Hay muchas cosas buenas que salen gratis. Pasear por la
mañana temprano, cuando el sol es tierno, tímido como la brisa que coquetea con
las hojas de los árboles. Caminar de madrugada por calles tan llenas de gente
como en los mediodías del invierno, para asombrarse de la euforia silenciosa de
las parejas que se besan en los bancos, o apoyadas en los pilares de las plazas
porticadas. Los que viven cerca del mar lo tienen fácil, pero también es una
fiesta meter en una tartera la comida prevista para consumir en casa,
despacharla sobre una manta, en la hierba de algún parque, y tumbarse después a
la sombra. Asistir a los conciertos de las bandas que suelen tocar en quioscos
de parques y plazas mayores los domingos por la mañana. Y frecuentar las
bibliotecas públicas, mientras duren.
Hay muchas cosas buenas que salen muy baratas. Una
botella de vino para beberla despacio, en casa, al atardecer y entre amigos. Un
buen libro de bolsillo, que proporciona una emoción que dura más que el vino y
cuesta casi lo mismo. Un cine de verano, el lugar ideal para hacer manitas. Una
ración de ensaladilla rusa y dos cañas, en la terraza de un bar cualquiera,
antes o después del cine de verano. Enamorarse es un milagro todavía más
barato, tan caro que, sin embargo, no se puede fabricar.
El verano es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no
piensen en el invierno que nos espera. Porque nuestros abuelos lo tuvieron
muchísimo peor que nosotros y si no hubieran vivido, si no hubieran sabido
disfrutar de la vida, si no se hubieran enamorado en tiempos atroces, nosotros
no estaríamos aquí. Si existe una cosa que sabemos hacer bien los españoles es
ser pobres. Lo hemos sido casi siempre, pero eso no nos ha hecho más
desgraciados, ni más tristes que los demás. Recuérdenlo y sean felices, porque
la felicidad también es una forma de resistir.
El
Pais, 9 de Julio de 2012
Fuente: Vía mail Francisco Aranda.
La autora del artículo es Almudena Grandes!!!o eso creo.Feliz final del verano.!!!
ResponderEliminar