas, los científicos han creado nuevas oportunidades para
estudiar enfermedades y desarrollar métodos de diagnóstico y terapia», subraya
la argumentación del premio.
En 2006
cuando media humanidad debatía sobre la conveniencia de legalizar la clonación
y destruir embriones para utilizar sus células madre, Shinya Yamanaka demostró
que bastaba con insertar cuatro genes para transformar una célula de la piel en
una que se comportara como si fuera embrionaria. Ese nuevo tipo celular, que
llamó iPS, era el punto de partida para generar en el laboratorio neuronas,
células musculares, cardiacas... o cualquiera de los más de 220 tipos celulares
de un organismo humano.
Fin de un
debate ético
Fue un hito
científico que abre la puerta a la creación de tejidos y órganos de recambio,
listos para trasplante, sin rechazo inmunológico ni reparos éticos. Su trabajo
zanjó un debate ético sobre el uso de embriones y la clonación terapéutica al
demostrar que para intentar curar ya no era necesario ni crear ni destruir
embriones humanos.
Ese fue el
paso de gigante que dio Yamanaka, pero el genetista John B. Gurdon le enseñó el
camino cuarenta años antes. El científico británico fue el primero en pensar en
ese cambio de concepto al afirmar que la «especialización de las células es
reversible». Formuló la hipótesis y también la comprobó. Lo hizo en ranas, al
reemplazar el núcleo de un óvulo de rana con el núcleo de una célula intestinal
madura del animal, pese a lo cual el óvulo modificado acabó eclosionandoun
renacuajo normal. Ese descubrimiento le permitió llegar a la conclusión de que
«el ADN de la célula madura aún tenía toda la información necesaria para
desarrollar todas las células en la rana».
Los recortes
llegan al premio
Los ganadores
de este premio, dotado con ocho millones de coronas suecas (cerca de 930.000
euros), un 20% menos que el año pasado, siguen en la nómina del Nobel a los
inmunólogos estadounidense Bruce A. Beutler, francés Jules A. Hoffmann y
canadiense Ralph M. Steinman.
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NOBEL PARA LA MEDICINA
REGENERATIVA
(La
Vanguardia. Editorial, octubre 2012)
John Gurdon, británico, y Shinya Yamanaka, japonés, obtuvieron ayer el
premio Nobel de Medicina, que distingue sus revolucionarias investigaciones en
el campo de la clonación y las células madre; es decir, de la medicina
regenerativa. Esta especialidad se basa actualmente en conseguir que células
adultas se transformen en células madre pluripotentes que, a su vez, pueden
convertirse en cualquier otro tipo de célula de nuestro cuerpo. El potencial de
estos trabajos es grande y viene abriendo ya una nueva fase en la lucha contra
la enfermedad. Desde que Gurdon inició su labor, hace medio siglo largo, hasta
que Yamanaka publicó, hace seis años, sus conclusiones, la cadena de
descubrimientos ha tenido varios eslabones. Entre ellos, la clonación de ranas
-fruto del descubrimiento de Gurdon de que una sola célula contenía toda la
información necesaria para clonar este animal-; Dolly, la primera oveja
clonada, o la inversión del reloj evolutivo, que permitió a Yamanaka prescindir
de células madre procedentes de embriones y trabajar con las obtenidas de
organismos adultos.
La medicina regenerativa ha sufrido el rechazo en determinados ámbitos
conservadores o religiosos, donde se opinaba que los embriones, aunque fueran
fabricados en laboratorio, tenían un posible desarrollo humano, y era pues
reprobable convertirlos en objeto de experimentación. Estas reservas se
diluyeron cuando Yamanaka empezó a trabajar con células pluripotentes
inducidas, obtenidas de organismos adultos.
La medicina regenerativa tiene ante sí un amplio abanico de posibles
aplicaciones: desde regenerar los tejidos afectados, por ejemplo, tras un
ataque cardiaco, hasta contribuir a revertir el proceso de enfermedades como el
parkinson o el alzheimer. Por todo ello, el Nobel de Medicina destila este año
varias enseñanzas. En primer lugar, el enorme futuro de esta especialidad, que
-dicho sea a grandes rasgos- halla en el mismo cuerpo que padece la enfermedad
un fenomenal aliado para combatirla. En segundo lugar, la necesidad de evitar
que los factores ideológicos obstaculicen desarrollos científicos, siempre y
cuando estos estén guiados por el afán de contribuir a vencer la enfermedad.
(Quizás algunos procesos de Gurdon parecieran en su día censurables a ojos
conservadores, pero su aportación fue de todo punto necesaria para que Yamanaka
llegara después a su solución, ya comúnmente aceptada). Y, en tercer lugar, que
los avances científicos requieren a veces decenios de trabajo, de manera que el
apoyo constante de instituciones y particulares es fundamental si aspiramos a
gozar algún día de sus frutos.
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A
UN AÑO DE LA SENTENCIA EUROPEA
QUE
PROHÍBE PATENTAR INVESTIGACIONES
CON
CÉLULAS MADRE EMBRIONARIAS
Madrid, 18 octubre 2012
(Fuente: ZENIT.org)
España:
Tres mil profesionales, a favor de adaptar la legislación sobre reproducción
humana asistida
Hoy hace un año que el
Tribunal de Justicia Europeo dictó una sentencia (en el caso Brüstle
v. Greenpeace) para resolver una cuestión planteada por el Tribunal
Supremo alemán sobre la posibilidad o no de patentabilidad de un procedimiento
de células progenitoras neuronales obtenidas a partir de células troncales
embrionarias.
La citada sentencia excluye,
sin lugar a dudas, la posibilidad de registrar en toda Europa patente alguna
que sea fruto de investigaciones que hayan implicado la manipulación y
destrucción de embriones humanos, así como la utilización de éstos con fines
comerciales e industriales. El alto tribunal se fundamenta en la legislación
europea sobre patentes (que impiden patentar el cuerpo humano en cualquier
etapa de su desarrollo) y en el respeto debido a la dignidad humana desde la
fecundación.
La sentencia europea choca
frontalmente con la legislación española sobre reproducción humana asistida e
investigación biomédica, que permite la selección y destrucción de embriones
así como su manipulación o incluso la clonación. "Resulta paradójico que
en tiempos de recortes España siga financiando proyectos de investigación con
células troncales embrionarias que incumplen la legislación europea, tienen un
alto coste y después de 10 años no han dado ningún resultado terapéutico",
indica Teresa García-Noblejas, secretaria general de Profesionales por la
Ética.
Por ese motivo --informa ZENIT
en una nota Profesionales por la Ética--, más de tres mil científicos,
investigadores y profesores universitarios, y una veintena de asociaciones y
entidades, como Profesionales por la Ética, CiViCa o la Asociación de Bioética
de Madrid, han firmado un manifiesto que, basándose en la sentencia del
Tribunal de la Unión Europea, solicitan al gobierno un cambio radical en la
legislación española así como el fin de la destrucción de embriones humanos y
la asignación de recursos a proyectos que los manipulen o destruyan.
"Por el contrario
--explica García-Noblejas- piden que se dediquen los suficientes recursos
económicos a proyectos que utilicen células troncales adultas y células IP’s,
que están cosechando éxitos notables y numerosos. La concesión del Premio Nobel
de Medicina al japonés Shinya Yamanaka, considerado padre de las células IP’s
(células madre pluripotenciales obtenidas a partir de células adultas) ha
respaldado esta línea de investigación". (Ver:http://www.zenit.org/article-43315?l=spanish).
Entre los más de tres mil
firmantes del manifiesto se encuentran científicos como Nicolás Jouve de la
Barreda, César Nombela, Mónica López Barahona, investigadores como Celia
Sánchez Ramos, Mireya Santos, Gerardo Martínez Albillos, María Consuelo Soler y
Josep M. Tomé Cubiró. Entre los médicos, José Antonio Usandizaga, José Jara,
Adolfo Sequeiros o Antonio García García.
Junto a ellos, docentes
universitarios de diferentes disciplinas como José Miguel Serrano
Ruiz-Calderón, Ignacio Sánchez Cámara, Antonio Barcelona y Daniel Turbón.
El manifiesto y la lista de
firmantes va a ser presentado en breve a la ministra de Sanidad Ana Mato, con
el fin de solicitar que se adapte la legislación española y las líneas de
investigación a la normativa europea.
Para saber más sobre esta
iniciativa:www.profesionalesetica.org.
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PREMIO NÓBEL
CÉLULAS MADRE NO EMBRIONARIAS
Los
descubrimientos científicos del japonés Shinya Yamanaka convulsionaron el mundo
de la ciencia médica en el año 2008.
De
«Seismic shift» calificó el editorialista de la revista Science la convulsión
que, entre los investigadores, provocó la irrupción de la sencilla técnica de
la reprogramación celular y sus expectativas. Yamanaka vino a decir de forma
sencilla y casi en voz baja, que la inclusión de tres o cuatro genes específicos
y mantenedores de las características del estado embrionario, en cualquier
célula madura del organismo humano adulto, da lugar a su transformación en
célula embrionaria o muy similar a la embrionaria natural. De esta forma, la
célula adulta se retrotrae a los orígenes más indiferenciados de su estirpe.
Dicho
de otro modo, los genes que mantienen en la célula embrionaria natural su
«plasticidad» (esto es, la capacidad de transformarse en cualquier tipo de
célula del organismo, del hígado, cerebro, piel, etc.) y su «inmortalidad» (o
sea, una ininterrumpida capacidad de multiplicarse en el tiempo) son capaces
–introducidos en una célula adulta– de retrotraerla o devolverla al estado
embrionario. La célula adulta, introducidos los genes, cambia de forma, pierde
la función que poseía como madura y experimenta, por así decir, un proceso de
infantilización, de vuelta atrás, recuperando la «plasticidad» y el carácter de
«inmortal» que poseen las embrionarias. Así lo consiguió Yamanaka a partir de
células de piel de una mujer de 36 años y de tejido conjuntivo de un hombre de
69. Este descubrimiento fue una nueva revolución científica que no tuvo la
repercusión que merecía.
La
sencillez de la tecnología de la reprogramación, por otra parte, contrasta con
las enormes dificultades que tenía la clonación «terapéutica » humana o las
investigaciones con células madre embrionarias. El giro copernicano del padre
de la clonación, el escocés Ian Wilmut, al decidir volcarse en la nueva técnica
de la reprogramación y abandonar la transferencia nuclear en la que era uno de
los mayores expertos, da idea del impacto producido.
La
línea de investigación laboriosamente emprendida por Shinya Yamanaka, un
modesto investigador de la Universidad de Kioto, que ha ejercido previamente
como cirujano, vino a desestabilizar a la corriente cientificista dominante, al
colectivo que entendía que las células embrionarias exclusivamente podían ser
el futuro de las células madre.
Yamanaka en
una conferencia que ofreció en el club de corresponsales extranjeros de Tokio,
apuntó que su técnica estaba libre de problemas morales relacionados con la
destrucción de embriones y que podría utilizarse, en el futuro, en el
tratamiento de dolencias como el cáncer o la enfermedad de Parkinson, entre
otros. Entrevistado por el New York Times (11-12-2007), Yamanaka no ocultó la
relevancia ética de sus investigaciones: «Cuando vi al embrión [al
microscopio], rápidamente me di cuenta que había poca diferencia entre él y mis
hijas» y «entonces pensé que yo no podía permitirme destruir embriones para
investigar. Tenía que haber otra posibilidad». Sin duda, la Academia Sueca
premió a la ciencia con conciencia crítica. Yamanaka representa el éxito del
científico humanista.
A partir de una rana
Ya en 2006 tomó el relevo Shinya Yamanaka (Osaka, 1962), logrando uno de los grandes hitos científicos en lo que va de siglo: la obtención de las llamadas iPS, las células madre pluripotentes inducidas, con las mismas propiedades que las embrionarias, y capaces de convertirse en cualquier tipo de célula del organismo. Una técnica esperanzadora, pero que el propio Yamanaka nunca ha dejado de matizar, al reconocer que está en sus pasos iniciales. Hay que recordar que el año pasado, durante una visita a Madrid para recoger el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, confesó que fue el nacimiento de sus hijas lo que le inspiró en su investigación.
«Seguiré investigando para poder contribuir realmente a la sociedad y la medicina. Es un deber», afirmó ayer Yamanaka durante una rueda de prensa interrumpida por la llamada telefónica del primer ministro japonés, Yoshihiko Noda.
Con todo, el galardón no le va a distraer de sus obligaciones durante mucho tiempo: a partir de la semana que viene se concentrará en sus investigaciones y en supervisar las tesis universitarias de sus alumnos.
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