La petición de la Unión de Comunidades Islámicas de
La Rioja de garantizar que los alumnos de esta confesión puedan recibir
clases de su propio credo en las escuelas de la región reabre el debate
sobre el sentido de la enseñanza de religión en los centros educativos.
La solicitud se agarra entre otras razones al acuerdo estatal que avala legalmente la opción también para judíos y evangélicos,
pero choca con la inexistencia de una estadística fiel sobre la
demanda, aristas burocráticas, muchos prejuicios y, sobre todo, rutinas
no bien resueltas hasta que la inmigración y la amalgama de razas ha
poblado los patios de muchísimos municipios. La posición de diferentes
asociaciones de padres evidencia el alcance y la complejidad de la
cuestión. Mientras en las escuelas públicas se
insta a que la asignatura se desarrolle fuera de las aulas aunque sin
negar en el actual estado de situación un equilibrio con el estatus de
la religión católica, las concertadas ven
con buenos ojos la postura de la UCID blandiendo la libertad de
elección del tipo de educación conscientes, por otra parte, de que su
clientela no será quien demande esta oferta. La creciente diversidad y
un principio de neutralidad más que de igualdad hacen
preguntarse si sigue teniendo vigencia la enseñanza religiosa en
cualquier colegio tal y como está concebida. Quizá la respuesta está en
dar a conocer a los chavales las claves de la cultura e historia de las religiones, no el dogmatismo de una religión concreta.
Fotografía: Justo Rodríguez
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