El objetivo ha de ser completar todas las dimensiones de la persona
El desarrollo del conocimiento científico y tecnológico, especialmente del último siglo, ha sido comparado con la explosión del Big-bang y su dinámica de expansión. En efecto, como toda explosión, ésta ha producido una descomunal fragmentación, y la fragmentación ha creado compartimentos estancos no sólo de las disciplinas, sino también de las ciencias de la naturaleza con relación a las ciencias sociales, y de éstas con relación a las ciencias humanas. Pero la necesidad humana de preguntarse por el sentido de la vida sigue ahí. La educación religiosa en el siglo XXI debe tener esto en cuenta, aunque también integrar las preguntas científicas y culturales de nuestra época. Por Ángel Fernández Aguilar.
La educación debe hacer aflorar todo lo que hay en la persona. Debe
apuntar a esa otra dimensión, religiosa, espiritual, y, por qué no,
mística, ya que probablemente todos están abiertos a esa dimensión
interior misteriosa, mistérica, mística, de la que deben saber hacerse
eco existencial, en un sentido o en otro.
Esta necesidad de preguntarse por el sentido de la vida y el impulso a dar respuestas aparentemente “absurdas”, es lo que constituye para el filósofo alemán Paul Tillich la dimensión religiosa del ser humano; y, en este sentido, la dimensión religiosa es universal, sea la respuesta creyente o no. Parece que la formación permanente de los docentes se hace imprescindible; no solo, para aprender más y más, sino para intercambiar con otros colegas pensamientos, ideas, experiencias. Para que fluya, en definitiva, desde el diálogo con las ciencias y con la cultura, el conocimiento real y objetivo sobre lo que significa el hecho real de la existencia de las religiones en la historia humana.
Esta necesidad de preguntarse por el sentido de la vida y el impulso a dar respuestas aparentemente “absurdas”, es lo que constituye para el filósofo alemán Paul Tillich la dimensión religiosa del ser humano; y, en este sentido, la dimensión religiosa es universal, sea la respuesta creyente o no. Parece que la formación permanente de los docentes se hace imprescindible; no solo, para aprender más y más, sino para intercambiar con otros colegas pensamientos, ideas, experiencias. Para que fluya, en definitiva, desde el diálogo con las ciencias y con la cultura, el conocimiento real y objetivo sobre lo que significa el hecho real de la existencia de las religiones en la historia humana.
Cliquea aquí para leer el artículo completo. Gracias por tu trabajo y amistad, Ángel.
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