Blog del Profesorado de Religión Católica

Novedades en Religión y Escuela

lunes, 24 de enero de 2011

Carta desde el monasterio


Queridos papá y mamá;
Hace mucho que no os escribo, mas o menos desde que estoy en el monasterio y quería informaros lo que exactamente es un monasterio , cómo es, cómo se vive y las tareas diarias que tengo que realizar.
Primero quiero empezar contándoos que un monasterio suele estar situado en el campo o a las afueras de las poblaciones, es dónde nosotros vivimos, los monjes, dedicados enteramente a la oración, a la meditación y al estudio. Poseemos grandes propiedades territoriales, de cuyos productos se abastecen. El monasterio como edificio religioso tiene su propia distribución. Adosado al cuerpo del templo hay un patio o claustro, espacio cuadrangular de arquerías con columnas no muy altas y con frecuencia pareadas, que se apoyan sobre un muro corrido de baja altura. Alrededor del claustro, en la parte oriental, se encuentra la biblioteca, la sala capitular con bancos de obra en su contorno y la sala de los monjes. La sala capitular es un lugar de encuentro de la comunidad, utilizándose también para las conferencias que el abad ofrece periódicamente y para la plegaria de la Nona.
En el ala meridional está el refectorio o comedor, también con bancos de piedra o madera y con un púlpito desde el que se leen textos de la Biblia, durante la comida, al resto de la comunidad. En un lugar inmediato al comedor se halla la cocina y la despensa. A veces, de la galería del claustro que comunica con el refectorio, salía hacia el interior del patio un pequeño templete que servía de lavabo.
Un poco más alejado, en la zona occidental, se encuentran diversos almacenes, entre ellos: la bodega y el granero. En el área septentrional se construye la iglesia de la comunidad. Generalmente, en la planta alta del claustro principal y en otros espacios secundarios están las celdas de los monjes. Otras zonas del monasterio son: el huerto, la botica, la hospedería, etc.
Un monasterio es muy grandes y como he dicho anteriormente posee mucha zona territorial pero porque cada una tiene su uso. Todas son importantes.
Los monasterios se mantienen en régimen de colonato adscripticio, es decir, no somos esclavos, pero estamos  ‘’atados a la tierra’’, no nos podemos mover de allí), y somos nosotros quienes trabajamos la tierra de verdad.
Para nosotros nuestro gobernador, o bueno mejor dicho, nuestro maestro es el abad.
Tenemos un comportamiento severo, para nosotras la ociosidad es enemiga del alma por lo que debemos estar siempre realizando alguna tarea.
También tenemos que realizar una serie de oraciones canónicas como:
Los maitines, que son por la noche, son oraciones de lectura y meditación.
Los laudes, son al amanecer y es una oración de alabanza por el nuevo día.
Las vísperas, son al atardecer, son oraciones solemnes de acción de gracias.
Las completas que son al retirarse a dormir, podría de decirse que es una oración penitencial al final del día.
Creo que os he contado todo, es una vida muy dura pero merece la pena así me siento mas cerca de Dios y me siento cada vez mas hija suya.
Atentamente se despide, Paula.

Carta desde el monasterio


Queridos padres:
Os mando esta carta porque me acuerdo mucho de vosotros, tengo muy poco tiempo libre, pero he buscado un hueco para vosotros, para contaros lo  que hago siendo monje.
Más o menos nos centramos en la oración y la observancia religiosa.
La única vez que se rompe esta rutina es cuando la iglesia celebraba lo que conocemos como los tiempos fuertes, como la Pascua y la Navidad.
Nosotros, los monjes, permitíamos los lujos como comer carne y beber cerveza.
Empezamos antes del amanecer, con los maitines, el primer servicio del día. Abandonamos nuestros dormitorios alumbrados con velas, bajábamos a la iglesia para celebrar el primer servicio del día, volvemos a descansar hasta el nuevo servicio, justo al alba, después de un simple desayuno de pan. A las 9 celebramos el tercer servicio  religioso.
Nos reunimos cada día en la Sala Capitular para discutir los asuntos internos, incluidas las cuestiones de disciplina, los problemas en el monasterio y las noticias del mundo exterior que afectaba a la comunidad.

Cada uno de estos servicios religiosos tenían sus propias oraciones e himnos, que se repiten día tras día, variando solo los días de fiesta religiosa.
Además de la oración que hacemos día a día también depende mayoritariamente de los recursos y la orden religiosa a la que pertenezca cada uno.
Para nosotros el significado de los miembros de la comunidad, salvo los enfermos y ancianos, tenían que llevar a cabo sus tareas en la tierra, incluyendo la cosecha y la siembre, el cuidado de los animales del monasterio etc
La verdad es que pensé que iba a ser más complicado, lo único que me costaba al principio era el horario pero poco a poco me acostumbro, estoy disfrutando mucho.

Contestarme que ya os responderé cuando tenga tiempo, Un beso
PD: Tengo muchas ganas de veros.

Monica

La vida en el convento de Canedo

Carta desde el monasterio


Querida madre:
Te escribo porque en tu última carta te noté preocupada por cómo sería mi vida en un lugar como este. Pues bien, aunque creas que esto puede resultar aburrido y falto de alicientes, nada más lejos de la realidad, es un lugar de retiro y meditación que todos en algún momento deberíamos experimentar.
Ahora paso a contarte lo que hago cada día. Mi jornada comienza a las 6:30, me levanto y me aseo para acudir al rezo de Laudes desde las 7:00 hasta 9:00. El rezo es cantando porque, según dice uno de los padres, “el que canta ora dos veces”. Continuamos con un tiempo de oración personal y la celebración de la Eucaristía, seguido del rezo de Tercia.
Después desayunamos y yo me dedico a mis obligaciones y labores diarias y a atender los más ancianos del monasterio. También a procurar el sustento de la comunidad con labores de siembra y cuidado de nuestro gran huerto, donde cultivamos todo tipo de verduras y hortalizas, también contamos con 300 árboles como naranjos, olivos, melocotoneros y manzanos, que dan unos frutos riquísimos. En el monasterio también se nota crisis económica, porque ya no nos pagan tanto por nuestros productos como antes.
A las 13:00 rezamos una parte del rosario, seguido del rezo de Sexta. Sobre las 13:30 tiene lugar el almuerzo. Posteriormente, cada hermano dedica el tiempo libre a descansar o a otras labores hasta el rezo de Nona, a las 16:00.
Después del rezo de Nona hay un ensayo y recibimos clases de canto. De 17:00 a 18:30 tenemos un tiempo libre para la realización de trabajos pendientes. A las 18:45 horas se expone el Santísimo y tiene lugar el oficio de lectura (que llaman maitines, que en otro tiempo se rezaban de noche), seguidos del canto de Vísperas y oración personal.
Para dar oportunidad a todos los que quieran participar, se abre la puerta de la iglesia todos los días.
A las 21:00, tomamos una cena ligera y un rato de expansión hasta las 22:15 horas. Por último acudimos al rezo de las completas y nos retiramos a descansar hasta el día siguiente.
Como ves, no hay mucho tiempo para aburrirse y además estoy donde quería, lo más cerca posible de Dios, al que dedico mi vida. Por ello, debes estar tranquila y feliz por mí, porque siempre te llevo en mi corazón y rezo para que también estés contenta.
Ya queda poco para vernos, hasta ese momento te mando un grandísimo beso y un abrazo enorme.
Fdo. Álvaro

Carta desde el monasterio


Querida familia:

Hace dos años que deje nuestra casa para dedicarme a Dios en todos los aspectos de mi vida. Al principio, me costó adaptarme, pero con el paso del tiempo, me acostumbré.
El abad de este monasterio me ha ayudado mucho desde el primer día que llegué, corrigiendo mis errores morales y prácticos.
Ya sabéis que no he venido aquí para pasarlo bien, y mucho menos para sacar algún provecho de esto. He venido para llenarme totalmente de la gracia de Dios y llevar una vida de plenitud. Como prueba de ello, dedico mis días a trabajar, aprender y orar con mis compañeros, pero sobre todo pido por vosotros, que espero que estéis bien.
Por consiguiente os voy a estructurar, por decirlo así, mi día a día:
Me despierto muy temprano para asearme y después comenzar con las primeras oraciones del día,  las Vigilias y los Laudes. Después estamos alrededor de tres horas trabajando en el huerto, sembrando, preparando la tierra, realizando trabajos artesanales, como zapatos,, haciendo dulces…Luego nos dedicamos dos horas a la lectura y la escritura, rezamos y nos dirigimos al refectorio a comer. Mamá, no te preocupes que estoy bien alimentado, aunque echo de menos la carne que me preparabas, ya que ahora no puedo comer carne de animales con cuatro patas.
Nos dirigimos a nuestras habitaciones a descansar, aunque yo prefiero ir a la biblioteca a leer un rato o a dar una vuelta por el claustro, de gran belleza. También hay ocasiones en las que voy a hablar con el abad sobre dudas que me surgen, las cuales él responde de buena gana.
A continuación volvemos al trabajo, donde casi siempre me dedico a recoger la cosecha, y llevo las frutas y hortalizas a la despensa, y el grano al granero. Ayudo a algún hermano que necesite mi ayuda o voy al templete a asearme. En este momento me gusta dirigirme a observar el gran palomar que tenemos, es increíble. Antes de cenar, rezamos las Vísperas y las Completas, y después tomamos algo de comida, como una fruta o algo ligero. Nos dirigimos a nuestras dependencias donde oramos con Dios y dormimos.
La verdad, ahora llevo una vida mucho más tranquila y programada donde me siento satisfecho con lo que hago y no ocurren cosas inesperadas.
En realidad echo en falta el ajetreo de antes, el disfrutar de los momentos en familia, de jugar con mis hermanos o ir a caballo por el campo.
Pero ya decidí, y sigo con la misma idea de seguir con Dios aquí todo el tiempo que me sea posible.
Aquí también hay buenos momentos con los hermanos, momentos de risas en los que lo pasamos bien.
Bueno, me gustaría escribir muchas cosas más, pero tengo que ir a comer, que si no llego a tiempo no hay comida. Os hecho mucho de menos:

Quique.

Carta desde el monasterio


Querida familia:

Hace tres años que me fui de casa para entregarme a una vida de oración llevado de la mano de Dios. Me pregunto como va todo por ahí, si a mi hermano habrá acabado los estudios o si a padre le irá bien en el trabajo. Vosotros también tendréis muchas preguntas, así que os responderé a las que creo que son evidentes:
Todos los días, sin excepción, me levanto al amanecer, sobre las siete. Entonces hago Vigilias y Laudes. Más tarde voy al huerto, donde me encargo de frutas y hortalizas, que más tarde nos servirán de alimentos o para intercambiar por otros productos. En cuanto acabo, me tomo un pequeño descanso y copio códices. Es el momento que más me gusta del día, ya que escribir es lo que más me gusta. Luego voy a leer y a rezar con los demás. Y entonces todos juntos nos vamos a comer. En cuanto acabamos, hacemos una pequeña reflexión, y entonces volvemos al trabajo. Algunos días ese trabajo es recoger la cosecha, otros, dedicarnos a la ganadería…depende del día.
Volvemos al monasterio y hacemos Vísperas y completos, nos tomamos un descanso y cenamos, tenemos otro rato de reflexión y nos vamos a dormir.
Como ya sabréis, es un monasterio pequeño y acogedor, que está apartado del pueblo en mitad del campo. Todos nos ayudamos mutuamente, y siempre pensamos en los demás. Especialmente el abad. Él me ha ayudado a mejorar mi fe y siempre he encontrado en él un apoyo. Sobre todo en mi llegada, ya que los primeros meses fueron muy duros para mí por haber dejado el hogar.
La mayor parte de mi tiempo libre lo paso en la biblioteca, en la sala capitular, en la sala de los monjes o en el patio.
Lo que no me gusta mucho es que no se puede comer carne de animales cuadrúpedos y echo de menos eso de casa, pero aquí, con esfuerzo y compromiso, no es un problema difícil superar.
Espero que tengáis tiempo para poder venir a visitarme y que tengáis presente que siempre estaré aquí para lo que queráis.

Un abrazo a todos, Diego.
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