Las 'Misioneras de la Caridad' recuerdan a la Madre Teresa. | AFP
- Se cumplen 100 años de su nacimiento
- Ganxhe Agnes Bojaxhiu era el verdadero nombre de la madre Teresa
- El papa Juan Pablo II la beatificó hace 7 años en un tiempo récord
- La misionera sufrió profundas crisis de fe que la atormentaban
El Empire State Building de Nueva York no encenderá sus luces en recuerdo de la Madre Teresa esta noche, cuando se cumplan 100 años del nacimiento de la religiosa. La decisión ha irritado a algunos fieles y simpatizantes de la causa de las Misioneras de la Caridad, que cuenta con más de 4.500 monjas repartidas por 133 países. Y, sin embargo, la negativa de la empresa encargada de pulsar el interruptor parece ajustarse mejor a los designios de la propia beata.
"Si alguna vez llego a santa, seguramente seré una santa de la oscuridad", llegó a decir, "y estaré continuamente ausente del cielo para encender la luz de aquellos que en la tierra están en la oscuridad". Se lo expresaba así a su amigo el padre Brian Kolodiejchuk, en una serie de cartas que más tarde mandaría quemar, pero que contraviniendo su voluntad se reúnen ahora en el epistolario 'Ven, sé mi luz'. Sus páginas describen las profundas crisis de fe que atormentaron a la misionera, quien, a pesar de la agonía de su incertidumbre, no claudicó en su búsqueda. "Jesús tiene un fuerte amor por ti", le escribe a su confidente, el reverendo Michael van der Peet. "Pero ¿y por mí? Los silencios se eternizan. Miro y no veo. Escucho y no oigo. Te pido que reces por mí. Ruégale que me eche un mano".
No quiso la madre Teresa que se publicaran sus cartas, como probablemente tampoco habría autorizado ninguna clase de efeméride u obituario, persuadida de las flagrantes contradicciones de un mundo en el que la cara de Gandhi se pierde en los desgastados billetes de 500 rupias. Dicen que si le hubieran concedido un Óscar lo habría fundido. "Salvar a un niño es salvar al mundo", repetía como un mantra.
Ajena a la polémica, la madre Teresa fue también objeto de un buen número de biografías. Hace 25 años Dominique Lapierre publicaba 'La ciudad de la alegría', una detallada radiografía de la acción humanitaria en Calcuta. "Conocer a la madre Teresa fue un momento clave de mi vida", recuerda el escritor. "No podía explicarme que de una mujer tan diminuta pudiera amanar tal cantidad de amor y bondad". Fruto de este contacto revelador y del éxito de una novela por la que ha recibido miles de cartas anónimas, surgió la asociación La Cite de la Joie, adonde van a parar la mitad de los derechos de un libro que ya ha vendido 50 millones de copias.
Ganxhe Agnes Bojaxhiu era el verdadero nombre de la madre Teresa. Había nacido en Skopje, entonces Turquía y hoy capital de la República de Macedonia, en el seno de una familia burguesa de origen albanés. A los 18 años ingresó en la Congregación de Notre Dame de Lorette, en Irlanda, donde tomó el nombre de una monja francesa, Teresa Martin. Luego se trasladó a la India. Fue durante un viaje en tren a Darjeeling cuando decidió consagrar su vida a los dalits o intocables. No sin dificultades, en 1948 el Papa Pío XII le concedió permiso para vivir fuera de los conventos.
Murió a los 87 años. "Ya no puedo respirar", fueron sus últimas palabras. Poco antes, se había quejado de un fuerte dolor en el pecho. El doctor Alfred Woodward, que la atendía personalmente en la Casa Madre, sólo puedo certificar su muerte. En los días posteriores, el Gobierno indio celebró un funeral de Estado y el Papa Juan Pablo II ofició una emotiva misa en presencia de 6.000 personas. Era el segundo funeral televisado de aquella semana, tras el fatídico accidente que acabó con la vida de Lady Di, con quien la madre Teresa había colaborado en diferentes proyectos. Se habían conocido unos años antes en Roma y todo el mundo pareció disfrutar con el contraste de dos mujeres que se estrechaban la mano desde las antípodas del activismo, pero a las que muchos siguen recordando hoy, bajo el mismo signo, como reinas de corazones.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/08/25/internacional/1282759816.html
"Si alguna vez llego a santa, seguramente seré una santa de la oscuridad", llegó a decir, "y estaré continuamente ausente del cielo para encender la luz de aquellos que en la tierra están en la oscuridad". Se lo expresaba así a su amigo el padre Brian Kolodiejchuk, en una serie de cartas que más tarde mandaría quemar, pero que contraviniendo su voluntad se reúnen ahora en el epistolario 'Ven, sé mi luz'. Sus páginas describen las profundas crisis de fe que atormentaron a la misionera, quien, a pesar de la agonía de su incertidumbre, no claudicó en su búsqueda. "Jesús tiene un fuerte amor por ti", le escribe a su confidente, el reverendo Michael van der Peet. "Pero ¿y por mí? Los silencios se eternizan. Miro y no veo. Escucho y no oigo. Te pido que reces por mí. Ruégale que me eche un mano".
No quiso la madre Teresa que se publicaran sus cartas, como probablemente tampoco habría autorizado ninguna clase de efeméride u obituario, persuadida de las flagrantes contradicciones de un mundo en el que la cara de Gandhi se pierde en los desgastados billetes de 500 rupias. Dicen que si le hubieran concedido un Óscar lo habría fundido. "Salvar a un niño es salvar al mundo", repetía como un mantra.
Las críticas y las páginas escritas sobre ella
Con la muerte literalmente en los talones, poco le importaba si el dinero para provisiones y medicinas procedía de las cuentas de dictadores como el haitiano Jaen-Claude Duvalier o corruptos de la talla de un Robert Maxwell. Desde la Iglesia, la vertiente más progresista cuestionó la idoneidad de su caridad para acabar con los problemas profundos de la sociedad india. "No me interesan las estructuras sociales", se defendía ella, "ni tengo tiempo de pensar en grandes proyectos, más allá de la gente que me pide ayuda aquí y ahora". Lejos de esa realidad, sus opositores llegaron a ser legión. Algunos acusaron a las novicias de intentar evangelizar a los enfermos y otros no perdonaron su oposición al aborto o al uso de preservativos en un país que, con 6 millones de infectados, se ha colado en los más alto del ranking mundial de sida.Ajena a la polémica, la madre Teresa fue también objeto de un buen número de biografías. Hace 25 años Dominique Lapierre publicaba 'La ciudad de la alegría', una detallada radiografía de la acción humanitaria en Calcuta. "Conocer a la madre Teresa fue un momento clave de mi vida", recuerda el escritor. "No podía explicarme que de una mujer tan diminuta pudiera amanar tal cantidad de amor y bondad". Fruto de este contacto revelador y del éxito de una novela por la que ha recibido miles de cartas anónimas, surgió la asociación La Cite de la Joie, adonde van a parar la mitad de los derechos de un libro que ya ha vendido 50 millones de copias.
Todo el mundo la recuerda
Se espera que cerca de un millón de personas visiten este año la tumba de la madre Teresa. En internet cada día aparecen nuevos actos conmemorativos y oficios en capillas de toda latitud, desde el Bronx, cerca de la calle que lleva el nombre, a la casa de las hermanas de Japón. En España, donde las misioneras llegaron en 1980, todas las congregaciones celebrarán una eucaristía el 5 de septiembre, en el aniversario de su muerte, hace 13 años. "Nos reuniremos todas para dar gracias a Dios por la madre Teresa", nos informa desde su retiro la hermana provincial Maria do Carmo Barbosa, "y pediremos por los pobres". Muchos confían en que el efecto mediático del centenario acelere los trámites de la canonización, después de que Juan Pablo II la beatificara, en tiempo récord, hace siete años.Ganxhe Agnes Bojaxhiu era el verdadero nombre de la madre Teresa. Había nacido en Skopje, entonces Turquía y hoy capital de la República de Macedonia, en el seno de una familia burguesa de origen albanés. A los 18 años ingresó en la Congregación de Notre Dame de Lorette, en Irlanda, donde tomó el nombre de una monja francesa, Teresa Martin. Luego se trasladó a la India. Fue durante un viaje en tren a Darjeeling cuando decidió consagrar su vida a los dalits o intocables. No sin dificultades, en 1948 el Papa Pío XII le concedió permiso para vivir fuera de los conventos.
Murió a los 87 años. "Ya no puedo respirar", fueron sus últimas palabras. Poco antes, se había quejado de un fuerte dolor en el pecho. El doctor Alfred Woodward, que la atendía personalmente en la Casa Madre, sólo puedo certificar su muerte. En los días posteriores, el Gobierno indio celebró un funeral de Estado y el Papa Juan Pablo II ofició una emotiva misa en presencia de 6.000 personas. Era el segundo funeral televisado de aquella semana, tras el fatídico accidente que acabó con la vida de Lady Di, con quien la madre Teresa había colaborado en diferentes proyectos. Se habían conocido unos años antes en Roma y todo el mundo pareció disfrutar con el contraste de dos mujeres que se estrechaban la mano desde las antípodas del activismo, pero a las que muchos siguen recordando hoy, bajo el mismo signo, como reinas de corazones.
Un país emergente donde habita la pobreza
Con un crecimiento anual en torno al 8%, los 1.160 millones de habitantes que se calcula tiene la India bailan al son macabro de las cifras. El país se define en los límites de la paradoja como un gigante emergente, pionero en informática y telecomunicaciones, que arrastra un 40% de campesinado, un anquilosado sistema de castas y que pronto habrá de enfrentarse al futuro incómodo de los 50 millones de niños que hoy no van a la escuela. En la concurrida Sudder Street de Calcuta, Santosh Nayak podría pasar por Jamal Malik, el protagonista de la oscarizada Slumdog millionaire de Dany Boyle. Lo recogieron de las calles de Calcuta las misioneras, y ahora colabora con Lights of hope, una ONGD española que se dedica a la alfabetización de los niños sin hogar. "La verdadera religión de este país es el dinero", se lamenta. "¿Cómo vamos a salir del hoyo si han sido los políticos quienes han profesionalizado la corrupción?".Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/08/25/internacional/1282759816.html
Distintos actos recuerdan la figura de la fundadora de las Misioneras de la Caridad
(Vida Nueva) Este 26 de agosto se cumple el centenario del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, y el 5 de septiembre se conmemoran los 13 años de su muerte. Las congregaciones religiosas fundadas por la beata –la más conocida es la de las Misioneras de la Caridad–, así como las Iglesias particulares del mundo celebran estos aniversarios con eucaristías, vigilias de oración, novenas y simposios con el tema común Dios nos ha creado para cosas más grandes: amar y ser amados. La revista Vida Nueva dedicará también el ‘Pliego’ de su número 2.719, que estará en la calle el 2 de septiembre, a recordar el legado de la religiosa.
Como preparación para los actos, la congregación de las Misioneras de la Caridad y el Centro Madre Teresa de Calcuta han difundido un texto que invita a reflexionar sobre la vida de la beata y sobre lo que ella ha aportado a la Iglesia y al mundo.Entre otras cosas, el texto destaca el carácter “cotidiano” del amor de Madre Teresa, un amor alimentado con pequeños gestos, oportunidades ofrecidas a todos para llevar consuelo en los sufrimientos, la soledad, el desánimo en todo lugar y toda circunstancia, comenzando por su propia familia, con el objetivo de transmitir al prójimo el amor de Dios.
Nacida de padres albaneses originarios de Kosovo, la beata será homenajeada este 26 de agosto en su ciudad de nacimiento, Skopje, en la República ex-yugoslava de Macedonia, con una misa solemne a las 18 horas en la catedral del Sagrado Corazón, presidida por el arzobispo de Belgrado, Stanislav Hocevar.
En Roma, el vicario general de Su Santidad para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Angelo Comastri, presidirá una misa en la basílica de San Lorenzo en Damasco, a las 19 horas.
En la India, adonde Madre Teresa llegó en 1929 y donde pasó gran parte de su vida, el centenario se abre oficialmente el 26 de agosto con una celebración eucarística presidida por el arzobispo de Ranchi, el cardenal Telesphore Toppo.
Celebración en España
España se une también a las celebraciones del centenario del nacimiento de la Madre Teresa con una misa en la Iglesia de San Agustín de Barcelona, que será oficiada este jueves por el obispo Joan Godayol y otra celebración eucarística el viernes en la Catedral de la Almudena de Madrid. Asimismo, desde este viernes hasta el 4 de septiembre se rezará una novena para preparar la fiesta en el Convento de las Misioneras de la Caridad de Madrid.
Por otra parte, Vida Nueva dedica un ‘Pliego’ en su próximo número realizado por José Luis González-Balado. En él, el escritor hace un recorrido por la vida de la beata y se detiene en algunos momentos importantes como su temprana vocación con tan sólo 12 años, el desembarco en Calcuta en enero de 1929, el Día de la Inspiración (en el que decidió su entrega total a los “más pobres entre los Pobres”), los primeros pasos de la congregación de las Misioneras de la Caridad o cómo llegó la obra de la Madre Teresa al Vaticano.
Más información en el nº 2.719 de Vida Nueva o próximamente en vidanueva.es
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“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.
De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas” .
De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas” .
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa.
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