Se aclaran las falacias del laicismo radical
ROMA, domingo, 26 septiembre 2010 (ZENIT.org).- En los días anteriores a la llegada del Papa a Edimburgo, las voces de los laicistas radicales que protestaban por su visita extendieron sus objeciones a un ataque generalizado contra la religión.
Christina Patterson, escribiendo el 15 de septiembre en el periódico Independent, sostenía que es vital conservar el estado lo más laico posible. En la conclusión de una diatriba más bien rampante y superficial contra la religión, también pedía la abolición de todos los colegios a cargo de iglesias, de manera que la "religión esté, tan lejos como sea posible, relegada a lo privado y no en la arena pública".
El día anterior, Polly Toynbee, presidenta de la Asociación Humanista Británica, escribía un artículo para el periódico Guardian. Los líderes religiosos masculinos, según Toynbee, están envenenando la sociedad con sus ideas sesgadas sobre el sexo y la muerte.
Estaba dispuesta a admitir que tanto los laicistas como los creyentes hacen cosas buenas y malas, pero cuando se trata de instituciones religiosas, "muestran unta tendencia a la crueldad y a la hipocresía", afirmaba.
Los ateos son enemigos débiles comparados con las sectas religiosas, añadía. Su artículo acababa con un llamamiento a favor "de la creencia liberadora de que la vida en la tierra es preciosa porque este aquí y ahora es todo lo que hay, y nuestro destino está en nuestras manos".
Positivo para los niños
Está claro que ni Patterson ni Toynbee han leído un estudio publicado el 9 de septiembre por Pat Fagan, investigador del Family Research Council y director del Marriage and Religion Research Instittute, sobre la religión y los resultados académicos de los niños.
En "Religious Practice and Educational Attainment" (Práctica Religiosa y Logros Educativos), Fagan revelaba que un nivel más alto de práctica religiosa puede afectar positivamente a la capacidad de un estudiante para salir adelante en el colegio.
Los alumnos implicados en actividades religiosas pasan más tiempo haciendo sus deberes, informaba el estudio. También logran mejores resultados en los exámenes y es menos probable que abandonen el instituto. Además, su impacto positivo no se reduce a la escuela, sino que continúa a nivel universitario.
Un estudio ha descubierto que el 19,5% de los estudiantes que asistían al culto con poca frecuencia abandonaban los estudios, comparados con sólo el 9,5% de los que lo hacían con frecuencia.
El documento identificaba algunas formas a través de las que la religión ayuda a los estudiantes:
-- Interioriza valores y normas que ayudan a conseguir logros;
-- Fomenta altas expectativas personales, y ayuda a los estudiantes a evitar comportamientos sociales desviados. Aquellos estudiantes que asisten semanalmente a servicios religiosos es menos probable que consuman drogas o alcohol, o se mezclen en comportamientos delictivos;
-- Las familias religiosas tienden a ser más cohesivas y estables, a hacer planes sobre el futuro de los estudiantes, y a esperar más de ellos;
-- Los adolescentes que tienen devoción religiosa tienen más expectativas educativas para sí mismos.
-- Los compañeros religiosos tienden a estar mejor orientados académicamente, y el grupo anima a implicarse académicamente;
-- La asistencia religiosa también parece potencias las habilidades sociales;
-- Las iglesias ofrecen a los estudiantes recursos, una comunidad, y dirección. Los fuertes lazos sociales de las organizaciones religiosas pueden servir ser un complemento a los recursos a disposición de los niños, ayudándoles a lograr niveles educativos más altos.
Fagan observaba que la asistencia religiosa frecuente también tiende a aumentar el total de años de escolarización de los estudiantes. La ventaja para los estudiantes con asistencia religiosa semanal, en comparación con sus compañeros que no asisten al culto, era equivalente en general a la ventaja que proporciona una madre que tenga tres años extra de educación y un padre, que tenga cuatro.
Es importante notar que la religión es una de las pocas instituciones con facilidad de acceso para familias con pocos ingresos. El documento ponía de relieve la importancia de esto para los grupos socio económicos inferiores. Para quienes tienen más ingresos, la religión sólo es un recurso más entre muchos.
"En contraste, para los pobres, el efecto de la práctica religiosa es significativo porque es uno de las pocas influencias positivas sólidas en sus vidas", escribía Fagan.
Otro descubrimiento fue que la religiosidad tiene un impacto mayor en los resultados educativos de la juventud urbana en comparación con la no urbana. El documento aventuraba que una explicación de esto es más fácil acceder a las instituciones religiosas en las zonas urbanas. Además, la religión puede actuar también como un elemento de control frente a los elementos más negativos de los vecindarios urbanos que tienen un efecto perjudicial en los logros educativos.
Felicidad
Los alumnos no son ni muchos menos los únicos que encuentran ventajas en la religión. El Journal of Marriage and Family de agosto publicaba un artículo sobre el impacto de la religión en las relaciones familiares.
Entre los resultados estaba el hecho de que hay una significativa relación entre el compartir creencias y rezar juntos y una mayor felicidad en los matrimonios y sus relaciones, según un reportaje del Washington Post el 12 de agosto.
Las ventajas son más pronunciadas para los afroamericanos y los hispanos que para los blancos. Esto puede deberse a una mayor satisfacción en las relaciones de las parejas blancas por sus ventajas en ingresos y educación, explicaba el estudio.
Es verdad, entonces, que las parejas que rezan juntas permanecen juntas, decía al Washington Post el coautor del estudio, W. Bradford Wilcox, director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia.
Un comunicado de prensa de la Universidad de Virginia el 11 de agosto profundizaba en el modo en que la religión juega un papel positivo en las relaciones. Wilcox explicaba que la investigación anterior sobre el tema había identificado tres factores.
Primero, las comunidades religiosas promueven normalmente comportamientos éticos positivos, como la caridad y el perdón. Esto ayuda a definir una conducta apropiada entre una pareja y les anima a tratar los conflictos de modo constructivo.
Segundo, las comunidades religiosas ofrecen apoyo a las parejas y a las familias a través de una red social centrada en la familia.
Tercero, la fe religiosa proporciona a la gente un sentido de propósito y significado a sus vidas en general y en sus relaciones, y esto les ayuda a afrontar las tensiones.
Impacto cívico
Un extenso libro que examina la vida religiosa de los norteamericanos, y que aparecerá a primeros de octubre, aportará más evidencias sobre los efectos positivos de la religión.
En "American Grace: How Religion Divides and Unites Us", Robert D. Putnam y David E. Campbell señalan que Norteamérica es mucho más religiosa que otros países y concluyen que esto hace a los norteamericanos mejores ciudadanos y vecinos.
Putnam es profesor de política pública en la Universidad de Harvard, mientras que Campbell es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Notre Dame.
Adelantaron algunos de los contenidos del libro en una conferencia en el Pew Forum on Religion and Public Life que tuvo lugar el año pasado.
Un reportaje del Religion News Service, de fecha 13 de mayo de 2009, afirmaba que entre los resultados del estudio estaba el hecho de que las personas religiosas se implican hasta tres o cuatro veces más en su comunidad.
Si se las compara con personas no religiosas, están más implicadas en asociaciones de voluntariado, y en asistencia a encuentros públicos, y es más probable que voten en las elecciones locales, y que donen su tiempo y dinero a las causas.
Putnam y Campbell afirmaban que el nexo entre religión y activismo cívico es causal, puesto que han observado que quienes no son religiosos y se vuelven más activos religiosamente también cambiaban su comportamiento social y se implicaban más en la comunidad.
Un elemento importante en esta participación es ser parte de una comunidad religiosa, y no sólo alguien que practica una devoción privada.
"En esto no cuenta la fe", decía Putnam. "Son las comunidades de fe".
Estas comunidades tienen, por supuesto, sus defectos, como el estentóreo coro de laicistas no ha dejado de detallar antes de la visita de Benedicto XVI a Escocia e Inglaterra.
Lo que está claro también es que la sociedad sería bastante más pobre sin la aportación a la vida pública de la religión organizada.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado
Christina Patterson, escribiendo el 15 de septiembre en el periódico Independent, sostenía que es vital conservar el estado lo más laico posible. En la conclusión de una diatriba más bien rampante y superficial contra la religión, también pedía la abolición de todos los colegios a cargo de iglesias, de manera que la "religión esté, tan lejos como sea posible, relegada a lo privado y no en la arena pública".
El día anterior, Polly Toynbee, presidenta de la Asociación Humanista Británica, escribía un artículo para el periódico Guardian. Los líderes religiosos masculinos, según Toynbee, están envenenando la sociedad con sus ideas sesgadas sobre el sexo y la muerte.
Estaba dispuesta a admitir que tanto los laicistas como los creyentes hacen cosas buenas y malas, pero cuando se trata de instituciones religiosas, "muestran unta tendencia a la crueldad y a la hipocresía", afirmaba.
Los ateos son enemigos débiles comparados con las sectas religiosas, añadía. Su artículo acababa con un llamamiento a favor "de la creencia liberadora de que la vida en la tierra es preciosa porque este aquí y ahora es todo lo que hay, y nuestro destino está en nuestras manos".
Positivo para los niños
Está claro que ni Patterson ni Toynbee han leído un estudio publicado el 9 de septiembre por Pat Fagan, investigador del Family Research Council y director del Marriage and Religion Research Instittute, sobre la religión y los resultados académicos de los niños.
En "Religious Practice and Educational Attainment" (Práctica Religiosa y Logros Educativos), Fagan revelaba que un nivel más alto de práctica religiosa puede afectar positivamente a la capacidad de un estudiante para salir adelante en el colegio.
Los alumnos implicados en actividades religiosas pasan más tiempo haciendo sus deberes, informaba el estudio. También logran mejores resultados en los exámenes y es menos probable que abandonen el instituto. Además, su impacto positivo no se reduce a la escuela, sino que continúa a nivel universitario.
Un estudio ha descubierto que el 19,5% de los estudiantes que asistían al culto con poca frecuencia abandonaban los estudios, comparados con sólo el 9,5% de los que lo hacían con frecuencia.
El documento identificaba algunas formas a través de las que la religión ayuda a los estudiantes:
-- Interioriza valores y normas que ayudan a conseguir logros;
-- Fomenta altas expectativas personales, y ayuda a los estudiantes a evitar comportamientos sociales desviados. Aquellos estudiantes que asisten semanalmente a servicios religiosos es menos probable que consuman drogas o alcohol, o se mezclen en comportamientos delictivos;
-- Las familias religiosas tienden a ser más cohesivas y estables, a hacer planes sobre el futuro de los estudiantes, y a esperar más de ellos;
-- Los adolescentes que tienen devoción religiosa tienen más expectativas educativas para sí mismos.
-- Los compañeros religiosos tienden a estar mejor orientados académicamente, y el grupo anima a implicarse académicamente;
-- La asistencia religiosa también parece potencias las habilidades sociales;
-- Las iglesias ofrecen a los estudiantes recursos, una comunidad, y dirección. Los fuertes lazos sociales de las organizaciones religiosas pueden servir ser un complemento a los recursos a disposición de los niños, ayudándoles a lograr niveles educativos más altos.
Fagan observaba que la asistencia religiosa frecuente también tiende a aumentar el total de años de escolarización de los estudiantes. La ventaja para los estudiantes con asistencia religiosa semanal, en comparación con sus compañeros que no asisten al culto, era equivalente en general a la ventaja que proporciona una madre que tenga tres años extra de educación y un padre, que tenga cuatro.
Es importante notar que la religión es una de las pocas instituciones con facilidad de acceso para familias con pocos ingresos. El documento ponía de relieve la importancia de esto para los grupos socio económicos inferiores. Para quienes tienen más ingresos, la religión sólo es un recurso más entre muchos.
"En contraste, para los pobres, el efecto de la práctica religiosa es significativo porque es uno de las pocas influencias positivas sólidas en sus vidas", escribía Fagan.
Otro descubrimiento fue que la religiosidad tiene un impacto mayor en los resultados educativos de la juventud urbana en comparación con la no urbana. El documento aventuraba que una explicación de esto es más fácil acceder a las instituciones religiosas en las zonas urbanas. Además, la religión puede actuar también como un elemento de control frente a los elementos más negativos de los vecindarios urbanos que tienen un efecto perjudicial en los logros educativos.
Felicidad
Los alumnos no son ni muchos menos los únicos que encuentran ventajas en la religión. El Journal of Marriage and Family de agosto publicaba un artículo sobre el impacto de la religión en las relaciones familiares.
Entre los resultados estaba el hecho de que hay una significativa relación entre el compartir creencias y rezar juntos y una mayor felicidad en los matrimonios y sus relaciones, según un reportaje del Washington Post el 12 de agosto.
Las ventajas son más pronunciadas para los afroamericanos y los hispanos que para los blancos. Esto puede deberse a una mayor satisfacción en las relaciones de las parejas blancas por sus ventajas en ingresos y educación, explicaba el estudio.
Es verdad, entonces, que las parejas que rezan juntas permanecen juntas, decía al Washington Post el coautor del estudio, W. Bradford Wilcox, director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia.
Un comunicado de prensa de la Universidad de Virginia el 11 de agosto profundizaba en el modo en que la religión juega un papel positivo en las relaciones. Wilcox explicaba que la investigación anterior sobre el tema había identificado tres factores.
Primero, las comunidades religiosas promueven normalmente comportamientos éticos positivos, como la caridad y el perdón. Esto ayuda a definir una conducta apropiada entre una pareja y les anima a tratar los conflictos de modo constructivo.
Segundo, las comunidades religiosas ofrecen apoyo a las parejas y a las familias a través de una red social centrada en la familia.
Tercero, la fe religiosa proporciona a la gente un sentido de propósito y significado a sus vidas en general y en sus relaciones, y esto les ayuda a afrontar las tensiones.
Impacto cívico
Un extenso libro que examina la vida religiosa de los norteamericanos, y que aparecerá a primeros de octubre, aportará más evidencias sobre los efectos positivos de la religión.
En "American Grace: How Religion Divides and Unites Us", Robert D. Putnam y David E. Campbell señalan que Norteamérica es mucho más religiosa que otros países y concluyen que esto hace a los norteamericanos mejores ciudadanos y vecinos.
Putnam es profesor de política pública en la Universidad de Harvard, mientras que Campbell es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Notre Dame.
Adelantaron algunos de los contenidos del libro en una conferencia en el Pew Forum on Religion and Public Life que tuvo lugar el año pasado.
Un reportaje del Religion News Service, de fecha 13 de mayo de 2009, afirmaba que entre los resultados del estudio estaba el hecho de que las personas religiosas se implican hasta tres o cuatro veces más en su comunidad.
Si se las compara con personas no religiosas, están más implicadas en asociaciones de voluntariado, y en asistencia a encuentros públicos, y es más probable que voten en las elecciones locales, y que donen su tiempo y dinero a las causas.
Putnam y Campbell afirmaban que el nexo entre religión y activismo cívico es causal, puesto que han observado que quienes no son religiosos y se vuelven más activos religiosamente también cambiaban su comportamiento social y se implicaban más en la comunidad.
Un elemento importante en esta participación es ser parte de una comunidad religiosa, y no sólo alguien que practica una devoción privada.
"En esto no cuenta la fe", decía Putnam. "Son las comunidades de fe".
Estas comunidades tienen, por supuesto, sus defectos, como el estentóreo coro de laicistas no ha dejado de detallar antes de la visita de Benedicto XVI a Escocia e Inglaterra.
Lo que está claro también es que la sociedad sería bastante más pobre sin la aportación a la vida pública de la religión organizada.
Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado
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