“No somos solamente agentes de cálculo,
seres dotados de peso y medida o, simplemente, seres vivos. Somos algo
más. Somos personas que tenemos dotes físicas, intelectuales y
espirituales”, afirman en la delegación de Enseñanza de la diócesis de
Huesca.
Es un hecho que la clase de religión está siendo atacada. Los poderes públicos y la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPAR)
la quieren fuera del ámbito educativo. FAPAR dice que “debe reservarse
únicamente al ámbito privado”. Primero, se publica una orden que
pretende expulsar la asignatura de Religión fuera del
horario lectivo de 30 horas semanales de 2º de bachillerato; y segundo,
se emiten unas instrucciones sobre la distribución horaria de primaria
según las cuales se posibilita reducir hasta la mitad el tiempo dedicado
a enseñar Religión, concretamente a 45 minutos semanales.
La orden, recurrida por las seis diócesis de Aragón, ha sido suspendida cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón,
(TSJA) quien considera que vulnera los acuerdos entre la Santa Sede y
el Estado así como derechos fundamentales. También asegura que la
asignatura de religión tiene un trato diferente al resto de asignaturas
específicas, sin justificación para ello. “El recurso se emitió para
devolver a la clase de Religión su dignidad”, señala Bernardino Lumbreras, delegado de Enseñanza del arzobispado de Zaragoza.
Pero las instrucciones sobre primaria,
por el momento, se están llevando a cabo en los centros públicos de la
comunidad, en muchos casos, por decisión de los propios claustros
escolares. Las horas lectivas se están reduciendo drásticamente de 24
semanales, a 12, a 6, a 3. Algunas jornadas incluso están
desapareciendo. “¿De verdad tienen derecho a decidir las condiciones de
una asignatura en la que se han inscrito 243 alumnos? ¿En qué empresa
los compañeros con los que te tomas el café a diario deciden sobre tu
jornada, sueldo y condiciones?” Se pregunta indignada la profesora de
Religión María Peña en un carta publicada en el Heraldo de Aragón.
Por su parte, Enrique Pérez,
profesor de un centro público, constata que “desde las cátedras
universitarias a los escaños parlamentarios, todo el mundo habla de la
necesidad de un desarrollo holístico, global de la personalidad humana,
pero sólo el área de Religión se convierte en caballo de batalla
ideológico”.
Desde la delegación de Enseñanza de la
diócesis de Huesca señalan que “uno puede ser un genio en matemáticas, o
en física, o en biología. Pero eso no basta. No somos solamente agentes
de cálculo, seres dotados de peso y medida o, simplemente, seres vivos.
Somos algo más. Somos personas que tenemos dotes físicas, intelectuales
y espirituales”.
(Diócesis de Jaca)
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