Alcazaba de Málaga
Lucía Cabrera Hernández
La Alcazaba de Málaga es una fortificación palaciega de la época musulmana. Se encuentra en las faldas del monte Gibralfaro en cuya cumbre se halla el castillo del mismo nombre. Alcazaba y castillo están unidos por un pasillo de monte resguardado por dos murallas zigzagueantes o rampantes llamado La Coracha.
Ocupaba el extremo oriental del desaparecido recinto amurallado de la ciudad, como todas las alcazabas musulmanas, de manera que los frentes de mediodía, poniente y norte quedaban a intramuros.
La Alcazaba se encuentra asimismo junto al teatro romano de Málaga, el parque de la ciudad y frente al puerto, en un enclave singular.
Pasado histórico:
Ocupaba el extremo oriental del desaparecido recinto amurallado de la ciudad, como todas las alcazabas musulmanas, de manera que los frentes de mediodía, poniente y norte quedaban a intramuros.
La Alcazaba se encuentra asimismo junto al teatro romano de Málaga, el parque de la ciudad y frente al puerto, en un enclave singular.
Pasado histórico:
La Alcazaba es una edificación del siglo XI construida sobre la roca y en la que destaca la armoniosa conjunción de las necesidades defensivas y la serena belleza de sus estancias y jardines interiores; como obra militar, es la más importante musulmana conservada en España.
Historiadores musulmanes afirman que fue el rey de taifas bereber de Granada, Badis ben Habús, quien ordenó construir la alcazaba entre los años 1057 y 1063, utilizando para su embellecimiento los mármoles y estatuas del teatro romano adyacente. En la parte más oriental del último recinto se encontraron las ruinas de un barrio de pequeñas casas formado por tres manzanas entre calles enlosadas.
Detalles decorativos.
Un pequeño baño y dos viviendas muy pequeñas conformaban la manzana sudoeste y otras dos pequeñas también las de la manzana más oriental. De mayor tamaño eran las tres viviendas encontradas en la manzana sur. La altura máxima de los muros que se han conservado es de un metro. Las puertas de las viviendas estaban compuestas por dos hojas de madera. La distribución de las viviendas estaba muy bien aprovechada: todas con un pequeño patio casi cuadrado, con aceras y crujías alrededor, en torno al cual se distribuían las habitaciones. Algunas de las casas conservan los primeros peldaños de las estrechas escaleras que conducían a la planta superior. El suelo de las habitaciones consistía en una capa de mortero de cal teñida de almagra, aunque algunas conservan losetas de barro y piezas de mármol aprovechadas. En el interior de las casas se encontraron zócalos pintados de rojo, con inscripciones en cúfico y dibujos geométricos de lazo de a ocho.
El recinto vivió un proceso de abandono y saqueo. Los muros exteriores fueron usados para la creación de las casas del barrio de la Coracha. No fue hasta las primeras décadas del siglo XX cuando se empieza a rehabilitar el edificio. En 2009 se han planteado nuevas tareas de conservación
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