(Joaquín Arriola, HOAC).-El mismo día en que se hacía
pública la anhelada encuesta de intención de voto del Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS) de noviembre, se publicó por este
organismo estatal una más discreta encuesta sobre opinión fiscal de los ciudadanos.
La escasa atención recibida por esta encuesta no desmerece de su
importancia, probablemente mayor que la muy debatida encuesta electoral.
En ella, se incluyen tres preguntas referidas a las opiniones y las
prácticas religiosas, que tienen también su aquel.
España no ha dejado de ser católica...
A la pregunta de «¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a, creyente de otra religión, no creyente o ateo/a?», un 69,1 por ciento de los encuestados contesta que «católico». Pero la distribución de los «católicos» es muy diversa en el tejido social español: son más abundantes entre los votantes de partidos mayoritarios que entre los minoritarios: en primer lugar el PP, pero a continuación los votantes del PSOE, se proclaman muy mayoritariamente como católicos. El voto en blanco también es una práctica extendida entre la población que se considera católica. Incluso entre los votantes de IU, más de un tercio se declaran católicos.
...la izquierda, tampoco
Aunque algo más de una de cada diez (12%) personas no saben si son de derechas o de izquierdas y otro porcentaje similar no contesta a la pregunta, las respuestas son suficientemente significativas para identificar una relación bastante significativa, cuanto más de derechas, más probabilidad de considerarse católico.
A más ricos, menos católicos
La distribución por clase social muestra que las clases más pudientes se han «descatolizado» más rápido que el resto: frente a porcentajes de dos tercios de católicos entre los obreros y las viejas clases medias (agricultores, comerciantes, autónomos), entre las nuevas clases medias y altas (profesionales y técnicos, directivos y cuadros medios) los porcentajes de católicos están por debajo de la media, de forma más acusada entre directivos y profesionales independientes.
Católicos, pero poco
Ahora bien, este catolicismo mayoritario queda matizado por la asiduidad con la que se practican los ritos religiosos. A la pregunta «¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales?» un 61% responde que nunca o casi nunca, un 14,1% que varias veces al año y algo menos de la cuarta parte afirma asistir con más de una vez al mes a misma.
Un 42% de los que se consideran de derecha, un 37% de los de centro derecha, un 18% de los de centro-izquierda y un 16% de los de izquierda asisten a oficios religiosos más de una vez al mes. Solamente los que votaron en blanco en las generales del 20N declaran en dos tercios cumplir con los ritos religiosos más de una vez al mes -que refuerza así su carácter de opción con fuerte connotación «católica»-, frente a la quinta parte (20%) de los que votaron PP o el 17 por ciento de los votantes del PSOE y el 15 de los de IU.
Pero podemos suponer que asistir a misa requiere cierta dedicación, en particular en los días de descanso laboral y que el catolicismo proclamado por más de dos tercios de los encuestados solo motiva a la cuarta parte a cumplir (más o menos) con los preceptos dominicales. La cosa es que algo que no ocupa ni tiempo, ni dedicación ni recursos físicos o económicos, como es marcar la casilla de dedicación de un porcentaje de los impuestos a la iglesia católica, o a esta y a otros fines sociales, es algo que solo realizan el 27% de los encuestados, o dicho de otra forma: solo el 39 por ciento de los que se declaran católicos decide que un porcentaje de sus impuestos se destine a la Iglesia, o a esta y a otros fines sociales. Si tenemos en cuenta además que, sobre todo, la segunda opción es tomada por muchos que no se consideran católicos, podemos afirmar que se da una cierta paradoja: más de dos tercios de los españoles se declara católico, pero solo un tercio de estos decide contribuir a la iglesia católica con sus impuestos. Tan solo cumplen con el «precepto fiscal» el 58 por ciento de los católicos que el 20N de 2011 votaron al PP, el 49% de los que votaron a UPyD, el 40% de los que votaron en blanco, el 36% de los que votaron a CiU, el 21% de los católicos que votaron al PSOE, el 13% de los que lo hicieron por IU o el 35% de los que votaron a otros partidos (y eso, suponiendo que todos los que rellenaron la casilla correspondiente se consideran católicos a sí mismos, cosa que está lejos de resultar evidente).
Es claro que cuanto más a la izquierda, más críticos se muestran los católicos con la institución eclesial. El desapego hacia la iglesia es más elevado entre los obreros. Incluso entre los obreros que se declaran católicos, menos de un tercio acepta que sus impuestos contribuyan a sostener a la Iglesia católica.
Un reto para la Iglesia
Lejos de ser una llamada de atención para intensificar las campañas fiscales, lo que revelan estos datos es que el catolicismo cultural que todavía impregna gran parte de la sociedad española, no tiene la dimensión política y social que implica la apuesta por los valores, la ética personal y la moral cristiana. Un verdadero desafío para la Iglesia, que ante un catolicismo vacío de contenido, que forma parte del recuerdo de las personas, pero no juega ningún protagonismo activo en la conducta personal y social de la mayoría de la población, está obligada a adaptar sus formas de evangelización a una sociedad en la que no solo crece la indiferencia religiosa, sino en la que está asentada una desconfianza muy fuerte hacia la propia institución por parte de muchos que se consideran creyentes; un discurso y unas prácticas eclesiales que alejan de forma especial a los católicos de izquierdas y a la clase obrera.
La falta de corresponsabilidad fiscal de los católicos es un indicador que apunta a un evidente divorcio entre la institución eclesial -no solo los obispos- y los laicos, que de no abordarse se traducirá en una progresiva desaparición incluso de esta pátina cultural de catolicismo en la cultura española. Baste señalar que tan solo la mitad de los encuestados de menos de 35 años se declara católico, frente dos tercios de más de esa edad, y solamente el 15% de los menores de 35 rellena la casilla fiscal de recursos para la Iglesia católica o para esta y otros fines sociales, frente al 30 por ciento de la población de más de esa edad.
España no ha dejado de ser católica...
A la pregunta de «¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a, creyente de otra religión, no creyente o ateo/a?», un 69,1 por ciento de los encuestados contesta que «católico». Pero la distribución de los «católicos» es muy diversa en el tejido social español: son más abundantes entre los votantes de partidos mayoritarios que entre los minoritarios: en primer lugar el PP, pero a continuación los votantes del PSOE, se proclaman muy mayoritariamente como católicos. El voto en blanco también es una práctica extendida entre la población que se considera católica. Incluso entre los votantes de IU, más de un tercio se declaran católicos.
...la izquierda, tampoco
Aunque algo más de una de cada diez (12%) personas no saben si son de derechas o de izquierdas y otro porcentaje similar no contesta a la pregunta, las respuestas son suficientemente significativas para identificar una relación bastante significativa, cuanto más de derechas, más probabilidad de considerarse católico.
A más ricos, menos católicos
La distribución por clase social muestra que las clases más pudientes se han «descatolizado» más rápido que el resto: frente a porcentajes de dos tercios de católicos entre los obreros y las viejas clases medias (agricultores, comerciantes, autónomos), entre las nuevas clases medias y altas (profesionales y técnicos, directivos y cuadros medios) los porcentajes de católicos están por debajo de la media, de forma más acusada entre directivos y profesionales independientes.
Católicos, pero poco
Ahora bien, este catolicismo mayoritario queda matizado por la asiduidad con la que se practican los ritos religiosos. A la pregunta «¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales?» un 61% responde que nunca o casi nunca, un 14,1% que varias veces al año y algo menos de la cuarta parte afirma asistir con más de una vez al mes a misma.
Un 42% de los que se consideran de derecha, un 37% de los de centro derecha, un 18% de los de centro-izquierda y un 16% de los de izquierda asisten a oficios religiosos más de una vez al mes. Solamente los que votaron en blanco en las generales del 20N declaran en dos tercios cumplir con los ritos religiosos más de una vez al mes -que refuerza así su carácter de opción con fuerte connotación «católica»-, frente a la quinta parte (20%) de los que votaron PP o el 17 por ciento de los votantes del PSOE y el 15 de los de IU.
Pero podemos suponer que asistir a misa requiere cierta dedicación, en particular en los días de descanso laboral y que el catolicismo proclamado por más de dos tercios de los encuestados solo motiva a la cuarta parte a cumplir (más o menos) con los preceptos dominicales. La cosa es que algo que no ocupa ni tiempo, ni dedicación ni recursos físicos o económicos, como es marcar la casilla de dedicación de un porcentaje de los impuestos a la iglesia católica, o a esta y a otros fines sociales, es algo que solo realizan el 27% de los encuestados, o dicho de otra forma: solo el 39 por ciento de los que se declaran católicos decide que un porcentaje de sus impuestos se destine a la Iglesia, o a esta y a otros fines sociales. Si tenemos en cuenta además que, sobre todo, la segunda opción es tomada por muchos que no se consideran católicos, podemos afirmar que se da una cierta paradoja: más de dos tercios de los españoles se declara católico, pero solo un tercio de estos decide contribuir a la iglesia católica con sus impuestos. Tan solo cumplen con el «precepto fiscal» el 58 por ciento de los católicos que el 20N de 2011 votaron al PP, el 49% de los que votaron a UPyD, el 40% de los que votaron en blanco, el 36% de los que votaron a CiU, el 21% de los católicos que votaron al PSOE, el 13% de los que lo hicieron por IU o el 35% de los que votaron a otros partidos (y eso, suponiendo que todos los que rellenaron la casilla correspondiente se consideran católicos a sí mismos, cosa que está lejos de resultar evidente).
Es claro que cuanto más a la izquierda, más críticos se muestran los católicos con la institución eclesial. El desapego hacia la iglesia es más elevado entre los obreros. Incluso entre los obreros que se declaran católicos, menos de un tercio acepta que sus impuestos contribuyan a sostener a la Iglesia católica.
Un reto para la Iglesia
Lejos de ser una llamada de atención para intensificar las campañas fiscales, lo que revelan estos datos es que el catolicismo cultural que todavía impregna gran parte de la sociedad española, no tiene la dimensión política y social que implica la apuesta por los valores, la ética personal y la moral cristiana. Un verdadero desafío para la Iglesia, que ante un catolicismo vacío de contenido, que forma parte del recuerdo de las personas, pero no juega ningún protagonismo activo en la conducta personal y social de la mayoría de la población, está obligada a adaptar sus formas de evangelización a una sociedad en la que no solo crece la indiferencia religiosa, sino en la que está asentada una desconfianza muy fuerte hacia la propia institución por parte de muchos que se consideran creyentes; un discurso y unas prácticas eclesiales que alejan de forma especial a los católicos de izquierdas y a la clase obrera.
La falta de corresponsabilidad fiscal de los católicos es un indicador que apunta a un evidente divorcio entre la institución eclesial -no solo los obispos- y los laicos, que de no abordarse se traducirá en una progresiva desaparición incluso de esta pátina cultural de catolicismo en la cultura española. Baste señalar que tan solo la mitad de los encuestados de menos de 35 años se declara católico, frente dos tercios de más de esa edad, y solamente el 15% de los menores de 35 rellena la casilla fiscal de recursos para la Iglesia católica o para esta y otros fines sociales, frente al 30 por ciento de la población de más de esa edad.
Fuente: http://www.periodistadigital.com/religion/espana/2015/05/13/el-reto-de-la-iglesia-ante-las-encuentas-religion-hoac-ideologia-politica-voto-irpf-responsabilidad-social-practicar-misa-encuesta.shtml
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