¿DE VERDAD PODREMOS SEGUIR “CAMINANDO Y CANTANDO”?
YOLANDA CHÁVEZ, yolachavez66@gmail.com
LOS ÁNGELES (USA).
YOLANDA CHÁVEZ, yolachavez66@gmail.com
LOS ÁNGELES (USA).
ECLESALIA,
03/07/15.- Soy del inmenso grupo de católicas y católicos que trabajan
en el terreno de la vida diaria sin hacer ruido, desarrollo un
ministerio como catequista de adultos inmersa en una realidad que según
dicen algunos, supera los 30 millones de seres humanos pero que es
representado simbólicamente con un número mucho menor: el número 11 (los
once millones de personas sin documentos en los Estados Unidos), para
no reconocer entre otras cosas, que este es un asunto que ya se les
salió de las manos a los poderosos que dirigen los rumbos y los destinos
de la inmensa mayoría.
Estamos el grupo de catequistas
estudiantes, mi equipo y yo, casi por terminar un curso intensivo
moviéndonos por coordenadas antropológicas, pastorales, y pedagógico
catequéticas.
Esta mañana tratando de organizar mejor
mi día, me levanté más temprano. Mientras encendía la estufa para hacer
el té, me he encontrado con el dilema entre terminar de revisar las
tareas de mis estudiantes o terminar de leer la Carta Encíclica del Papa
Francisco; Laudato si…
De pronto estaba haciendo las dos cosas;
revisaba algunas tareas en las cuales me encontraba con rostros
conocidos narrando experiencias humanas, de esas que marcan la vida.
Hablo de la vida real, donde se tienen que “ensuciar las manos” para
curar las heridas de los otros: Muerte, enfermedad, desapariciones de
familiares en centros de detención, falta de vivienda, de trabajo,
familias separadas por servicio de Inmigración…
Y volvía a la Encíclica: “Todo está
relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y
hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que
Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno
cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre
Tierra”. (nº 92,70).
Espontáneamente comencé a entonar:
LAUDATO SII, O MI SIGNORE LAUDATO SII, O MI SIGNORE LAUDATO SII, O MI
SIGNORE LAUDATO SII, O MI SIGNORE…
En el momento que silbó la olla del té en
la cocina cortándome la inspiración, me sentí como uno de los
inmisericordes personajes de la parábola del Buen Samaritano (Lc 10:
25-37).
¿De verdad podremos seguir “caminando y cantando”? ¿Y el herido a la orilla? me pregunté.
Hice mi té y volví para revisar las
tareas, es decir; a mi realidad. Volvía a leer la vida desde donde las
personas buscan la salvación integral de la que tanto hablamos durante
las clases; la salvación que nos lleva a darle un sentido a todo, a
vivir la vida en plenitud…
De nuevo a la Encíclica: “Para la
comprensión cristiana de la realidad, el destino de toda la creación
pasa por el misterio de Cristo, que está presente desde el origen de
todas las cosas: ‘Todo fue creado por él y para él’ (Col 1,16). El
prólogo del Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora de
Cristo como Palabra divina (Logos). Pero este prólogo sorprende por su
afirmación de que esta Palabra ‘Se hizo carne’ (Jn 1,14). Una persona de
la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él
hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir
de la encarnación”. (nº 99).
La comprensión cristiana de la realidad,
la vida misma plasmada en las tareas de mis hermanas y hermanos, las
realidades que estoy “revisando” forma parte del cosmos creado. Dios se
nos da en la historia y en la naturaleza. ¡Qué importante es la
naturaleza! contiene la verdad, contiene a la realidad, una realidad que
nos contiene y que ya contiene a Dios, Dios nos encuentra y se nos da
en la vida misma, solo hay que detenernos a leerla; a revisarla para
reorientar el rumbo, coincidir en la conciencia de un origen común.
LAUDATO SII, O MI SIGNORE; sigo con las tareas…
LAUDATO SII, O MI SIGNORE; vuelvo a la Encíclica:
“De una pertenencia mutua y de un
futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el
desarrollo de nuevas condiciones actitudes y formas de vida” (nº 202).
“En el corazón de este mundo sigue
presente el Señor de la vida que nos ama tanto, Él no nos abandona, no
nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y
su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos. Alabado sea” (nº 245).
¡Hice las dos cosas! terminé de “revisar” las tareas y de leer la Encíclica del Papa Francisco.
Me siento entusiasmada, debo seguir
cantando LAUDATO SII, O MI SIGNORE y caminando con mis hermanas y
hermanos al mismo tiempo, despertando las conciencias a la justicia, a
la paz, al amor… a la hermosura.
En la próxima clase, la oración inicial será ésta (Tomada de la última parte de la Encíclica P. 186):
Dios de amor,
Muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado de ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen del bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda
la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)
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