Blog del Profesorado de Religión Católica: Noticias 04-03-10

Novedades en Religión y Escuela

jueves, 4 de marzo de 2010

Noticias 04-03-10

La Universidad CEU San Pablo posibilitará la acreditación de profesor de Religión 
Los grados para ser docente de Infantil y Primaria que la Universidad CEU San Pablo comenzará a impartir el curso que viene, podrán ser complementados con la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica
Este certificado es imprescindible para dar clase de Religión en los niveles de Infantil y Primaria.
Madrid, 03 de marzo de 2010.- La Universidad CEU San Pablo, a través de los nuevos estudios de Magisterio, que comenzarán a impartirse el curso próximo, habilitará a los que lo deseen con la formación precisa para ser profesor de Religión Católica.

Dicha formación se entiende como un complemento a los Grados en Educación Infantil y en Educación Primaria, y se materializa en la obtención de la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA), imprescindible para impartir clase de Religión en los niveles de Infantil y Primaria.

El DECA exige cursar cuatro asignaturas específicas, de seis créditos ECTS cada una, si bien dos de ellas son propias del plan general de estudios. Dichas asignaturas son: ‘Religión, Cultura y Valores’, ‘El Mensaje Cristiano’, ‘La Iglesia, los Sacramentos y la Moral’ y ‘Pedagogía y Didáctica de la Religión en la Escuela’.

Estas materias se cursan a lo largo del grado, con lo que, a la finalización de éste, el alumno ya estará cualificado para impartir Religión conforme a los requisitos establecidos.

Los nuevos estudios de Magisterio de la Universidad CEU San Pablo abarcarán todas las fases del proceso educativo, primero del niño y luego del joven adolescente. Será a través del Grado en Educación Infantil, que comprende a niños de 0 a 6 años, del Grado en Educación Primaria, de 6 a 12 años, y del Master Habilitante para Profesores de Educación Secundaria.

En estos estudios se canalizará para la formación de nuevos educadores los más de 75 años de experiencia de la Fundación Universitaria San Pablo en el campo de la enseñanza. Es la única institución en España que cuenta con 5 colegios, 3 universidades y dos escuelas de de Negocio, entre otros Centros Educativos.

El TSJEx da la razón a Escuelas Católicas sobre la clase de Religión

El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) ha anulado parte de un artículo de la orden dictada por la Consejería de Educación en el que se establecía que si al comienzo de curso los padres no manifiestan expresamente si quieren que sus hijos reciban o no clase de Religión se entendería que es que no quieren que lo hagan. Tal determinación se ha tomado después de que la asociación Enseñanzas Católicas de Extremadura pusiese el asunto en manos de la justicia, por entender que no se puede interpretar el silencio como un no.
«La comunidad autónoma extremeña es la única de toda España que establecía que si no decías nada es que no querías que tus hijos estudiasen Religión», indica Iván Hordas, secretario general de FERE, perteneciente a Escuelas Católicas. Una situación que entienden que atenta contra derechos como la libertad de elección y el ideario de los centros. «Va contra la Constitución y la libertad religiosa porque la administración no tienen autoridad para interpretar lo que quieren los padres», añade Hordas, que estima que la Junta se ha extralimitado en esta regulación.
Cuestiones de conciencia
La orden impugnada se ocupa de la implantación y ordenación de las enseñanzas de Educación Infantil. El Tribunal Superior de Justicia interpreta, sin embargo, que «va más allá de la ordenación de la enseñanza en tal etapa, abordando cuestiones que afectan a la conciencia de las personas», según se recoge en información de Efe.
Desde Concapa (Confederación Católica de Padres) su representante en Extremadura, Rafael Ramos, señala que el deseo de sus asociados es, también, «que se respeten los derechos de los ciudadanos», tal y como ha determinado el TSJEx. Consideran que la orden impugnada, tal y como estaba, «era un auténtico engaño».

La argucia discursiva de Ángel Gabilondo 

Este artículo forma parte de una serie sobre la cuestión educativa en España realizada por José Penalva, cuya primera entrega ya fue publicada por este diario bajo el título Los exámenes son cosas de derechas.

Es cierto que la mayoría de los ministros de Educación que ha ‘padecido’ España en las últimas décadas carecen de las nociones básicas sobre educación. También, que al actual ministro los pedagogos áulicos le pasan las cuartillas que debe memorizar para el telediario. Pero Ángel Gabilondo tiene una estrategia que le diferencia de sus predecesores. La argucia discursiva del actual ministro de Educación parece ser la de evitar el enfrentamiento con las tesis políticas de la derecha, de un lado, y a la vez seguir afirmando en su literalidad las tesis educativas de la logse-loe. ¿Cómo puede ser tal cosa posible? La respuesta es más sencilla de lo que parece.

A la hora de proponer una reforma educativa, hoy por hoy todos los políticos echan mano de los pedagogos. Por pedagogos, me refiero a los profesores de las Facultades de Educación, esos “expertos”. Por políticos, me refiero a todos los políticos, tanto sociatas y peperos, como nacionalistas y laicistas. Ahora bien, en el mundo de la pedagogía vigente en España no existe más religión que la Logse-Loe (y sus dogmas correlativos: constructivismo, enseñanza participativa y consensuada,…). Dicho en Román Paladino: dentro de la pedagogía española, el actual paradigma educativo (dominado por los principios de la Logse-Loe) aparece como intocable, incuestionable. Por tanto, no hace falta ser un lince de la metafísica para saber que si el Ministro predica tales principios, los peperos no lo podrán rebatir. Porque, ¿a dónde echarán mano los peperos a la hora de proponer una reforma alternativa si no a la misma pedagogía, con sus mismos principios pedagógicos dominantes?

¿Es exagerado decir que el 100% de los pedagogos siguen a los líderes áulicos? Yo creo que más del 90% de los pedagogos españoles de hoy en día no conoce más principio y religión que la dicha. ¿Y qué pasa con el restante 10%?, preguntarán ustedes. Pues que están mirando para otro lado, no vaya a ser que tengan problemas cuando el noventa-por-ciento se siente en el tribunal que juzgue su acceso al puesto de trabajo. De ese modo la auto-denominada pedagogía progresista ha configurado un sistema de producción de ideas “a prueba de revoluciones”. …y aquí paz y… angelitos al cielo. Por eso Ángel, el hermano del hermano, que no tiene un pelo de tonto, ha sabido dar con la tecla y elevarse a las alturas de la jerga pedagógica, y evitar el lenguaje de enfrentamiento (el lenguaje picapedrero pepeblanquiño, cuando era pepeblanquiño). ¿Para qué usar del marro si se les puede ganar en el terreno del lenguaje?

De este modo se entiende que el 19 enero de 2010 Gabilondo (hermano) afirmara que la educación no necesita “evaluaciones convencionales y memorísticas, sino más bien innovadoras”, y que el 1 de febrero dijera que “la autoridad del profesor crecerá con democracia y clases amenas, más participación y más proximidad con el alumno”. Traducido al Román Paladino, lo que el ministro quiere decir con esta última declaración es que existe un problema de falta de autoridad porque los profesores no saben aplicar los principios de la enseñanza consensuada, participativa, dialogante,… principios que profesa la teoría de la enseñanza constructivista, el gran dogma. En resumidas cuentas, para Ángel Gabilondo la respuesta a los problemas del sistema educativo es más Logse y más Loe. Y los peperos, a verlas venir y tragar.

Las declaraciones del ministro no hacen sino seguir al pie de la letra las creencias educativas de los padres de la reforma de 1990. En efecto, la “enseñanza dialogada y participativa” tipo Logse parte de la idea de la centralidad del niño en el proceso de enseñanza. La idea parece razonable, y, además, tiene importantes valedores en otros países. Pero el problema está en que, en la interpretación de los padres de la Logse, la primacía del niño (sustentada en una inocencia concebida en términos de “bondad natural”, semejante al mito del “buen salvaje”) adquiere un carácter beligerante contra la autoridad del profesor. Sirva como ejemplo estas palabras de Mariano Fernández Enguita (2002), otro de los padres de la Logse: «Para que la sociedad más amplia o la comunidad inmediata puedan decidir qué educación quieren es imprescindible que no puedan hacerlo en su lugar los profesores y profesoras. Las prerrogativas y competencias de los grupos profesionales son, en todo caso, límites u obstáculos a la democracia».

El profesor como causante de todos los males

Esa opinión no es rara avis en el corral pedagógico. Es una idea ya consolidada en buena parte de la pedagogía española la afirmación de que el fracaso escolar se debe a que el profesorado es autoritario (no participa en cauces democráticos), individualista (incapaz de trabajar en colaboración), inadaptado (incapaz de afrontar los nuevos cambios sociales) y sin creatividad para efectuar una enseñanza constructiva y significativa (Logse dixit). De ese modo, durante toda la década de 1990 el profesor de Enseñanzas Medias ha sido denostado por buena parte de pedagogos (pedagogos que no han estado en un colegio o un instituto en su vida, aparte de su escolarización). El profesor ha sido considerado como el culpable de todos los males del sistema educativo. La culpabilización del profesorado ha estado tan normalizada que se llega a utilizar un lenguaje manifiestamente frívolo y exento de respeto.

Ese es el trasfondo ideológico de la enseñanza cercana al alumno, de la democracia en las aulas y las clases amenas made-in-Logse que propone el Ministro. Y con ello seguimos sufriendo la consecuencia de una generación de pedagogos —los pedagogos áulicos— que vivieron su juventud viendo morir en la cama al caimán, y que en la década de 1980 —quizá envalentonados tras bailar sobre la tumba del caimán— veía al profesor de Enseñanzas Medias —especialmente a los Catedráticos de Instituto— como un reducto del autoritarismo de la dictadura. Así, el profesor se convirtió en el nuevo culpable de las desigualdades sociales y de la exclusión social. De ahí que, desde los inicios de la reforma, los pedagogos áulicos la hayan emprendido sin piedad contra la condición profesional del profesor, hasta dejarlo casi totalmente desprotegido hoy en día.

Y una vez vencido el flanco de la autoridad del profesor, ya era fácil para la pedagogía instaurar el reinado de la relatividad del conocimiento: las materias escolares —afirman desde el inicio de la reforma— son imposiciones culturales que anulan la individualidad del alumno; las Lenguas Clásicas son inútiles y no aportan nada valioso al alumno; la misma inutilidad se afirma de las Humanidades, de las que se dice que son un reducto del pasado eclesial de España y contrario al espíritu de la Ilustración y de la Ciencia moderna. Con otro par. Y de ahí devino el rechazo de algunas asignaturas, especialmente las humanísticas, que han sido arrinconadas sistemáticamente desde el inicio de la reforma: primero, las Lenguas Clásicas; luego, la Historia, y ahora estamos en el proceso de eliminación de la Filosofía, que no sólo de la Religión. Y de ahí derivó el principio psico-pedagógico de la adaptación a los niveles psicológicos del alumno: lo importante ya no es qué se enseña (conocimiento), sino cómo se enseña (didáctica). «En resumen —dice J. Delval en 1990—… Los problemas de la escuela no radican en lo que se enseña, sino en cómo se enseña, y mientras no se entienda esto todo esfuerzo de cambio será baldío. Creo que este es un punto fundamental si queremos cambiar algo en la educación.»  Y vaya si querían cambiar algo en la educación.

Todas esas creencias en torno a la educación fueron sintetizadas por los padres de la Logse, dando lugar al principio del “aprendizaje dialogado y participativo”, eso que hoy viene a afirmar en su declaración Ángel Gabilondo.

 

 

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