Algo tan grave como la identidad natural de un niño o de una niña, en relación a su sexo, está siendo atacada en la escuela. De manos de pequeños colectivos, que dejan a un lado los dictados de la Ciencia y han logrado embaucar al legislador, se está llevando a cabo una corrupción de menores amparada en legislaciones antinaturales y que ya están en marcha en varias comunidades.
Estamos refiriéndonos a la perversa ideología de género. Resulta que unos pocos, aunque sabedores de cómo llamar la atención, han comenzado a decir, por ejemplo, que hay niños con vulva y niñas con pene. Esto es una locura que desde los colegios e institutos se está aceptando con naturalidad y que en la práctica se traduce, entre otras cosas, en que los aseos de chicos y chicas pueden ser usados por ambos sexos, indistintamente, según el sentimiento de la persona en relación a su orientación sexual, o según el caso, desorientación sexual.
Es sorprendente que el colectivo docente mire para otro lado y no quiera darse cuenta de la gravedad de estas cosas. Este mirar para otro lado se debe a varios factores entre los que no podemos descartar el desconocimiento de la nueva situación legislativa, el miedo a ser políticamente incorrecto o la exagerada visibilización de las conductas sexuales homosexuales en todo tipo de medios y que generan en nosotros la necesidad de cambiar la forma de pensar.
Sin embargo, no debería mirarse para otro lado. Tenemos que darnos cuenta de que se está adoctrinando sexualmente a los estudiantes con leyes ideológicas, no basadas en datos sino en suposiciones superficiales, con discriminación positiva, y censurando la investigación médica. Por otro lado, estas leyes acaban con la libertad de enseñanza y con el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones.
Desde la Asociación para la Defensa de los Valores Católicos en la Enseñanza, creemos que hay que ser muy claros en estos pronunciamientos y señalar sin miedo que los niños son niños, las niñas son niñas, y que cada cual tiene su baño. Además no ha de tenerse miedo a recordar que los actos sexuales homosexuales son intrínsecamente desordenados, que los niños tienen derecho a un padre y a una madre, que no es lo mismo un matrimonio formado por un hombre y por una mujer que la unión formada por dos personas del mismo sexo; que un niño está en peligro de sufrir graves daños psicológicos cuando es educado por una pareja gay; o que una persona con sentimientos homosexuales puede dejar de tenerlos con las terapias adecuadas. Sin embargo, las insensatas leyes de género amenazan a quienes quieran llevar a la persona que padece atracción por el mismo sexo por el camino heterosexual, pero ensalzan la dirección contraria, produciéndose una discriminación formal sin precedentes. Esa misma legislación pone a prueba la libertad de expresión, usada para escribir estos párrafos, pero ninguneada si no gusta al activismo LGTBI.
La actitud normal es, por ejemplo, la de los ginecólogos, que algo de medicina saben, y les dicen a las embarazadas si lo que van a tener es niño o niña; y lo hacen, evidentemente, por los aspectos fisiológicos que ven en las ecografías.
Fuente: http://www.advce.es/index.php/74-destacamos/976-desorden-educativo
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