Al escuchar las opiniones de ciertas personas, entidades educativas y medios de comunicación católicos en torno a la ley educativa del PP (LOMCE), uno no cae de su asombro. Parecería que, como demagógicamente acusan los partidos y sindicatos laicistas, esa ley hubiera salido de la mesa de la Comisión de Enseñanza de la Conferencia Episcopal. Porque no se hacen más que exaltar las bondades de la ley Wert.
Un ejemplo reciente lo tenemos en unas declaraciones del presidente de la CONCAPA. Estas opiniones contrastan con la realidad de esta ley. Ya desde el Preámbulo, queda patente la filosofía materialista en que se basa. Se enfatizan la economía, la competitividad y la empleabilidad, en detrimento de la persona y su trascendencia.
Por otra parte, la asignatura de Religión sufre recortes muy graves. Así, en Bachillerato deja de ser una asignatura fundamental. Ya no será de oferta obligatoria para los centros y de elección voluntaria para los alumnos, como dicen los Acuerdos Iglesia-Estado. Corresponderá a las Autonomías o a los centros educativos ofrecer o no la Religión. En Infantil, no se sabe si prevalecerá. En la Formación Profesional, hace años que no se da Religión y tampoco se recupera ahora con el PP. El número de horas destinadas a impartir Religión también queda al albur de cada Administración autonómica (la Junta de Andalucía ya ha anunciado su intención de reducirla a una hora a la semana).
Hay otro aspecto que “a priori” era un paso adelante en la regulación de la Religión. Se trata del establecimiento en Primaria y en la ESO de una asignatura con un currículo definido para los alumnos que no cursan Religión (Valores Sociales y Culturales y Valores Éticos). De esta forma, parecía que se iba a evitar el desastre de la actual “atención educativa”, en la que se hace desde refuerzo de otras materias troncales hasta dejar tiempo libre.
Pero lo que parecía ser una solución a un problema se ha convertido en un problema mayor. Y es que convertir la alternativa de Religión en Valores implica oponer Religión y ética. Según este planteamiento, quien da Religión no recibe “educación en valores”. La ética se define como algo ajeno a la Religión. La única ética válida sería la ética que establece el Estado, al margen de cualquier referencia trascendente.
El Ministerio de Educación modificó este aspecto haciendo posible la elección de ambas asignaturas simultáneamente. Esta modificación surgió como respuesta al Consejo de Estado, que criticó la desaparición de Educación para la Ciudadanía y el establecimiento de Valores sólo para los alumnos que no cursaran Religión. Con este cambio, se intentaba paliar esa “carencia de valores” de los alumnos de Religión. En cualquier caso, el Ministerio también aclaró que la LOMCE incorpora los contenidos de EpC en toda la educación básica de modo transversal.
Así las cosas, vemos que el adoctrinamiento estatal, lejos de desaparecer, se ha incrementado. La ideología de EpC se mete en la alternativa de Religión, que deja de ser alternativa como tal, ya que puede ser elegida junto con la Religión. Además, los contenidos de EpC se imparten de modo transversal en toda la educación. Análogamente, el establecimiento de un currículo para la alternativa es otra maniobra de despiste porque supone negar a la Religión su carácter ético y, por tanto, su carácter educativo. Todo va en la dirección de la escuela única. ¿Nos enteramos o no nos enteramos?
Miguel Antonio Goñi Zabalza
Fuente: http://infocatolica.com/blog/cartadirector.php/1404111046-los-catolicos-no-se-enteran-d
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Añade un comentario