DOMINGO DE RAMOS (Ciclo C)
Estamos en la Semana final de la
Cuaresma. Acompañaremos a Jesús en su entrada a Jerusalén y también en su
camino al Calvario.
1.- LA GRAN ENTRADA
“...Bendito el que viene en
nombre del Señor... Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella,
y dijo: ¡Si en este día comprendieras los caminos de la paz! “(Lc 19, 29-44).
“...Ofrecí la espalda a los que
me golpeaban... " (Is 50, 4-7).
“...Se despojó de su rango y tomó
la condición de esclavo..." (Flp 2, 6-11).
".... Esto es mi cuerpo que
se entrega por vosotros.... “(Lc 22, 14 - 23, 56).
SÍMBOLOS
◦ La Cruz.
◦ Ramos de olivo.
2.- PALABRA
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (Lc 19, 29-44)
Al llegar cerca de Betfagé y de
Betania, junto al monte llamado de los olivos, envió a dos de sus
discípulos diciendo: - Id a la aldea de
enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, sobre el que nadie ha
montado aún; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo desatáis,
le diréis que el Señor lo necesita.
Fueron los enviados y lo
encontraron como Jesús les había dicho. Cuando estaban desatando el borrico,
sus dueños le dijeron: - ¿Por qué lo desatáis?
Ellos respondieron: - El Señor lo
necesita.
Ellos se lo llevaron a Jesús.
Pusieron sus mantos sobre el borrico e hicieron a Jesús que montara. Según iba
avanzando, extendían sus mantos en el camino. Cuando ya se iba acercando a la
bajada del monte de los olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos,
llenos de alegría, estallaron en gritos de alabanza a Dios por todos los
milagros que habían visto. Decían: - Bendito el rey que viene en nombre del
Señor. ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Algunos fariseos de entre la
gente le dijeron: - Maestro, reprende a tus discípulos.
Pero Jesús respondió: - Os digo
que si éstos callaran, empezarían a gritar las piedras.
Cuando se fue acercando, al ver
la ciudad, lloró por ella, y dijo:- ¡Si en este día comprendieras tú también
los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados. Pues llegará un día en que
tus enemigos te rodearán con trincheras, te cercarán y te acosarán por todas
partes; te pisotearán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán
piedra sobre piedra en tu recinto, por no haber reconocido el momento en que
Dios ha venido a salvarte.
COMENTARIO
En este relato Jesús aparece como
el Mesías pacífico y humilde de Zac 9 9-10, frente al Mesías triunfal que era
esperado por la mayoría del pueblo (Lc 19 11). Algunos rasgos de la narración,
como el clima de alegría o el extender el manto al paso de Jesús, revelan sin
embargo su realeza, manifestada de un modo sorprendente (1 Re 1 38-40; 2 Re 9
13). Es un anuncio simbólico de lo que se producirá en su resurrección, en la
que Dios le hará Señor y Mesías (Hch 2 36). Los discípulos entonan un canto,
inspirado en su primera parte en el salmo 118 26, que se utilizaba en las
grandes fiestas judías. Citado ya en Marcos, Lucas introduce algunos cambios
(por ejemplo, sustituir el término reino por el de rey) que hace más clara la
alusión a Jesús. Pero, además, Lucas añade una segunda parte, que se parece
mucho al cántico de los ángeles de la infancia de Jesús (Lc 2 14). Ahora son
sus discípulos los que lo entonan en este momento de manifestación de su
gloria.
En medio de este momento triunfal
de Jesús brotan, sin embargo, de su boca palabras de juicio contra Jerusalén,
que no ha sabido reconocer la salvación de Dios. La lamentación sobre Jerusalén
y la destrucción que vendrá sobre ella nos indican la fragilidad de este
momento de gloria. Jesús se manifiesta aquí como el rey que sentencia a la
ciudad que le va a rechazar. Este es el primero de los tres anuncios de Jesús
sobre la destrucción de Jerusalén (Lc 19 43-44; 21 20-24; 23 28-31). El error
de Jerusalén consiste en no haber sabido reconocer el momento de la salvación
que llegaba con Jesús. Estas palabras nos ponen, pues, en guardia para que
sepamos hacer una lectura profunda de los acontecimientos que estamos viviendo
para poder descubrir en ellos el paso del Señor por la historia de nuestro tiempo.
Comentario al Nuevo
Testamento Luis F. García-Viana Casa de la Biblia
3.- RESUENA LA PALABRA
• Las lágrimas de Jesús forman
parte de su Pasión: "Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por
ella..." (v.41)
◦ Rodeado de vítores y
aplausos.... (v.37 y 38), Jesús se siente solo e incomprendido y llora.
◦ Viendo una ciudad espléndida
pero ciega, Jesús llora.
◦ Ante un Templo profanado y de
culto vacío, Jesús llora.
◦ Frente a un culto cruento y sin
espíritu, Jesús llora.
◦ Al ver a unos jefes políticos y
religiosos injustos e interesados, Jesús llora.
◦ Con un pueblo desorientado,
"como ovejas sin pastor", que se encamina a su desgracia, Jesús
llora.
◦ Ante un pueblo ciego y
belicoso, Jesús llora.
◦ Con unos creyentes que no
"reconocen el momento en que Dios viene a salvar" (v.44), Jesús
llora.
MEDITACIÓN, ORACIÓN DE QUIETUD
Mantras
• " Bendito el que viene”
• " Bendito el nombre del
Señor”
• " Dios viene a salvar”
PARA LA REFLEXIÓN Y VIVENCIA
• ¿Con qué sentimientos comienzo
esta Semana Santa?
◦ ¿Dejo que los afectos y las
emociones de los textos lleguen a la hondura?
◦ ¿Procuro hacer míos los
sentimientos de Jesús?
◦ ¿Me apropio el mensaje de los
textos litúrgicos?
• ¿Hago del silencio de la Pasión
un medio para que Dios me enseñe lo que el texto contiene?
◦ ¿Miro mi entorno actual con la
mirada de Jesús en la pasión?
4.- PARA EL DIÁLOGO Y LA
EXPERIENCIA
• Podemos compartir el sentido
que encierra para los creyentes el siguiente versículo: "¡Si en este día comprendieras tu
también los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados" (v.42).
• ¿Nos encontramos nosotros en
una situación semejante a la de Jerusalén entonces?
• ¿Cómo se nos ofrece la paz en
nuestros días?
• ¿Quién o quienes han de ser
constructores de esa paz?
◦ ¿Por qué caminos y con qué
instrumentos para construir la paz?
• ¿Dónde y en quién tenemos
puestos los ojos?
Terminamos orando
juntos el Salmo 21 del Diurnal
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?; a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te
grito, y no respondes; de noche, y no me haces caso; aunque tú habitas en el
santuario, esperanza de Israel.
En ti confiaban
nuestros padres; confiaban, y los ponías a salvo; a ti gritaban, y quedaban
libres; en ti confiaban, y no los defraudaste.
Pero yo soy un
gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme, se
burlan de mí, hacen visajes, menean la
cabeza: "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo
quiere".
Tú eres quien me sacó
del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre; desde el seno pasé a
tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos,
que el peligro está cerca y nadie me socorre.
Me acorrala un tropel
de novillos, me cercan toros de Basán; abren contra mí las fauces leones que
descuartizan y rugen.
Estoy como agua
derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en
mis entrañas; mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al
paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte.
Me acorrala una
jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y
los pies, puedo contar mis huesos.
Ellos me miran
triunfantes, se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te
quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la
espada, y a mí única vida de la garra del mastín; sálvame de las fauces del
león; a éste pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a mis
hermanos, en medio de la asamblea te alabaré
Paco Aranda
Fuente: vía mail
Paco Aranda
Fuente: vía mail
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