Rompo el silencio de estos últimos días, para aclarar que yo no di lugar a conflicto alguno, ya que retiré el crucifijo (que es del centro) y el icono oriental de la Virgen (regalo de otros compañeros del mismo) a los pocos minutos de ser conminada a ello por mis compañeros, ante el silencio del director del Centro, que estaba presente como miembro del departamento. Tenga yo derecho o no a que esos símbolos estén ahí, pues desde el punto de vista legal no hay nada legislado en España, respecto de estos espacios, no pretendía causar daño ni atentar contra otras creencias, puesto que soy la profesora de religión católica en este instituto y forman parte de mi materia. Lo que no se puede es afirmar como han hecho con posterioridad, que no lesionaría derechos ajenos si estos mismos estuvieran en la exigua estantería de que dispongo en vez de en la pared.
Como creo que este país ampara la libertad de expresión, además de la libertad de conciencia, hice el uso que creí conveniente de las mismas como ciudadana de un Estado de Derecho que garantiza mis libertades, contestando a medios que se hicieron eco del comunicado que emitieron mis compañeros de religión, tras conocer este lamentable incidente. En todo momento me limité a relatar lo que había sucedido, dejando que la opinión pública tomara sus propias posturas, arriesgándome por supuesto a que esa opinión pública fuera en contra mía y no mayoritariamente a favor como ha sido, punto este que agradezco por todas las muestras de apoyo recibidas tanto de creyentes como de los que no lo son, pero que entienden que la tolerancia hace posible la paz.
Conviene tener en cuenta además la incertidumbre que genera una situación tan comprometida a alguien que nunca ha salido en un periódico o en una radio, y que es enorme. Tan sólo la creencia de defender lo justo me ha hecho soportar estos días tan difíciles. Las consecuencias de la expansión o el interés de esta noticia, no me atañen en absoluto. A no ser que alguien considere que un centro público no deba ser transparente ante la comunidad educativa a la que sirve y haya de silenciar todo conflicto de valores que se dé en su seno, y entienda que eso sea un daño en un país democrático.
Lo que lamento es la postura de la Delegación de Enseñanza de Granada que ha emitido comunicados contradictorios, como se ha visto en prensa, entre otros, que en un primer lugar afirma que ha de ser el Consejo Escolar el que decida, y que una vez reunido éste (26-1-2011), a través del Director del centro informe a sus miembros (entre los que me encuentro) que la Delegada se ha pronunciado dictaminando que “la normativa impide la presencia de símbolos religiosos en los centros públicos” y en consecuencia el Consejo no tiene nada que decir, valorar, ni votar, siendo como se leía anteriormente en sus propias palabras: “el máximo órgano de representación” .
Por tanto, la historia no es solo defender unos símbolos o una religión, porque ya los defiende mucha gente, sino defender también el trato que como persona contratada por la Junta de Andalucía, y mujer trabajadora de este país he de reclamar más allá de mis creencias, o mis convicciones sin que haya de soportar ningún tipo de desprecio, burla, o conminación. Y si a alguno no les valieren los acuerdos del Estado español con la Santa Sede sobre por qué debo ser tratada con esos derechos, entonces, puede consultar la Constitución española.
Como mujer, como trabajadora, como ciudadana y como cristiana, que lo soy, reclamo la vuelta a la sensatez y a la tolerancia que necesitamos para atender con toda nuestra eficacia, a nuestros alumnos y alumnas de Zújar, quienes han dado junto con los padres, un ejemplo de responsabilidad pronunciándose a favor de la libertad religiosa, el respeto a las personas y la tolerancia en nuestra comunidad educativa.
Susana Fernández de Córdoba Hinojosa
Profesora de Religión del IES AL-ZUJÁYR
Granada-Diócesis de Guadix, 27 de enero de 2011
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