Se suele hablar mucho de la Resurrección de Jesús como el gran acontecimiento pascual, pero hablamos muy poco de “nosotros resucitados”. ¿Será que seguimos todavía sin resucitar? ¿Cómo saber que también nosotros hemos resucitado con Él?
Aquí te propongo algunos elementos para que cada uno se descubra a sí mismo:
Si cuando alguien te ofende, respondes con amor y no con venganza.
Si cuando alguien te hace daño, tú respondes al mal con el bien.
Si cuando alguien te ha fallado, tú le tiendes una mano para levantarlo.
Si cuando alguien es tu enemigo, tú tienes el valor de decirle: “La paz contigo.”
Si cuando alguien te hace la guerra, tú le regalas el don de la paz.
Si cuando alguien habla mal de ti, tú hablas bien de él.
Si cuando alguien piensa mal de ti, tú piensas bien de él.
Si cuando alguien te desprecia, tú reconoces los valores que tiene.
Si cuando ves a alguien, eres capaz de verlo como un hermano.
Si cuando alguien te cae mal, tú eres capaz de sonreírle.
Si cuando alguien no te saluda, tú le tiendes la mano y le das los buenos días.
Si cuando alguien te niega la palabra, tú le sonríes y le hablas.
Como ves, todo un mundo al revés.
Es que la Pascua es eso, poner al mundo al revés de lo que lo habíamos puesto nosotros.
Por eso los Evangelios no nos relatan el hecho de la Resurrección, sino que más bien nos habla de los efectos que la resurrección ha producido en nosotros. La Resurrección de Jesús es un hecho, pero sobre todo un acontecimiento en el corazón de la comunidad.
Conocemos que Jesús ha resucitado cuando sentimos que nuestro corazón ha cambiado, que nuestro corazón se ha renovado y llevamos un corazón nuevo.
La Resurrección es todo un acontecimiento en el corazón de cada hombre y de cada mujer. Por eso la Resurrección comienza por recrear la comunidad de los que vivían desilusionados y pensando cada
uno en tomar el camino de casa.
EN PASCUA…
Yo andaba buscando entre los sepulcros
y sólo encontré vacío.
Me decidí a buscarlo entre los hombres
y me di cuenta que estaba vivo.
Que Dios,
no es Dios de muertos
sino Dios de vivos.
Lo creía muerto,
pero Él estaba vivo.
Lo creía sin vida,
pero Él era la Vida.
Ahora cuando quiero ver a Dios
no voy al cementerio.
Ahora salgo a la calle,
a contemplar
a los hombres que caminan.
Porque sé que la Pascua,
es Dios, que vive en el hombre.
Porque sé que la Pascua,
es Dios, caminando con los hombres.
Porque sé que la Pascua,
es Dios, triunfando sobre la muerte.
Porque sé que Dios está vivo
y vive entre nosotros.
Feliz Pascua de vida a todos…
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