Para transmitirles la alegría de la vida nueva, no la idea de una Semana Santa oscura
Tras 40 días de preparación mediante la oración, el ayuno y la limosna, en la Cuaresma, llegamos a los días centrales de la fe cristiana, y, por ende, de la alegría que inflama la vida del cristiano durante el resto del año: la Semana Santa.Los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo deben ser vividos con fervor y recogimiento, pero ello no quita que también lo vivamos con alegría, pues estos misterios son el centro de nuestra salvación y de nuestro nacimiento a una Vida Nueva. Dicha alegría es la que debemos transmitir a los niños, los más pequeños y humildes que el Señor nos ha encomendado para que puedan dirigirse a Él por sí mismos en un futuro.
Para ello no debemos, de ninguna manera, transmitirles la idea de una Semana Santa triste, oscura, donde los cristianos avanzan apesadumbrados y cabizbajos por la calle y por las iglesias, a efecto de la preparación cuaresmal y por la tristeza de lo que está a punto de acontecer. Esto sería, sin duda, el peor de los ejemplos que podríamos darle a los niños.
Más al contrario, como dice Jesús en el Evangelio, “lavémonos la cara y perfumémonos la cabeza”. Debemos transmitir a los niños la alegría que nace del gran amor que nos ha tenido el Padre para enviarnos a su Hijo Único en rescate por nosotros, y que lo ha hecho voluntariamente porque nos ama.
Esta es, sin duda, la Gran Noticia. Que Jesús se sacrificó hasta el último aliento por amor a nosotros y al Padre. Eso tiene que llenarnos de alegría, especialmente en Semana Santa, y más especialmente en Pascua de Resurrección, meta de estos días.
Así, para conseguir transmitir a los niños esa alegría que debe caracterizar al cristiano, y especialmente en Semana Santa, encontramos el libro En Cuaresma Dios nos prepara a la gran fiesta de la Pascua (Palabra, 2014), de la colección Paso a paso, donde encontramos un genial y sencillo “cuaderno de viaje” de Cuaresma y Semana Santa para que padres y catequistas contagien a los niños de la vivencia de estos días santos.
En cuanto a la Semana Santa, en este libro encontramos una útil y desgranada explicación para los niños de los misterios que celebramos a partir del Domingo de Ramos hasta el Sábado Santo, los siete últimos pasos para preparar la Pascua del Señor, en que celebramos el triunfo final de Cristo sobre la muerte.
Así, estos 7 pasos nos explican:
- El Domingo de Ramos. En este primer paso se sitúa
al niño en la escena de la entrada de Jesús en Jerusalén, donde aquéllos
que laudaban a Jesús serían los que, por desgracia, le gritarían y
escupirían más tarde, haciendo hincapié en ser constante en el amor a
Dios, no como aquéllos que un día vitoreaban a Jesús y otro lo mandaban a
la muerte.
- Lunes Santo. Este día el protagonismo lo tiene
María, la amiga de Jesús y hermana de Marta y Lázaro, quien lava y unge
los pies de Jesús con el carísimo perfume de nardo. A raíz de aquí se
pone el énfasis en la muestra de amor a Jesús, ¿cómo podemos nosotros
ungirle los pies con perfume de nardo?
- Martes Santo. Se introducen los primeros momentos
de la Pasión, y se pone de manifiesto la gran diferencia entre la
reacción de san Pedro y la de Judas Iscariote tras haber traicionado
ambos a Jesús: el arrepentimiento de uno; la desesperación del otro. Es
la del primero la que debemos seguir.
- Miércoles Santo. A un día del comienzo del Triduo
Santo vemos cómo Judas Iscariote va a negociar el precio con los sumos
sacerdotes para entregar a Jesús, y se hace hincapié en el peligro de
dejar rienda suelta a la avaricia en nuestra vida: al final, acabamos
vendiendo a Jesús.
- Jueves Santo. Comienza el Triduo Santo y la Pasión
de Jesús, y se pone de relieve el gran regalo que es la Última Cena, en
que el Señor nos regala el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento
del Orden Sacerdotal. Después es la Pasión de Jesús lo que nos introduce
en el misterio del dolor redentor.
- Viernes Santo. La crucifixión y muerte de Jesús por
nosotros centra la meditación. Adoramos la Cruz, por la cual Cristo
redime el mundo, y somos testigos de cómo Jesús perdona a sus enemigos y
su madre, Santa María, y las otras mujeres, junto a san Juan, están
firmes al pie de la cruz.
- Sábado Santo. El cuerpo del Señor está en el
sepulcro. No se celebra misa, y los altares quedan vacíos. Es el día más
largo, el más desolado… Pero la desolación no es desesperación. Queda
la gran esperanza del triunfo definitivo de Cristo en la Noche Santa, en
la Vigilia de Pascua.
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