CARTA A SAN BENITO:
Queridos padres:
¡Alabado sea el señor! Espero que al recibo de la presente tanto usted como madre se encuentren bien y con salud. Una vez más quiero reiteraos mi agradecimiento por la comprensión y ayuda que habeis mostrado ante mi deseo de ingresar como novicia en este monasterio en la Orden de San Benito.
Mi vida en este cenobio comienza a las cinco de la madrugada, hora de maitines donde acudimos a la iglesia a realizar las primeras oraciones del día. Después acudimos a la sala del refectorio donde tomamos un frugal desayuno que nos dará fuerzas para realizar los trabajos que llenaran nuestra jornada matutina. Estos trabajos los realizan unas en el jardín otras en el huerto y otras atienden las tareas domesticas de limpieza, cocina, lavandería, etc. En estos trabajos vamos rotando todas las novicias de forma periódica.
Realizados estos trabajos, al medio día nos reunimos de nuevo para rezar el Ángelus.
Nuestra vida el resto del día discurre entre el estudio de los textos sagrados, el trabajo de copista de los textos antiguos en la biblioteca donde anexa existe un taller de elaboración de códices, muy afamado por la calidad de sus tintas y pergaminos y que nos son muy solicitados por los grandes señores para sus bibliotecas privadas. Después el cultivo del espíritu mediante la oración llena buena parte del día con la lectura de la vida de los santos/as especialmente de la de nuestro fundador San Benito, que obró múltiples milagros.
Nuestra abadía cuenta con un confesor espiritual que dirige a las novicias en su camino moral y espiritual, es un santo varón entregado en cuerpo y alma a la obra de Dios.
El día concluye con la cena en comunidad y las oraciones de la última hora.
Como podéis ver queridos padres me encuentro feliz y muy integrada en la vida en el convento junto a mis hermanas que son como una familia para mi, aunque en mi corazón y en mis rezos siempre estaréis presentes.
En Monte Casino a 16 de enero de 1355.
La sierva de Dios:
María Merino
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