¿Quiénes eran los "Magos de Oriente"? ¿Cuántos eran? ¿Eran realmente reyes?
El evangelista presenta a los
protagonistas del relato como «unos Magos que venían del Oriente». No
dice cuántos eran, ni cómo se llamaban, ni de dónde procedían
exactamente. La tradición antigua navega por todos esos mares, pero sin
rumbo cierto.
En
cuanto al número, los monumentos arqueológicos fluctúan
considerablemente; un fresco del cementerio de S. Pedro y S. Marcelino
en Roma representa a dos; tres muestra un sarcófago que se conserva en el Museo de Letrán; cuatro aparecen en el cementerio de Santa Domitila, y hasta ocho en un vaso del Museo Kircheriano. En las tradiciones orales sirias y armenias llega a hablarse de doce.
Ha prevalecido, no obstante, el número de tres acaso por correlación con los tres dones que ofrecieron -oro incienso y mirra- o porque se los creyó representantes de las tres razas: Sem, Cam y Jafet.
Los nombres que se les dan (Melchor, Gaspar, Baltasar) son relativamente recientes. Aparecen en un manuscrito anónimo italiano del s. IX, y poco antes, en otro parisino de fines del s. VII, bajo la forma de Bithisarea, Melichior y Guthaspa.
En otros autores y regiones se los conoce con nombres totalmente distintos. Su condición de reyes,
que carece absolutamente de fundamento histórico, parece haberse
introducido por una interpretación demasiado literal del Salmo 72,10: «Los reyes de Tarsis y las islas le ofrecerán dones; los reyes de Arabia y Sabá le traerán regalos». Nunca en las antiguas representaciones del arte cristiano aparecen con atributos regios, sino simplemente con gorro frigio y hábitos de nobles persas.
También sobre el lugar de su origen discrepan los testimonios antiguos. Unos los hacen proceder de Persia, otros de Babilonia o de Arabia, y hasta de lugares tan poco situados al oriente de Palestina como Egipto y Etiopía.
Sin embargo, un precioso dato arqueológico del tiempo de Constantino
muestra la antigüedad de la tradición que parece interpretar mejor la
intención del evangelista, haciéndolos oriundos de Persia.
Refiere una carta sinodal del Conc. de Jerusalén del año 836 que en el
614, cuando los soldados persas de Cosroas II destruyeron todos los
santuarios de Palestina, respetaron la basílica constantiniana de la
Natividad en Belén, porque, al ver el mosaico del frontispicio que representaba la Adoración de los Magos, los creyeron por la indumentaria compatriotas suyos.
BIBL.:
J. ENCISO VIANA, La estrella de Jesús, en Por los senderos de la
Biblia, t. II, Madrid-Buenos Aires 1957, 155-160; J, RACETTE, L’Évangile
de 1′Enfance selon S. Matthieu, «Sciences Ecclésiastiques» 9 (1957)
77-82; S. MUÑOZ IGLESIAS, El género literario del Evang. de la Infancia
en S. Mateo, «Estudios Bíblicos» 17 (1958) 245-273, especialmente
264-268; ÍD, Venez, adorons-le, en Assemblés du Seigneur, 13,31-44; A.
M. DENIS, L’adoration des Mages vue par Saint Matthieu, «Nouvelle Revue
Théologique» 82 (1960) 32-39; G. D. GORDINI, A. M. RAGGI, Magi, en Bibl.
Sanct. 8,494-528 (con abundante bibl.).
Fuente: http://www.primeroscristianos.com/index.php/noticias/item/2116-quienes-eran-los-magos-de-oriente-cuantos-eran-eran-realmente-reyes
Fuente: http://www.primeroscristianos.com/index.php/noticias/item/2116-quienes-eran-los-magos-de-oriente-cuantos-eran-eran-realmente-reyes
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