Quinto curso de primaria en un colegio concertado
malagueño. Toca clase de religión. Aunque la mayoría de los niños
estudian la católica, la realidad cada vez más multicultural de los
centros hace que también haya niños que profesan la fe islámica,
evangélica o judía. Además, muchas escuelas ofertan también Historia y
Cultura de las Religiones. A esta diversidad se suman los alumnos que
optan por no aprender ninguna, que también deben estar atendidos por el
equipo docente.
Más de 50.000 estudiantes de la provincia (el 28% del
alumnado de los cursos donde se imparte esta educación) han elegido la
hora alternativa a la religión. Un tiempo en el que antiguamente se
estudiaba ética pero que ahora, desde que empezó a impartirse Educación
para la Ciudadanía, se ha convertido en un espacio de libre designación
por parte de los centros. Es decir, que cada colegio o instituto es el
que debe decidir qué hacen los niños en ese tiempo, que asciende a una
hora y media semanal en Primaria; una hora en 1º, 2º y 4º de ESO; dos
horas en 3º de ESO; y una hora en los dos cursos de Bachillerato.
Autonomía de los centros
Y esa autonomía es, precisamente, la que está planteando
problemas. Según confirma la Delegación de Educación, la actividad que
estos niños desarrollen en ese espacio «en ningún caso comportará el
aprendizaje de contenidos curriculares asociados al conocimiento del
hecho religioso ni a cualquier área de la etapa». O lo que es lo mismo,
que no aprenderán nada de la Biblia, pero tampoco puede servir para
reforzar inglés o matemáticas.
«Los alumnos siempre van a estar acompañados por un
profesor, pero no para avanzar más que el resto del grupo porque
supondría un agravio con respecto a los estudiantes que están en las
lecciones religión», explica Francisco Jiménez, presidente en funciones
de la Asociación de Directores de Colegios de Málaga.
Pero, ¿tampoco pueden aprovechar para realizar tareas de
clase que tendrían que llevarse a casa? ¿Supondría una hora de lectura
un avance curricular? Las asociaciones de padres de alumnos piden que se
concreten los contenidos que pueden ofrecerse en esa hora alternativa.
«La Delegación debería marcar algunas pautas porque muchos centros se
preocupan por preparar talleres y actividades para los niños, pero en
otros se convierte en una hora perdida», asegura María José Fajardo,
presidenta de Fdapa. Al cabo del curso, supondría entre 38 y 72 horas
lectivas desperdiciadas. Padres de algunos centros malagueños denuncian
que incluso prohiben a sus hijos hacer las tareas de otras asignaturas
en esa hora pero que no les dan otra opción.
La implicación depende del centro. En los concertados
religiosos, aunque deben ofrecer esta alternativa, los padres aceptan un
ideario y rara vez se exige. Carlos Muñoz, de la Asociación de
Directores de Institutos defiende sin embargo que la autonomía de los
centros en este asunto permite experiencias muy originales. «En algunos
imparten talleres de ajedrez, realizan monográficos literarios o debates
sobre temas de actualidad», indica.
La mayoría del alumnado (129.700) cursa alguna religión,
de los que el 97% (125.000) estudian la católica. El 3% restante se
reparte entre religión islámica, evangélica y judía. En el caso de las
religiones minoritarias, su impartición depende de que el grupo sea
suficientemente numeroso y de que haya profesorado disponible.
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